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En busca de un mar perdido

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Han transcurrido once años desde el día cuando el entonces presidente  venezolano  Hugo Chávez dijo aquello de que “sueño con bañarme en una playa de Bolivia” una frase necesariamente eufemística de respaldo a la permanente postura boliviana de recuperar un territorio en el mar Pacífico. Chávez habló en suelo boliviano el 15 de noviembre de 2003  mientras se desarrollaba una Cumbre Iberoamericana en Santa Cruz de la Sierra y apuntó que Chile le quitó el mar a su vecino país mediante una guerra. De regreso en Caracas reiteró su postura y sostuvo: “Jamás hemos hecho guerras contra el un pueblo hermano para quitarle un mar, una montaña o para quitarles nada”.

En efecto con ocasión de la mal llamada «Guerra del Pacífico» que en con-tra de Perú y Bolivia inició Chile en 1879 al triunfar el agresor se apoderó de l80.000 kiló-metros cuadrados que pertenecían a Perú y Bolivia y que incluían la provincia boliviana de Antofagasta que poseía costas al mar Pacífico. La primera acción bélica, léase la ocupación militar por Chile del puerto antofagastino, ocurrió el 14 de febrero de 1879 y transcurridos tres días el presidente boliviano Hilarión Daza declaraba:
“El día l4 de los corrientes, dos naves de guerra con 800 hombres desembar-caron y apoyados por un considerable número de gentes depravadas por la miseria y el vicio, asesinos de cuchillo corvo, se han apoderado por sorpresa de nuestros indefensos puertos de Antofagasta y Mejillones”.
Los conflictos chileno-bolivianos son pues de larga data, aunque ha habido también tratados como el de 1904 que Santiago caracteriza como un conve-nio de paz aunque realmente no merece ese título pues no contempla la prin-cipal reivindicación de Bolivia como es la de un real territorio con salida al océano. El año pasado (2013) el presi-dente Evo Morales anunció que su país recurriría a la Corte Internacional de Justicia   (La Haya) y al efecto apuntó:
“Dialogar con Chile es seguir perdiendo el tiempo. Creo que todos los gobiernos hemos caído en la trampa del Gobierno de Chile, de diálogo y diálogo sin resultados. Bolivia, luego de sufrir el estrangulamiento económico y las amenazas de una invasión militar fue obligada a suscribir el injusto Tratado de Paz y Amistad de 1904 que ha mutilado a nuestro territorio y despojado del mar”.(1)
Para entender lo que ocurre hoy hay que conocer lo que pasó ayer dice un dicho popular. El historiador chileno Osvaldo Silva Galdames escribió : “En 1874 un nuevo tratado mantuvo como límite el paralelo 24 de latitud sur y la medianería en los derechos de exportación de guano(estiércol de aves marinas). A cambio, Bolivia convino no aumentar durante 25 años los impuestos y contribuciones a las personas, industrias y capitales chilenos que operaban en la provincia de Anto-fagasta. Sin embargo, en 1878 una ley  gravó con 10 centavos cada quintal de salitre exportado. Ello motivó la intervención militar chilena. Tal fue el origen de la Guerra del Pacífico.” (2) ¿Una guerra por diez centavos? Naturalmente que no y otro experto opina al respecto.
Felipe Portales, también historiador y chileno, expone a propósito del conflicto: “También es incuestionable que la guerra, y particularmente su victoria, tuvo una gran incidencia en el desarrollo del país. De partida, según diversos contemporáneos y estudiosos, evitó una crisis social de proporciones, dado el profundo deterioro económico que se experimentó en la década del 70, como efecto de la gran recesión internacional de 1873”. Añade: “Así, de acuerdo al comentarista político Federico Gil, si no hubiera acontecido la Guerra del Pacífico “es posible que una revolución hubiera puesto fin a la administración de Pinto” (sic), (alusión al entonces Presidente chileno Aníbal Pinto (1876-1881). (3)
Declarada la guerra el cinco de abril de l879 y finalizada con la victoria chilena, sendos Tratados de Paz se suscribieron con Perú en 1883 y con Bolivia en 1884. Como este último perdió sus territorios oceánicos, Chile le otorgó facilidades para el uso de los puertos chilenos, tema que fue remarcado en el discutido convenio de 1904. Bolivia sostiene además que Chile ha incumplido ese convenio y argumenta, por ejemplo, que el puerto chileno de Arica que ha utilizado mayormente La Paz para la importación-exportación ha sido privatizado y con ello se produjo una gran incremento de las tarifas. (En un 250 por ciento según fuentes bolivianas).
En el año 2004, en vísperas del centenario de aquel tratado, a Emilio Ruiz-Tagle, cónsul de Chile en La Paz, se le ocurrió sugerir que Bolivia podría quizás recuperar su salida al mar. El 28 de septiembre fue destituido por el entonces presidente, Ricardo Lagos. La deposición del diplomático se explica pues se había roto la tesis de que aquel convenio era inmodificable, aunque es obvio que todo puede alterarse si hay acuerdo mutuo.
El 27 de marzo de 2011, Alfredo Moreno entonces Canciller del presidente chileno Sebastián Piñera, afirmaba que “Más del 70% de Bolivia tiene acceso al mar a través de los puertos chilenos”. Fue asimismo en 2011 que Evo Morales proclamó: “La lucha por nuestra reivindicación marítima, mucha historia por 132 años, ahora debe incluir otro elemento fundamental: el acudir ante los tribunales y organismos internacionales demandando en derecho y en justicia una salida libre y soberana al Océano Pacífico. Por ahora somos un país sin mar, pero volveremos al mar con soberanía”.(4) En efecto, en el año 2013 el gobierno boliviano presentó con ese objetivo una demanda en la Corte Internacional de La Haya (Holanda).
El gobierno chileno, encabezado ahora por la Presidenta Michelle Bachelet no ha respondido a la acción boliviana y, en subsidio, está sosteniendo en la Corte que ese tribunal no posee la capacidad legal para fallar sobre el planteamiento boliviano.
Al observar la disputa chileno-boliviana queda la impresión de que hablan de asuntos distintos pues Chile plantea que Bolivia sí tiene mar, planteamiento un tanto equívoco pues lo que argumenta Santiago está referido sólo al uso de puertos y sin  soberanía. El historiador chileno Gonzalo Vial escribió en 2008 :
“¿Por qué se pactó tregua y no una paz?” Porque la idea era que Bolivia recuperase litoral, mar, pero no en los (territorios) de preguerra, sino tomándolo de Tacna y Arica ex provincias peruanas”. Es conocido que Perú, aunque derrotado, conservó la facultad de decidir sobre sus territorios perdidos si acaso Chile decidía no utilizarlos. Lima protagonizó entonces una rotunda negativa. Apunta Vial que además, en el convenio de 1895 se preveía “dárselo en otro lugar”. Es decir nos comprometíamos a entregar costa a Bolivia aunque perdiésemos Tacna y Arica.
Otro intento ahora en el siglo XX y protagonizado por dos tiranos, Augusto Pinochet (Chile) y el también general Hugo Banzer (Bolivia) fracasó por las mismas razones ya que se planteaba un corredor para Bolivia al norte de Arica y Perú no aceptó. Tiempo después Pinochet se hizo el loco cuando aseguró que “Bolivia nunca tuvo mar” y remarcó: “Fue algo que mencionó Bolívar y algunos se tomaron de eso para hablar sobre una salida por Antofagasta sin tocar Perú.” La verdad es que Bolívar en 1825 firmó un decreto para establecer a Cobija como puerto boliviano.
Un episodio reciente acerca de esa problemática ocurrió a inicios de noviembre (2014) en la Segunda Conferencia de Naciones Unidas Sobre Países en Desarrollo realizada en Viena. Evo Morales, participante en la reunión, manifestó que “Bolivia afirma que los mares son de todos y para los pueblos”. Aseguró que su país “perdió 400 kilómetros de costa y 120 mil de territorio en 1879”. Agregó que “Bolivia ha sido privado temporalmente de los mares”.
A propósito de los recursos ante La Haya, el presidente Morales declaró en octubre pasado que su país no descartaba una solución bilateral de los problemas pendientes. En respuesta el Canciller chileno (ministro de Relaciones Exteriores) actual Heraldo Muñoz (HM) afirmó: “Chile no va a cambiar de estrategia (sic). Bolivia ha presentado una demanda, por lo tanto, el tema está excluido de la agenda bilateral. Como dato agregado recordemos que HM en 2003 al ser nombrado embajador ante Naciones Unidas (ONU) asombró al mundo diplomático cuando sostuvo que “Chile es un socio y un aliado natural de Estados Unidos”.
En 1986 Muñoz, como experto que es en las relaciones entre países, publicó el libro “Las Relaciones Exteriores del Gobierno Militar Chileno” (5) en el cual señala a propósito de una asamblea de la Organización de Estado Americanos (OEA)  que: “La soledad de Chile en el ámbito interamericano quedó evidenciada en una reunión efectuada en La Paz, pues en 1979, por 25 votos y uno en contra se aprobó una resolución en que se declaró de interés hemisférico permanente encontrar una solución justa y equitativa que proporcione a Bolivia un acceso soberano y útil al Océano Pacífico”. Sin embargo, el propio HM nos cuenta que en 1983 Chile aceptó de hecho considerar la aspiración boliviana al respaldar en la Asamblea de la OEA la siguiente resolución:
“Exhortar a Bolivia y Chile que en aras de la fraternidad americana, inicien un proceso de acercamiento tendiente a superar las dificultades que los separan, incluyendo, en especial, una fórmula que haga posible dar a Bolivia una salida soberana al Océano Pacífico.”
El mar, patrimonio común de la humanidad
Bolivia tiene razón al rechazar que la utilización de un puerto chileno signifique también un acceso al mar. Los mares y océanos cubren 370 millones de los 510 millones de kilómetros cuadrados de la superficie del planeta y a propósito los recursos ubicados en alta mar son “patrimonio común de la humanidad.”
Es conocido que en los fondos marinos y oceánicos se encuentran recursos orgánicos e inorgánicos, léase peces y minerales, útiles para la alimentación humana y del ganado. La proteína de pescado representa un alto porcentaje de la producción mundial de ese elemento. Asimismo en los fondos marinos se encuentran minerales como óxidos de manganeso y de hierro y además níquel, cobre, cobalto, plomo, bario, molibdeno, vanadio y titanio. El denominado mar territorial corresponde desde 1980 a doce millas náuticas (22 kilómetros) y no debe confundirse con la zona económica exclusiva de cada nación que es de 188 millas náuticas, adyacentes al mar territorial.
Un Chile guerrero
Los graves conflictos bélicos de Chile con Perú y Bolivia comenzaron en 1837 cuando el primero invadió Perú para impedir que esas dos naciones latinoamericanas se unieran en una Confederación. Fue una guerra relámpago que logró su objetivo. La segunda acción bélica iniciada en 1879 y finalizada en 1883 fue lisa y llanamente una acto de tónica colonialista.
El 14 de febrero de 1879 Chile invadió la provincia boliviana de Antofagasta con tropas transportadas por mar. En noviembre y diciembre de 1880, 26 mil soldados fueron de nueva cuenta de-sembarcados en los pueblos peruanos de Paracas y Curuyaco y se concentraron en el valle de Lurin para luego iniciar la ofensiva en contra de Lima. Luego de dos batallas el 13 y 15 de enero de 1881, fue ocupada Lima. (Re-cuérdese que la Antofagasta boliviana ya había caído). Los expertos han concluido que en las victorias chilenas fue decisivo el armamento utilizado: carabinas Winchester y Spenses, ametralladoras Gatting y cañones Krupp.
Perú nunca ha olvidado que el país fue ocupado por tropas chilenas hasta 1883 y así, a título de ejemplo, puede leerse en el libro “La Guerra del Pacífico” editado en 1984 por la Universidad Mayor de San Marcos:
“La política que aplicó el ejército chileno en la guerra librada contra el Perú, fue la de causar el mayor daño posible a la propiedad estatal y privada de los peruanos. La prepotencia, el abuso, el robo, el pillaje se convierte en el comportamiento habitual de los chilenos durante la ocupación del territorio peruano”.
¿Racismo?
Es un hecho de la historia que desde su creación como nación soberana Chile ha tenido problemas con los países vecinos y a tal grado que todavía en los días que corren en las fronteras con Argentina, Perú y Bolivia se han “sembrado” minas terrestres. Asimismo, en el más que centenario lío con Bolivia ha influido de manera muy negativa la presencia de un reprobable racismo.
Francisco Antonio Encina, historia-dor de fama, escribe a propósito de un “impulso expansivo del pueblo chileno durante los tres primeros cuartos del siglo XIX”:
“La mayor cantidad de sangre goda que circulaba por las venas del pueblo chileno, en relación a sus hermanos, y la mayor abundancia de energía vital acumulada lo impulsaron hacia las aventuras lejanas. La naturaleza física del territorio, admirablemente adecuada para la vida del blanco pero que nada brindaba espontáneamente, actuó en el mismo sentido de la tendencia racial.
Suma y sigue.
Abraham Köning, Ministro Plenipo-tenciario de Chile afirma en una nota entregada en La Paz:
“Es un error muy esparcido opinar que Bolivia tiene derecho a exigir un puerto en compensación de su litoral. No hay tal cosa. Chile ha ocupado el litoral y se ha apoderado de él con el mismo título con que Alemania anexó al imperio la Alsacia y la Lorena”.
“Nuestros derechos nacen de la victoria, la ley suprema de las naciones”. (6)
David Thomson, en su Historia Mundial, página 141 (Fondo de Cultura Económica) escribió: “El hitlerismo fue antisemítico, porque el prejuicio racial era el camino más corto para destruir los modos racionales de pensar”.
*Periodista y escritor chileno