Con la decadencia de la época colonial, los criollos deciden independizarse de la corona española. Son las élites autóctonas las que van a configurar el país según su propio interés. De este modo los criollos dejarán fuera a los indígenas, que representan el 70% de la población.
Una vez más esta gran mayoría queda fuera de la construcción del nuevo estado. «Un estado que ha sido levantado a fuerza de explotar a los pueblos originarios indígenas; en el nuevo panorama, el indio sigue estando en lo más bajo. Las élites políticas que gobiernan desde hace doscientos años, nunca se han interesado por dar una formación y una autoestima a esa gran mayoría de bolivianos. Siempre han explotado al pueblo para expoliar sus riquezas nacionales.» De este modo, la condición boliviana se configura como una identidad difícil de asumir para su propio pueblo. «Ahora todo esto ha cambiado.» Veamos cómo.
Entrevistamos a la psicóloga comunitaria Betty Roca Hubauer para que nos haga un repaso a las trasformaciones que ha sufrido su país en la última década, nos hable de los desafíos pendientes y nos explique el trabajo que realiza en su Santa Cruz natal.
Cómo los pueblos dicen basta
Situada en el centro del continente, en Bolivia hay diez millones de habitantes y al menos otros dos viven fuera porque, de una u otra manera, no se les permite vivir en su país. Un país con una baja densidad de población donde La Paz en la región del Altiplano es el mayor núcleo urbano. Las otras dos ciudades más pobladas son Cocha-bamba en los Valles y Santa Cruz en la región Amazónica. Por lo general, los núcleos de población están muy dispersos y alejados los unos de los otros, sobre todo en las zonas rurales.
Debido a los intereses económicos de la clase política, la población se ha visto desplazada y reubicada acorde a las necesidades de las principales industrias del país. El Altiplano ha sido tradicionalmente una de las zonas más pobladas. «Sin embargo con la relocaliza-ción de las minas mucha gente se vio desplazada hacia la zona amazónica, un cambio brutal, pasando de vivir a 4 mil metros de altura a la selva, algo para lo que ni siquiera genéticamente están preparados.»
La reforma agraria de 1952, también supuso grandes movimientos migrato-rios en el país. Fue un paso de los cultivos de latifundio al minifundio siempre según los intereses de las élites. Entonces la agricultura fue comiéndole terreno a la minería como principal industria del país. En este proceso las zonas rurales acogieron mucho movimiento de gente.
Actualmente la tendencia es que los desplazados internos van de las zonas agrarias a los grandes núcleos urbanos. «Estos tránsitos se producen sin ningún apoyo público, ni cuidado para quienes llegan a las ciudades ensanchando los cinturones de pobreza que las rodean. Además, en un país donde se recaudan muy pocos impuestos, es muy difícil proporcionar servicios básicos a la población.» La gran mayoría se dedica a trabajos informales, por ejemplo el de reparación de autos. «Mientras que en Europa es común que ante una avería uno acuda al concesionario a reponer la pieza que falla, acá el mecánico fabrica artesanalmente los remaches necesarios.»
Paralelamente a las políticas aplicadas por las élites bolivianas, la población ha venido sufriendo la intervención norteamericana. «Los Estados Unidos han estado marcando siempre la agenda del país.» Un ejemplo claro es su papel en los valles cocaleros. «Allí el ejército yanqui junto con el propio ejército boliviano entraban, barrían, limpiaban, violaban, desaparecían, mataban... con toda impunidad.» Una sistemática vulneración de los derechos humanos, hasta que los cocaleros comenzaron a organizarse. «Esta resistencia que viene de los años 70 y que secundaron los sindicatos en sus respectivos campos, ha desembocado en los cambios de hoy. La gente de los movimientos sociales sabemos que los cambios importantes se producen poco a poco. Las transformaciones sociales son producto de una complejidad de movimientos que van desarrollándose paso a paso hasta confluir. «
La guerra del agua es uno de esos pasos. A principios del nuevo siglo se intentó privatizar este recurso básico en una zona deprimidísima, donde la gente se desplazaba kilómetros para abastecerse. Ellos mismos fueron construyendo sus propios canales y las em-presas llegaron para privatizarlo todo y pretender cobrarles el servicio. «Un dinero que no iba a repercutir en el país, si no que como suele suceder, los beneficios saldrían hacia las cuentas de la empresa privada y sus cómplices políticos. La gente dice basta, se levanta, sale a la calle y tira piedras.» Principalmente las mujeres, las «cholas» trabajadoras de la tierra, van a encabezar la protesta.
En las tierras bajas de la Amazonía las comunidades también van a levantarse para reclamar sus derechos y el reconocimiento a su cultura y su forma de vida. «Pueblos enteros recorren mil kilómetros hacia la capital. Es el pueblo entero el que se moviliza; familias, niños, abuelos, padres, madres, juntos caminan durante días.» Esta marcha confluye con la llamada guerra del gas. De nuevo las multinacionales del saqueo pretendían sacar el gas del país sin dejar nada para la gente. En el Alto, ciudad satelital situada sobre La Paz, la gente dice basta. La situación de La Paz, ubicada en una depresión, no le permite extenderse por lo que el movimiento migratorio hacia la capital conformó la creación de la ciudad de El Alto en la cima de la depresión. «Esta situación permitió que la población de El Alto cercara a La Paz y la dejara sin suministros para abastecerse dando comienzo a duros enfrentamientos.»
El presidente del momento es Gonzalo Sánchez de Lozada, un hombre que forma parte de Repsol y que habla mejor el inglés que el castellano. «Tiene innumerables negocios mineros en el país y siguiendo la tradición criolla de los últimos 200 años, nunca se ha preocupado por la gente a la que gobierna. Por esta misma razón, no vio venir las transformaciones que se estaban dando en el país, el cambio de paradigma que la gente estaba llevando a cabo.» El presidente sale huyendo y sube al poder Carlos de Mesa quien convoca a elecciones en 2002, a las que Evo Morales se presenta.
El proceso constituyente
Antes de comenzar a analizar los pormenores de la década de Evo Morales en el poder, Betty quiere enfatizar la importancia de los movimientos sociales en todo este proceso de trasfor-mación social en su país. «Las comunidades indígenas, los sindicatos, los cocaleros, todos a los que se les había enseñado que eran nada, han luchado y resistido desde siempre. Esta lucha ha permitido que la gente vaya entrando en la política poco a poco y se vayan produciendo los cambios. Hay hombres y mujeres que se han organizado, han acumulado una experiencia de lucha y no van a parar sólo porque ahora tengan un presidente indígena. El cambio ha supuesto dar valor a nuestra historia y a nuestra cultura.» Destaca además que este proceso está insertado en el conjunto latinoamericano. «Si los movimientos sociales avanzan es porque van encontrando ecos en otros pueblos que también se mueven. Es la vuelta de la autoestima que forma parte de un cambio global latinoamericano, que consiguió parar al todopoderoso imperio yanqui. Se le dijo: estamos organizados y ya no tienes que hacer nada aquí.» Estos pueblos indígenas reivindican su derecho no a vivir mejor, sino a vivir bien. «La idea del buen-vivir es común a todos, interpretada según la cosmovisión de cada uno. Supone una vuelta a la mirada reflexiva sobre la convivencia física y espiritual con la naturaleza que durante siglos ha sido denigrada.»
La llegada de Evo Morales a la presidencia supone el inicio de un proceso constituyente al que están llamados todos los sectores de la población. «Se trata de un proceso complejo en el que no faltan situaciones tensas en regiones donde hay gente que pierde poder y otros que aspiran a ese poder.» Todos recuerdan imágenes como las de los mineros, dinamita en mano, amenazando núcleos urbanos. «Bien es cierto que no es un proceso perfecto, que no todos estuvieron representados y que podría haber sido mejor pero es la primera vez que la gente se junta para decidir cómo quiere gobernarse. En Bolivia viven 36 comunidades indígenas y dentro de esa gran variedad que somos, vamos a darnos un espacio para hablar y entendernos, Sectores sociales que nunca antes habían estado representados ahora tienen voz. Antes sobre mi pueblo se decidía, se hacía con él lo que venía en gana, ahora tenemos capacidad de decisión, este es el gran cambio.»
Una vez acordada la nueva constitución, viene la tarea de ver cómo se aplica. Se crean las autonomías territoriales y en ellas se implica el pueblo. «Se le está pidiendo a la gente su voz por medio de los referéndums, antes se les ignoraba y del mismo modo, ellos ignoraban la política. Antes había un vacío de propuestas porque había un vacío de conocimiento, ese vacío ya no existe; la gente está organizada, informada y propone.» Vale la pena destacar, cómo las mujeres se han ganado a pulso un espacio de participación. «A pesar de todas las dificultades que han tenido, la experiencia ha dado sus frutos. También se han organizado, saben lo que quieren y cómo formular sus demandas y esto no va a parar.»
El gobierno de Morales
Una de las medias más sonadas del gobierno de Evo Morales fue la nacionalización de los hidrocarburos en 2006. «Los recursos que hay bajo el suelo de la nación pertenecen al pueblo. Pero la gente con su tradicional visión infravalorada de sí mismos, pensaba que el empresariado les hacía un favor poniendo su industria para traerles progreso. Sucedía por aquel entonces que Repsol llegaba y decía: quítese esta población de acá que voy montar unos pozos de petróleo. Se llevaba todo el beneficio dejando, eso sí, una cantidad para los políticos que le legitimaban y apoyaban con sus fuerzas de seguridad.» Nada para el pueblo.
«Un pozo petrolero significa una degradación no sólo medioambiental sino también social. Hay 200 o 300 trabajadores para los que las mujeres autóctonas van a ser sus prostitutas. Los hombres van a ser subcontratados precariamente. No hay un reconocimiento al pueblo de su territorio. Aun así la gente pensaba que la nacionalización sería la ruina, acabaría con el trabajo y el desarrollo. Sin embargo la nacionalización ha supuesto la apropiación de los recursos.» Esto ha permitido varias medidas sociales como el bono a la infancia durante el proceso de escolari-zación o los bonos para los jubilados. El salario mínimo ha pasado de 800 a 1.300 bolivianos, con dos pagas extras al año, lo que ha aumentado la capacidad de consumo de la población. Las situaciones de pobreza extrema se han reducido considerablemente. «No falta quien afirma que se trata de políticas populistas pero es también la demostración de que nosotros como pueblo generamos riqueza de la que podemos disfrutar. Supone también la recuperación de la autonomía del Estado. Los recursos que nos eran expropiados sin vergüenza ni compasión son ahora nuestros y esto va generando cambios también en la conciencia de la población. La gente se ha ido apropiando y tomando conciencia de lo que le pertenece.»
Con todo, Betty también se muestra crítica con el actual gobierno. «A mí no me gusta Evo porque se ha perpetuado en el poder, cuando dijo que sólo iba a acompañar el proceso. Sigue ganando elecciones, en parte también por la nula capacidad de reacción de la burguesía que no ha sabido cambiar el chip y asumir los cambios que se han llevado a cabo en el país.» El gobierno sí se ha encontrado con la problemática de la burguesía en la zona oriental. Mientras se producían las guerras del gas y el agua, esta burguesía empezó a movilizarse tras descubrir grandes yacimientos de gas y petróleo en su territorio. Comenzaron los discursos independentistas jugando la excusa del abandono al que se veían sometidos por la tradicional política centralista del país. Su argumentación resulta racista y elitista a un tiempo. «Dicen cosas como que no tienen nada que ver con la indiada del Altiplano, presumen de hablar el inglés y reclaman la autonomía justo cuando han visto que pueden tener el futuro asegurado con los yacimientos.»
También hay que decir que los críticos con el gobierno son perseguidos y reprimidos. «La nueva casta debe renovarse, también deben aprenderlo; ellos mismos se deterioran porque no están permitiendo la crítica y la discrepancia. Los movimientos sociales siguen manteniéndose en lucha sabedores de que los procesos de transformación llevan su tiempo.» Entre los desafíos para el futuro más inmediato Betty ve el que la represión pueda terminar por acallar a estos movimientos. «El mantenerse siempre en la lucha, en situaciones de emergencia, conlleva el lógico cansancio que puede derivar en que la gente se conforme con lo que el gobierno les dé.» «Hay problemas, hay represión, la complejidad es la norma de los procesos importantes pero yo me quedo con la envergadura del cambio estructural que se sigue produciendo actualmente.»
Trabajo comunitario en el Beni
En 2008 una riada provocó grandes innudaciones en la ciudad de Trinidad. Se produjo una llamada de emergencia internacional de la que Psicólogos Sin Fronteras se hace eco. «Nosotras actuamos siempre que encontramos una contraparte local, para apoyar a los psicólogos de la zona y reforzar lo que ya hay. Nunca vamos de forma autónoma. Al destruirse las casas por la riada se construyen nuevos barrios y nuestra labor es la de formar un sentimiento de cohesión y comunidad en el nuevo escenario. Se trata de reforzar el tejido nuevo que se va a formar. El enfoque comunitario trabaja desde la lógica de que una comunidad tiene capacidades, no es gente que está desamparada e inútil. La situación de emergencia bloquea o merma estas capacidades, así que nuestro trabajo consiste en apoyarlos, fomentar su conciencia de comunidad para ponerla en práctica y lograr la recuperación.»
De esta situación de emergencia se pa-só en un segundo momento a una de acompañamiento. «Detectamos que las mujeres querían reforzar sus derechos laborales. Se planteó como una necesidad de la comunidad que fueran ellas las que hablaran ¿Por qué insistían en sus derechos laborales?». Son mujeres que trabajan todo el día generalmente en empleos domésticos y de limpieza, cuando llegan a casa el marido les pega y les quita la plata. «Entendimos que detrás había un problema de violencia de género. Hablamos de una región donde el machismo es incluso un valor positivo socialmente aceptado. Se empezó a trabajar para reconocer este problema y buscando empoderar a las propias vecinas para que fueran ellas y no nosotras las que mediaran con la comunidad. Una mujer empoderada en ese contexto es un peligro, a algunas las mataban. Pero se sigue trabajando, las mujeres se siguen juntando y sacando medidas y soluciones. Estas mujeres han ido tomando voz en los últimos dos años y ya no van a callar.»
Además de la violencia de género se profundiza detectando un problema de violencia a menores. Bolivia tiene un 23% de la población entre los 0 y los 19 años, unos tres millones de personas. De ellas al menos el 21% está embarazada y el 60% es menor de 15 años. «La embarazada adolescente se encuentra y sigue reproduciendo un ciclo de pobreza del que no puede salir. La población no considera esta situación como síntoma de pobreza y violencia. Esto es lo que nosotras tratamos de visibilizar y reclamar el derecho a una sexualidad digna. Para lograrlo se necesita la implicación de la comunidad y el aprendizaje compartido.»
Betty nos explica esto del apredizaje compartido. «La cooperación formal a mí me molesta y molesta a nuestros pueblos. Nosotros vivimos en comunidades, nuestros pueblos son pueblos comunitarios, no vivimos de forma individual como en Europa. Por eso nuestros procesos son de encuentro, de aprendizaje compartido. En el momento en que el extranjero viene, nos conoce y se involucra en nuestro procesos, cambia.»
Para acabar una recomendación: «Igual aquí la Europa de los derechos no es tal, existen la criminalización, los CIEs, los deshaucios... igual el camino recorrido para alcanzar esos derechos de los que se hacen gala tiene sus fallos que deben replantearse y para ello quizá pueden aprender de las formas que tenemos acá.»