Dos sistemas contrapuestos definen la actividad cerebral

16jul12cerebroEn su flamante libro "Pensar rápido, pensar despacio", el premio Nobel de Economía Daniel Kahneman analiza el funcionamiento del cerebro a partir de la interacción entre dos sistemas -uno rápido e intuitivo y el otro lento y deliberativo- que determinan las modalidades de respuesta frente a conflictos y situaciones cotidianas.

Nacido en Tel Aviv en 1934 y graduado en la carrera de Psicología, en 2002 Kahneman fue el primer no economista en ser galardonado con el Nobel de Economía por sus estudios sobre el modelo racional de toma de decisiones, un conjunto de ideas que han tenido impacto en campos tan diversos como la economía, la medicina o la política.

La contribución mayor del investigador ha sido convertir la psicología en una ciencia también cuantitativa, lo que ha permitido enriquecer el entendimiento de la economía que, en su versión clásica, asumía al ser humano como un ser racional que decide siempre en función de optimizar su beneficio.

Junto a Amos Tversky, Kahneman aportó a la ciencia económica la teoría de las perspectivas, según la cual los individuos toman decisiones, en entornos de incertidumbre, que se apartan de los principios básicos de la probabilidad.

En "Pensar rápido, pensar despacio", recién publicado por el sello Debate, el ensayista sostiene que, para organizar el conocimiento, coexisten en el cerebro dos sistemas independientes, que identifica como "sistema uno" y "sistema dos".

Según el especialista, el primer sistema es veloz y sirve entre otras cosas para reconocer caras en fracciones de segundo: está basado en la intuición, es decir, aquellas respuestas que se anteponen al "veredicto" de la conciencia racional.

Aunque no siempre resulta atinada, esta modalidad promete acceso casi inmediato a un vasto depósito de la memoria, que el cerebro e utiliza de referencia para adelantar conclusiones, generalmente asociadas a experiencias como el miedo o el dolor, que son en definitiva las más influyentes y determinantes.

Por su parte, el sistema dos -según el autor decisivo para trazar las formulaciones de la cultura y el arte- llega a juicios más certeros a través del proceso lento de análisis y examen crítico de la evidencia disponible: analiza los registros del sistema uno, pero genera la opción de corregir los errores.

¿Por qué la mente no descarta el sistema uno, tan sujeto a errores, para concentrarse en el sistema dos? Kahneman responde en su obra que este último es muy ocioso y requiere de esfuerzo mental, así como de tiempo y calorías que aceleran su activación.

El ensayista, que actualmente ocupa la cátedra Eugene Higgins de Psicología en la Universidad de Princeton y es profesor de Asuntos Públicos en la Escuela Woodrow Wilson de Asuntos Públicos e Internacionales, invita a examinar la naturaleza de la racionalidad a través de sus errores antes que sus triunfos.

Según su estudio, estos errores o sesgos cognitivos tienen la virtud de aparecer de forma inadvertida la nuestra mente consciente y tienen también un carácter irresistible en los seres humanos psicológicamente sanos.

El sistema uno está preparado para creer y tiene tanto miedo de la incertidumbre y del azar que a menudo salta rápidamente a conclusiones precipitadas pero capaces de convertirse en buenas historias, comportamiento que ayuda a entender por qué el fanatismo y la seguridad dogmática se sustentan a veces en la ignorancia.

Kahneman explica que la racionalidad -la capacidad para "impugnar" la parte más perezosa del cerebro- es capaz de desvelar, y en algunos casos domar, los sesgos cognitivos naturales.

Desde esta perspectiva, una persona “racional” no es ya aquella que tiene una visión del mundo más consistente, ni aquella que rechaza las emociones en nombre de una "razón", sino quien es capaz de examinar sus propios prejuicios y de asumir que errar es natural.

Si el "sistema dos" fuera perfectamente racional, las personas nunca se equivocarían pero se es racional hasta cierto límite: los dos sistemas actúan en perfecta concordancia para conseguir la mezcla perfecta de economía de recursos y buenos resultados, sostiene Kahneman.

Por eso el "sistema uno", que requiere de poca energía, se encarga de las decisiones cotidianas y sólo delega trabajo al "sistema dos" cuando realmente necesita de reflexión.

En cambio, el segundo sistema es el encargado del pensamiento complejo, de las decisiones que requieren evaluar beneficios y consecuencias, así como de las operaciones matemáticas complejas y de todo aquello que distingue a las personas de los animales.

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