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La pelea está que arde entre los dirigentes del partido Demócratas de Suecia y su organización juvenil, SDU.
Los jóvenes de SDU opinan que los «viejos» se están posicionando demasiado al centro de la política, olvidando su esencia: el nacionalismo; mientras que SD defiende la línea ideológica conservadora social. Las acusaciones y los insultos van y vienen, a vista y paciencia de todos.

Unos veinte políticos que ocupan altos puestos dentro del partido Demócratas de Suecia corren el riesgo de ser excluidos de la agrupación. Como motivo de las expulsiones se han nombrado conexiones con agrupaciones extre-mistas, doble militancia –tanto en las juventudes (SDU), como en Nordisk Ungdom (Juventudes Nórdicas)– comentarios racistas tanto en la vida real como en las redes sociales, etc., etc.
Nordisk Ungdom es una agrupación de extrema derecha conocida por su racismo, antisemitismo y homofobia.
Durante los últimos días se ha venido desarrollando una pelea de poderes, la que al parecer decantará en que entre 20 y 30 personas deberán abandonar las filas del partido, entre éstas Gustav Kasselstrand, presidente de SDU, y William Hahne, vicepresidente de SDU y presidente del grupo de SD ante el Consejo Municipal de Estocolmo.
El conflicto entre el partido Demócratas de Suecia y su sección juvenil, la Juventud Demócrata de Suecia (SDU) se agudiza en un peligroso crescendo donde al parecer ya ninguno de los implicados tiene mucho cuidado en lo que dice y dónde lo dice.   
Lo infectado de la situación se hizo evidente luego de que William Hahne comunicara el martesde la semana pasada en diversos medios que dentro de poco sería expulsado del partido. A las pocas horas, Gustav Kasselstrand dio a conocer que él también correría la misma suerte.   
La pelea está entre los dirigentes del partido, SD, Mattias Karlsson y Jimmie Åkesson (de vuelta de su baja médica) y sus Juventudes, SDU, lideradas por el dúo Kasselstrand y Hahne.
Karlsson y Åkesson sostienen que sus correligionarios juveniles mantienen contacto con agrupaciones con las cuales el partido no quiere tener relaciones, ya que «difieren ideológicamente» de este. Fuera de esto, existen sospechas de doble militancia y de irregularidades respecto al número de miembros de las juventudes.
El conflicto entre los «viejos» líderes y los nuevos, fue evidente cuando, en una entrevista con el noticiario Aktuellt la semana pasada, el secretario general de los Demócratas de Suecia, Richard Jomshof, se negó a ser entrevistado junto a Gustav Kasselstrand.
«Si se tienen contactos con grupos racistas e incluso fascistas, es algo muy grave y muy serio, y entonces no tienen nada que hacer en nuestro partido», dijo Richard Jomshof a la conductora de Aktuellt.
En el otro extremo del plató televisivo, su colega entrevistaba seguidamente a Gustav Kasselstrand, quien afirmó que Jomshof mentía y que no se han presentado evidencias concretas respecto a las acusaciones.
 Y, ante la pregunta de si renunciaría a la presidencia de las Juventudes si es expulsado, Kasselstrand contestó: «No. No hay fundamento alguno para que renuncie cuando la dirección del partido utiliza este tipo de abuso de poder en contra mía».

Karlsson:
«Una manada de fascistoides»
El caso es que la lucha interna entre el partido y sus juventudes se ha venido desarrollando desde hace tiempo, debido a que SDU desea llevar una línea más nacionalista y más extrema, a diferencia del partido, que se inclina por la línea «social conservativa» de Jimmie Åkesson.
Ahora la lucha arrecia entre las juventudes, SDU, y el partido, SD, y cada día adquiere matices más peculiares, por no decir bizarros.  
«Métodos puramente soviéticos», ha declarado William Hahne a la prensa, y ha acusado a la dirección del partido de tener una «necesidad enfermiza de controlar el movimiento de los Demócratas de Suecia en toda su amplitud».   
William Hahne llegó a ser diputado en el Consejo Municipal de Estocolmo en medio de una lucha interna de la cual salió vencedor. Los líderes máximos no lo querían en ese puesto.
«Cuando logré derrotar a su candidato en el Distrito de Estocolmo, se volvieron paranoicos y pensaron que sus propias posiciones de poder están amenazadas», ha dicho Hahne.
Maria Danielsson, quien ocupaba el cargo de jefe de grupo del Consejo Municipal de Estocolmo, se negó, en un principio, a dejar su puesto, a favor de Hahne. «Es demasiado lo que él se inclina hacia el Partido de los Suecos (Svenskarnas Parti)», expresó, respecto a su sucesor, en una entrevista.  Svenskarnas Parti es un partido neonazi.
Y recién el jueves, el presidente interino (Åkesson aún no vuelve a tomar de lleno sus funciones) de los Demócratas de Suecia, Mattias Karlsson, comentó la pelea. En Facebook.
«No he sacrificado 16 años de sangre, sudor y lágrimas para pasarme mi futuro político en un senderismo infinito en el desierto, en torno al obstáculo del cuatro por ciento junto a una manada de hombres jóvenes (o mujeres) medio fascistoides, santurrones, con complejo de Napoleón» escribe en la red social.
Y su correligionario, Richard Jomshof, lo apoya.
«No he leído los posteos de Karlsson, pero puedo entender que reaccione. No somos nosotros quienes iniciamos esta batalla y ya es suficiente», expresó a la agencia TT.
A Jomshof le preocupa la credibilidad del partido, y el demostrar que la tan mentada «tolerancia cero», que iniciara Jimmie Åkesson se mantiene.
Hasta la fecha han sido una serie de políticos que han debido abandonar el partido. Demócratas de Suecia es la agrupación política que ha excluido a más personas de sus filas.
«Respetamos lo que afirmamos. No se puede estar en nuestro partido si se es racista, antisemita o se desvía de otras formas de nuestros valores fundamentales», afirmó Jomshof.
Una afirmación que no deja de ser chistosa, ya que el partido tiene una visión racista, de por sí. Una visión donde lo principal es la división entre «nosotros» y «ellos», donde la etnicidad es la base de todas las discusiones.
Conocido por todos es el renombrado incidente de las barras de hierro, hace un par de años atrás. Hecho en el cual estuvo involucrado Kent Ekeroth, quien luego de un tiempo de estar «al frío» hizo ‘come back’ y ahora nadie se acuerda de ello.
Cuando Kasselstrand luchó por la presidencia a las Juventudes en contra del candidato de la dirección del partido, Henrik Vinge, obtuvo amplio apoyo de Nordisk Ungdom. Kasselstrand y Hahne son bien vistos por esta agrupación fascista y saben que con ellos pueden dialogar más que con Åkesson y Karlsson.  
Mattias Karlsson ha nombrado como razón de la expulsión del partido la colaboración con personas abiertamente antisemitas y con admiradores de Hitler, entre otras.
Sin embargo él mismo ha negociado la participación de su partido en un grupo del Parlamento Europeo con el italiano Beppe Grillo, ampliamente conocido por su antisemitismo.
El mismo Kent Ekeroth, que ahora ha vuelto en gloria y majestad al calor de la cúpula más alta del partido, era miembro de Front National y ha participado en numerosas ocasiones en mítines de grupos neonazis.
Y no solamente eso, las conexiones entre los Demócratas de Suecia y organizaciones de extrema derecha y fascistas han sido demostradas no una, sino numerosas veces. Y que si fuera por el concepto de «tolerancia cero», tendrían que comenzar «por casa». Tres ejemplos:
En marzo del 2009, el programa radial de Radio Suecia, «Kaliber» transmitió grabaciones de audio en las cuales Jimmie Åkesson, entre otros, cantaba canciones con textos nazis y racistas en las cuales, se mofaban de Olof Palme, el primer ministro que fuera asesinado en 1986.
Poco antes de las elecciones de 2002, el entonces vicepresidente del partido, Jonas Åkerlund, calificaba a los inmigrantes de «parásitos», en un programa de radio de cercanías. Más tarde, cuando esto se hizo público, se defendió diciendo que «quería provocar».
Antes de las elecciones de 1998, el ahora tan elegante y amable Björn Söder posaba con el conocido nazi alemán Franz Schönhuber. Más tarde se defendió diciendo que «había posado para fotos con muchas personas que no conocía».
El caso es que el dudoso y oscuro pasado de los Demócratas de Suecia los persigue y los va a seguir persiguiendo, pero esto parece no molestar a quienes siguen votando por ellos.  

Doble moral de Åkesson y Karlsson
El jueves se supo que el mismo Henrik Vinge, protegido de Åkesson y Karlsson, ha apoyado en Facebook a un conocido extremista de derecha. Y se publicó una fotografía donde el secretario de SD figura cenando junto a Giuliano Moggi, conocido representante de La Destra, partido neofascista italiano, quien, por lo demás, en el 2012 fue invitado al congreso de SDU.
En otras palabras, las acusaciones del dúo Kasselstrand y Hahne de la «doble moral» de los líderes de SD, parecen tener fundamento. Motivos para expulsiones hay en muchos lados, dentro del partido de los Demócratas de Suecia.  El distrito de Uppsala apoya de lleno a Kasselstrand y Hahne, en una entrevista con el programa Agenda, del domingo, su secretario, Joakim Isheden, califica la actuación de Åkesson y Karlsson como «sandeces juveniles». Y manifestó su temor de ser también expulsado. «Nunca se sabe cuándo te van a echar. Es posible que llegue a casa y me esté esperando un sobre rojo donde me dicen que he sido destituido», expresó.
Por su parte Mattias Karlsson ha declarado que su único interés es que el partido siga la «amplia línea ideológica conservadora social», que es la que han elegido. Le interesa ser «un movimiento social popular y amable». Y ser el segundo partido más grande de Suecia, desafiando a los Moderados. «Para ello tenemos que demostrar que somos confiables», dijo y repitió varias veces Karlsson en Agenda el domingo.
Sin embargo, funcionarios del partido aseguran que el ansia de control de Karlsson no conoce límites. Funcionarios que no quieren dar sus nombres, por miedo a represalias. Otros critican el despilfarro. «Es un derroche de dinero que llega a dar miedo. Al mismo tiempo que otras cosas no deben costar nada», djo una fuente anónima al matutino Dagens Nyheter.
Otros prefieren abandonar el partido, y decir lo que antes habían tenido que callar.
11Como el jefe de seguridad y de educación Bengt Malmberg, quien ha trabajado cerca de Jimmie Åkesson desde el 2009. Malmberg decidió renunciar a su cargo en protesta al liderazgo de Karlsson y Jomshof, quienes se opusieron a unos cursos de capacitación dentro del partido por considerarlos «muy caros».
Cabe nombrar que después de las elecciones del año pasado, el partido cuenta con 15 millones de coronas extras.
«Ni qué decir que uno es meado por Richard Jomshof y el resto del Comité Ejecutivo. Esto no puede estar peor y, por lo tanto es una decisión fácil de tomar, el renunciar de inmediato», escribe Malmberg, en un correo electrónico a Dagens Nyheter.
Si se suceden otras renuncias, está por verse, lo que sí se sabe es que Malmberg no es el único descontento, dentro de los funcionarios del partido.
Y el férreo «grupo de los cuatro» (Åkesson, Karlsson, Jomshof y Söder), que tomaran el poder de los Demócratas de Suecia en el 2005, con el tiempo se ha ido agrietando. Según algunas fuentes, Björn Söder estaría más cercano a SDU, en esta lucha, con los funcionarios descontentos y las juventudes, en contra de Mattias Karlsson. Sin embargo, Söder se ha cuidado de opinar al respecto. «No es ningún secreto que he dado un paso al costado», dijo escuetamente.  
Pero así como están las cosas, muchos creen posible que se forme una nueva falange o un nuevo partido, ya que una gran cantidad de sus miembros apoyan a Kasselstrand y Hahne y tienen una posición más nacionalista y más extrema que los Demócratas de Suecia. SD también es nacionalista, pero prefiere empaquetar y maquillar su mensaje, antes de presentarlo a los electores, en la búsqueda de los del centro. El partido quiere deshacerse a toda costa de los «extremistas», y dar la impresión de ser un partido serio y «como todos los demás».
El problema es que no lo es.
Al final, lo que nadie se explica es por qué, a pesar de todos los escándalos que han protagonizado los Demócratas de Suecia, de sus contactos con grupos de extrema derecha y fascistas, de que numerosos miembros del partido han sido expulsados por racistas, de difundir en las redes sociales odio y amenazas contra todo aquel que se atreva a escribir algo malo de ellos. A pesar de todo esto, el partido sigue creciendo.
Pareciera que al 13 por ciento de quienes votan por SD nada les importe esto.
Tal vez la respuesta la haya dado el fundador de Expo, Stieg Larsson, quien, hace ya más de una década atrás dijera: «Quienes votan por los Demócratas de Suecia lo hacen simple y sencillamente porque les gusta la política de este partido».
Y esa política es racista.