La semana pasada estuvo de visita en Estocolmo Fernando González, uno de los cinco cubanos que fueron acusados de espionaje por los Estados Unidos y condenados a largas condenas en Miami. El caso de «Los Cinco» fue ampliamente conocido en el mundo entero y en Suecia donde se han llevado a cabo intensas campañas de apoyo a los luchadores antiterroristas cubanos.
En la capital sueca su agenda estuvo muy apretada, incluyendo, en cuatro días, una visita a la tumba de Olof Palme, una rueda de prensa, reunión con parlamentarios y, por supuesto, el cariñoso encuentro con quienes durante todos estos años han estado luchando, desde estas lejanas latitudes, por la liberación de Los Cinco.
El 27 de febrero de 2014, después de 17 años y 9 meses en una cárcel en EE.UU., Fernando González cumplió su condena en la cárcel de Safford en Arizona. Al día siguiente pisaba suelo cubano y era recibido con todos los honores en su patria.
Desde entonces trabajó incansablemente por la liberación de sus compañeros. Hasta que en diciembre del año pasado los tres restantes regresaron a Cuba.
Visita en Estocolmo
Fernando González comenzó su último día de actividades en Estocolmo con una conferencia de prensa con los medios alternativos en la Casa de la Solidaridad, en Slussen, en la que en primer lugar agradeció a estos su solidaridad en la divulgación del caso de Los Cinco.
«La victoria obtenida el 17 de diciembre, con el regreso de los tres compañeros, también les pertenece a Uds., por la labor que han realizado. La lucha en Suecia no hubiera adquirido las dimensiones que conquistó sin la contribución de Uds. Un objetivo fundamental de la estancia nuestra acá, invitados por los compañeros de la solidaridad con Cuba, es precisamente agradecer ese esfuerzo», expresó González.
Ante la pregunta sobre los cargos de espionaje, que se les imputaran desde que fueran apresados por el FBI, el 12 de septiembre de 1998, hasta el otoño de 2000, en que comenzara el juicio, González respondió:
«Primeramente, en el Código Penal de los Estados Unidos, la palabra espía no existe. A ninguno de nosotros cinco se nos juzgó y se nos condenó bajo ningún código que incluyera el hecho de ser ‘espías’. La palabra espía es utilizada peyorativamente por los voceros del gobierno estadounidense y por la prensa, para que el consumidor de la información asuma una visión negativa sobre las personas de las cuales se trata. En este caso, de nosotros», contestó.
Y agregó:
« Al margen de las consideraciones jurídicas, hay que mirar además las consideraciones políticas y morales. Nosotros no estábamos en Estados Unidos recopilando información considerada de seguridad nacional, sino sobre grupos que existen en el país, especialmente en el sur, en Florida, que durante décadas han estado conspirando y llevando a cabo acciones terroristas contra Cuba. Acciones como resultados de las cuales más de 3.000 cubanos han perdido la vida y más de 2.000 han quedado con problemas físicos».
Y explicó que las bombas que detonaron en Cuba en la década de los noventa en hoteles de turistas originaron, en parte, el estacionamiento en la isla.
«Se trata de una historia de décadas que data desde el inicio de la revolución, que incluye más de 600 planes de atentados en contra de Fidel y cientos de acciones terroristas sobre Cuba. Y ante la pasividad de las autoridades norteamericanas, y el estímulo que esa inacción implicaba para esos grupos, a Cuba no le queda más remedio que tener personas que estén enteradas de esos planes para evitar que se lleven a cabo y para evitar la pérdida de vidas humanas».
«Nosotros no éramos espías», dijo Fernando González, con énfasis.
Respecto a su permanencia en prisión expresó que fue «una experiencia que no se la deseo a nadie», pero que lo había hecho ser «un mejor cubano y un mejor revolucionario».
«Uno crece en la lucha, y se convence de que no hay nada que uno no pueda lograr si se lo propone», expresó.
Y explicó que en prisión había aprendido a manejar el sufrimiento, al mismo tiempo que el saber de la lucha de los compañeros por la libertad de ellos –en países con situaciones complejas– había sido algo que lo llenaba de humildad. Que su estadía en la cárcel había contribuido en su formación política, ya que allí había visto cómo funciona la política en los Estados Unidos.
«Para los grandes conglomerados de la prensa, las luchas sociales no existen», dijo.
Refiriéndose a su vuelta a Cuba, expresó que se había encontrado con una sociedad en evolución que se adapta a las nuevas condiciones que rigen en el mundo, y con una juventud involucrada en un proceso de cambios.
«Sin embargo, un 77 % de la población cubana nació y creció bajo el bloqueo norteamericano. Bajo la hostilidad del gobierno más poderoso del mundo».
Explicó que Cuba concuerda en las iniciativas de Obama, que dan «un cierto respiro», pero que todo esto se logró sin que Cuba renunciara ni a uno solo de sus principios, y que, por primera vez en la historia de los dos países, conversaron de igual a igual.
Pero agregó:
«Tenemos muy claro que EE.UU. quiere acabar con la revolución cubana. EE.UU. nunca será el amigo de Cuba, y sabemos que las nuevas situaciones serán muy complejas, más sutiles y más difíciles de detectar. Es más fácil ver al enemigo desde la trinchera, estamos conscientes de los riesgos y los peligros. Y estamos preparados para afrontar esta nueva situación».
Ante la pregunta de si había dudado alguna vez en que serían libres, recordó las palabras de Fidel, en 2001:
«‘Los cinco volverán»’, dijo Fidel, y fue suficiente para nosotros. Teníamos la confianza de que, tardara el tiempo que tardara, íbamos a regresar.
Al finalizar el encuentro, la representante de la organización Resocal, quiso enviar un saludo a las madres y esposas de Los Cinco, «a su lucha, a su constancia, a su confianza en la revolución y en los principios revolucionarios del pueblo cubano», dijo Dunnia Salazar, palabras que fueron acogidas cálidamente por Fernando González y que emocionaron a Gladys Ayllón y a Claudia García, ambas del ICAP, quienes le acompañaban.
«Yo realmente coincido con el homenaje que Ud. le hace a las compañeras, a las madres, a las esposas. Creo que en todo este proceso, las que más sufrieron fueron ellas. Nosotros habíamos asumido una decisión sobre este trabajo hacía años, y en esa decisión ellas no fueron partícipes. Por las características de las misiones, ellas ni siquiera sabían a qué nos dedicábamos, ni dónde estábamos. Y sin embargo, cuando las circunstancias fueron adversas, con nuestro arresto, ellas asumieron de lleno. Se sumaron a la lucha y, de una manera incansable, estuvieron defendiendo el derecho a nuestro regreso y el derecho a nuestra libertad. Y no tuvieron límite en la cantidad de veces que tuvieron que revivir ese dolor, ante auditorios, para explicar la realidad de nuestro caso.
Fernando contó además que, a su regreso a Cuba, se involucró en la lucha por la liberación de los tres compañeros que habían quedado en EE.UU. y tuvo la oportunidad de compartir auditorio con las madres y las esposas en numerosas oportunidades.
«A uno realmente se le estrujaba el corazón cuando las veía revivir el dolor ante cada una de las personas y de los grupos con los que se reunían para difundir nuestro caso. Durante nuestros años en prisión nosotros asumíamos lo que viniera, pero ellas estaban afuera, viviendo en libertad con la preocupación de lo que estábamos viviendo nosotros. Así es que yo siento el mayor respeto y admiración por esas madres y esposas», dijo, emocionado, Fernando González.
Homenaje a los caídos
El próximo punto del programa fue un almuerzo con Thage G. Peterson, ex presidente del Parlamento sueco, del partido Socialdemócrata, junto a la coordinadora del grupo de apoyo FreetheFive Stockholm, Vania Ramírez, quien tradujera impecablemente del sueco al español y viceversa, tanto en la rueda de prensa como en el encuentro con los parlamentarios, que viniera a continuación.
En el Parlamento sueco, González y su comitiva se reunieron con los parlamentarios Marco Venegas y Stefan Nilsson, del Partido Verde, Torbjörn Björlund y Amineh Kakabaveh, del Partido de Izquierda y Arhe Hamednaca, de la Socialdemocracia. También estuvieron presentes el Embajador de Cuba, Sr. Francisco Florentino y Eva Björklund, de Svensk-Kubanska Föreningen, entre otras personalidades.
Entre los temas que allí se trataron figuró el de la apertura EE.UU.-Cuba y lo que significa para la isla. Se conversó sobre el bloqueo, que la prensa mundial ha callado o ha malinterpretado durante todos estos años. Un ejemplo, se dice que los cubanos tienen acceso muy restringido a Internet, sin embargo no se dan a conocer los detalles técnicos del tema, que más tienen que ver con el bloqueo norteamericano, que con una supuesta «censura» por parte de Cuba. La jornada concluyó en Slussen, donde Fernando González, junto a la Embajadora de Venezuela, Sra. Milena Santana depositaron ofrendas florales frente al emblemático monumento La Mano, en honor a los combatientes suecos caídos durante la guerra civil española.
Allí, el Héroe de la República de Cuba agradeció la presencia de quienes lo acompañaron, y pronunció un breve discurso:
«Compañeros y compañeras, recordamos aquí, de una manera sencilla, pero sentida, a aquellos suecos que participaron en la defensa de la República española, enfrentada al peso de la agresión fascista de Franco, apoyado por Hitler, que se sacrificaron en aras de la justicia y la libertad de la humanidad. Recordemos también que ahí cayeron cubanos, entre ellos Pablo de la Torriente Brau. Este monumento recuerda la defensa de la República española, esas gestas internacionalistas en las que más adelante participó también Cuba, en defensa de la integridad territorial de Angola, de Etiopia y, gracias a esa constitución en el África, Namibia logró su independencia y el Apartheid en Sudáfrica fue desmantelado. Este es un homenaje al internacionalismo, a los voluntarios que participaron en aquella contienda y que sacrificaron sus vidas por tener un mundo de paz».