El programa de la televisión sueca, Agenda, volvió -el domingo pasado- a tocar el tema de las relaciones entre Suecia y Arabia Saudita, teniendo como invitada a la canciller sueca, Margot Wallström.
Al parecer el conflicto diplomático que se ha venido desarrollando entre Suecia y Arabia Saudita se está resolviendo. El embajador saudí ha retornado a Estocolmo y tanto Stefan Löfven como Margot Wallström le han dado una cordial bienvenida.
Al parecer esto es bastante habitual, en el mundo de la diplomacia. Los embajadores se molestan y se van y al cabo de un tiempo retornan y «aquí no ha pasado nada».
Pero lo que no se sabe, a ciencia cierta, es qué fue lo que contribuyó más al descongelamiento de las relaciones. Si la ayuda del rey sueco –que en realidad no debe inmiscuirse en asuntos de Estado, pero que tal vez haya podido mediar «de rey a rey» con su colega saudí– o la visita del enviado especial a Arabia Saudita, Björn von Sydow, ex Ministro de Defensa, o si los saudís simplemente decidieron que la «afrenta» estaba superada.
La pregunta que una se hace, es si habría servido enviar a la monarquía no a un enviado, sino a una enviada. Y qué fue lo que Björn von Sydow dijo exactamente, en el encuentro con el príncipe saudí. Obviamente esto se mantiene bajo estricto secreto.
Pero lo que poco a poco saldrá a la luz, es en qué términos se reanudarán las relaciones comerciales entre ambos países. Porque si bien es cierto que el convenio de 2005 no se prolongó, no es este el único convenio que Suecia tiene con Arabia Saudita.
Y porque sería una pena que después de toda esta tormenta mediática, la exportación de material bélico al país árabe siguiera su curso como de que aquí no ha pasado nada.
Sea como sea, al parecer el gobierno sueco se encuentra aliviado de que las relaciones con Arabia Saudita estén volviendo a la normalidad. Y seguramente los directores suecos detrás de las grandes empresas se encontrarán también aliviados. Según ellos, las declaraciones de la canciller Wallström habían causado un «grave daño a Suecia». Aunque nunca se supo en qué consistía ese daño.
Lo que tampoco quedó en claro es si el gobierno de Löfven pidió disculpas a la monarquía saudí, ya que, a pesar de que Wallström sostiene que no se arrepiente de sus declaraciones anteriores, el diario saudí Arab News publicó recientemente un artículo con el titular: «Sweden says sorry» (Suecia pide perdón), junto a una imagen en la que von Sydow hace una venia frente al príncipe saudí.
Según el analista político Per Jönsson, los saudís «quieren demostrar que han ganado un importante triunfo propagandístico».
Sin embargo, y a pesar de que se ha apreciado una moderación en las declaraciones de la canciller respecto al tema, Wallström dijo repetidas veces en Agenda que su gobierno no se ha disculpado con Arabia Saudita.
«Por supuesto que el gobierno sueco no se ha disculpado por su larga y reconocida postura cuando se trata de democracia y derechos humanos. Hemos lamentado la ruptura en las relaciones diplomáticas y hemos aclarado que es un malentendido que hubiéramos atacado el Islam», dijo Wallström en el programa.
Porque, en la turbulencia supuestamente ocasionada a raíz de sus declaraciones –porque no es completamente seguro de que hayan sido justamente sus declaraciones el motivo de la turbulencia– surgieron críticas, no fundamentadas, de que Suecia había atacado al Islam.
Como si justamente la postura internacional política del gobierno de Löfven no hubiera sido de apoyo y reconocimiento, por ejemplo, a Palestina. No hay que olvidar que el primer día que Stefan Löfven asumió las riendas del país reconoció a Palestina como Estado. Como primer país europeo, y ante la ira de Israel.
Margot Wallström recordó esta postura y expresó algo que, según ella, dice a menudo: «La verdad es la mejor compañía».
¿Qué ha pasado?
Las relaciones diplomáticas entre Suecia y Arabia Saudita comenzaron a entorpecerse luego de que el gobierno de Löfven tardara en dar a conocer si el convenio de cooperación militar entre ambos países se postergaría o no. Un acuerdo que fue firmado en 2005, por el gobierno socialdemócrata de ese entonces.
En el intertanto en que Suecia no se decidía respecto al acuerdo, Margot Wallström, fue aplaudida por los medios internacionales por su crítica en contra de la situación de los Derechos Humanos en Arabia Saudita, país que calificó, en una comparecencia en el Parlamento sueco, de «dictadura» y de «emplear métodos medievales».
Las críticas de Wallström fueron en relación a la situación que enfrenta el bloguero Raif Badawi, quien, luego de abrir un blog liberal, fue acusado de «insultar al Islam» y condenado a 10 años de prisión y 1.000 latigazos en público. Como nadie aguanta esa cantidad de azotes, se le permutó la condena por 50 latigazos todos los días viernes, durante 50 semanas. Aunque el segundo viernes no pudo recibir su castigo, el médico que lo examinó testificó que su cuerpo no se había repuesto del flagelo anterior. Numerosas organizaciones están luchando por la libertad de Badawi, pero el reino saudí ha permanecido impávido ante las protestas internacionales. Como es habitual.
La canciller se refirió, además, a la situación de las mujeres en el país árabe, muy distinta a las de las mujeres de otros países también miembros de las Naciones Unidas. Ellas no tienen derecho a obtener licencia para conducir, no pueden salir solas a la calle; si son culpadas de adulterio son condenadas a muerte por lapidación y si son violadas, a recibir cientos de latigazos en público. Los crímenes por honor, que se practican en el país, han sido severamente criticados por las organizaciones internacionales.
El rico país árabe –por su petróleo– es, en efecto, una de las dictaduras más feroces del planeta, donde aún se sigue aplicando la ley Sharía, que condena a amputaciones de miembros, lapida-ciones u otros castigos propios de épocas remotas, como las crucificaciones. En lo que va corrido del año, 44 personas han sido ejecutadas, y recientemente tres personas fueron decapitadas por sable.
En este contexto, Margot Wallström calificó a Arabia Saudita de «dictadura» y de «emplear métodos medievales». La hipersensible teocracia saudí –por lo demás uno de los dos países del planeta que deben su nombre a una familia, la dinastía Al Saud– reaccionó de inmediato y prohibió a la canciller sueca el pronunciar un discurso ante la cumbre internacional de cancilleres de la Liga Árabe en el Cairo.
Wallström sería recibida en este encuentro con todos los honores y felicitaciones ya que Suecia, como primer país europeo, reconoció el Estado de Palestina. En cambio fue objeto de una gran humillación.
Si esto fue lo que precipitó que Suecia caducara el acuerdo de colaboración con los saudís aún no se dilucida, pero sin duda que facilitó la decisión del gobierno sueco, que al día siguiente comunicó que el acuerdo con Arabia Saudita terminaba en mayo de este año.
A lo que el país árabe reaccionó airadamente llamando a casa a su embajador en Estocolmo, argumentando que Suecia se «entrometía en asuntos internos del país».
Desde entonces, y hasta ahora, que se van entibiando, las relaciones entre los saudís y los suecos se han mantenido tensas, no obstante, la ministra Wallström no se arrepintió de sus declaraciones.
«Creo que hoy he conseguido un apoyo increíble y creo que en alto grado represento al pueblo sueco cuando nombro los derechos humanos y la democracia. No me arrepiento para nada de mis declaraciones, me atengo a ellas. Y entonces también tengo que aceptar las críticas. Es muy importante seguir tomando la posición de que Suecia es una voz de democracia», dijo a la Radio Sueca, SR, hace dos semanas atrás.
Con esta postura, la canciller ha seguido la línea de Olof Palme, y de cuando Suecia era una voz de conciencia en el mundo. «Así hablan las creaturas» y «esos malditos asesinos» son frases que se han grabado en la memoria colectiva. Palme, las dijo, refiriéndose a las dictaduras de ese entonces.
Y más de alguno infló el pecho con orgullo al ver que, aunque fuera por un breve lapso de tiempo, Suecia recuperaba algo de sus glorias pasadas, en el campo de la solidaridad internacional.
No obstante, Wallström recibió duras críticas, tanto de la derecha, como era de esperar, pero también de la izquierda. Como pájaros de mal agüero anunciaron que Suecia perdería miles de puestos de trabajo y ganancias para las arcas nacionales.
Críticas que, por lo demás, no cuentan con bases y que a menudo provienen de la derecha capitalista sueca. 31 directores de grandes empresas escandinavas trataron de presionar a Löfven, para que prolongara el acuerdo con los saudís, en un artículo publicado en el matutino Dagens Nyheter (de propiedad de uno de éstos).
Estas mismas empresas se opusieron, décadas atrás, al boicot en contra de Sudáfrica, en relación al Apartheid.
También vale la pena recalcar –cosa que la gran mayoría de la prensa ha omitido, o se les olvidó– que el gobierno anterior, la Alianza de derecha, puso fin a la colaboración armamentista con los saudís en el año 2008, luego de que se supo de la construcción de una fábrica de armas en el país árabe con tecnología sueca.
En esa ocasión, el gobierno se vio en la obligación de retomar la colaboración con los saudís luego de presiones de los inversionistas. En una carta dirigida al Ministro de Defensa de ese entonces, Sten Tolgfors, el presidente de la directiva de la fábrica de armas Saab, Marcus Wallenberg, le hace saber al ministro el parecer de «los amigos saudís». Al final, más aristas salieron a la luz, sobre todo gracias a un extenso reportaje investigativo de la Radio Sueca, SR, y el ministro Tolgfors se vio obligado a dimitir.
Experto: «En 60 años nadie se ha atrevido a criticar a Arabia Saudita»
En el programa Agenda de mediados de marzo, el experto del Instituto del Cairo en Derechos Humanos, Ziad Abdel Tawad, explicó que la Liga Árabe prohibió el discurso de Wallström única y exclusivamente porque Arabia Saudita quiso humillarla.
Y agregó, respecto a la postura de Suecia:
«Esta es la primera vez que el gobierno de un país decide tomar una posición de principios respecto a la situación de deterioro de los derechos humanos en Arabia Saudita. Durante los 60 años que han pasado desde que Arabia Saudita se convirtió en parte de la comunidad internacional y miembro de las Naciones Unidas no se han presentado críticas en contra del empeoramiento de los derechos humanos en el país. Suecia es el primer país que adopta una posición de defensa de los DDHH, por esta razón Arabia Saudita se siente humillada, y debe reaccionar».
Según Abdel Tawad, Suecia ha tomado la decisión correcta y ha enviado una clara señal a Arabia Saudita de que, con su política interna represiva, no es bienvenida en una colaboración más amplia con la comunidad internacional.
Abdel Tawad no cree que lo ocurrido afecte las relaciones comerciales entre ambos países.
«Dejemos en claro que Arabia Saudita es impredecible. Sin embargo, no lo creo, por dos razones: las inversiones de Suecia son mucho más grandes que las de Dinamarca en 2005 y segunda: para todos los ciudadanos árabes es conocido que Arabia Saudita viola los DDHH, entonces, no puede apelar a los sentimientos del pueblo para provocar un boicot en contra de Suecia.
Los medios internacionales aplaudieron la actitud de la canciller sueca, tanto el Washington Post como The Guardian alabaron su postura. Cabe recalcar que Wallström, al asumir su cargo, anunció que ejercería este en consideración con una perspectiva feminista. Y experiencia sobre el tema tiene, en febrero de 2010, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, la nombró su Representante Especial sobre la Violencia sexual en guerras y en conflictos, cargo que desempeñó con profesionalismo pero también con una gran dosis de empatía.
Pero las cosas no son tan simples. Suecia sigue exportando armas. Y, a pesar de que la ley prohíbe hacerlo, continúa exportando a países donde los Derechos Humanos son violados.
La organización pacifista Svenska Freds, ha hecho notar esto innumerables veces. Ante la decisión respecto a Arabia Saudita declaró:
«El acuerdo fue un escándalo cuando fue suscrito, y habría sido un escándalo aún mayor si un gobierno con una política exterior feminista y con un partido de gobierno con raíces en el movimiento por la paz no lo hubiera caducado».
Investigaciones de Svenska Freds han llegado a la conclusión de que durante los años 2010-2014 un promedio de 35 % del material bélico de exportación sueco ha ido a países que la organización norteamericana Freedom House califica como no libres, o en parte no libres.
La organización celebra que el acuerdo sueco-saudí se termine, pero al mismo tiempo deja claro que se debe afinar la ley de exportación de armas y lograr que se respete.
«La lucha por evitar que se pongan armas en manos de opresores continúa», escribió Svenska Freds.
Un postulado que cobra aún más vigencia ante las palabras de Margot Wallström, este domingo: «Se ha hecho más difícil expresar puntos de vista sobre la democracia y los derechos humanos alrededor del mundo».