Las autoridades han anunciado que el sismo que sacudió la región dejó más de 3.700 muertos, una cifra que se espera siga aumentando, mientras que el gobierno hace un llamamiento a la comunidad internacional a que intensifique su asistencia a la región afectada.
Nepal, un país devastado con más de 3.700 muertos
Nepal es un país devastado tras el terremoto de magnitud 7,8 del pasado sábado y las continuas y potentes réplicas que sacuden el país. El pánico se ha apoderado de los supervivientes de una tragedia que ha dejado ya al menos 3.726 muertos y más de 6.500 heridos, según el último balance aportado por el Ministerio de Sanidad nepalí. La cifra supone un aumento de más de 500 fallecidos respecto al balance anterior, que hablaba de 3.218 víctimas mortales. El Gobierno teme que el balance del seísmo pueda alcanzar los 5.000 muertos.
Las réplicas, una de ellas de magnitud 6,7, se han producido durante la noche del sábado y en la mañana del domingo, obligando a la gente en la capital nepalí a pasar la noche a la intemperie o en tiendas de campaña. «La electricidad está cortada. Los sistemas de comunicación no funcionan, los hospitales están a reventar y falta sitio para conservar los cadáveres», han explicado diversos medios.
En Katmandú, centenares de edificios se hundieron. La histórica torre Dharahara, una de las mayores atracciones turísticas de la ciudad, no resistió las sacudidas y sus nueve pisos se vinieron abajo dejando un montón de escombros y según la policía, cerca de 150 personas en el interior. Mientras los equipos de salvamento buscaban entre los escombros, muchos con la única ayuda de sus propias manos, los hospitales se veían desbordados por el número de afectados.
Muchos médicos atendían a los afectados, la mayoría con fracturas múltiples y traumatismos, en tiendas de campaña anexas, debido a la gran cantidad de ingresados en el centro, pero también porque muchas personas tenían miedo de entrar al edificio, explicó Samir Acharya, doctor en el Hospital Annapurna.
La Cruz Roja mostró su preocupación por los habitantes de las zonas rurales aisladas cercanas al epicentro del terremoto. «Prevemos pérdidas en vidas humanas y daños materiales considerables», ha advertido Jagan Chapagain, director para Asia-Pacífico de la Federación internacional de sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR).
«Las carreteras están dañadas, las comunicaciones están rotas, lo que nos impide contactar con las ramas locales de la Cruz Roja y obtener informaciones verídicas"», explicó. «Hemos visto escenas terribles de destrucción, hospitales que han sido evacuados y pacientes atendidos en el suelo, casas y edificios demolidos y carreteras con grietas abiertas», narraba Eleanor Trinchera, coordinadora de Caritas Australia. Las primeras incineraciones en masa, para alejar el riesgo de enfermedades e infecciones, se hicieron en el distrito Pashupatinath de Katmandú.
Las réplicas también provocaron nuevas avalanchas en el campamento base del Everest, según montañistas presentes, justo después de que los helicópteros de salvamento evacuasen a los heridos del alud del sábado, que mató al menos a 22 personas.
En medio del desastre material y humano a que se enfrentan las autoridades y la población nepalí, así como los residentes y visitantes extranjeros en este país sudasiático, México informó tener constancia de 29 connacionales presentes en Nepal durante el terremoto. Informaron también que han sido localizados 12 de los 19 colombianos que estaban en Nepal en el momento del terremoto.
Este terremoto es el de mayor intensidad en casi 80 años en el país y el peor que ha registrado la región en una década, desde que en 2005 un movimiento telúrico causó una tragedia de grandes dimensiones en Cachemira, con más de 84.000 muertos.