Junto al presidente salvadoreño, acompañaron la ceremonia los dirigentes de Ecuador, Rafael Correa; Panamá, Juan Carlos Varela, y Honduras, Juan Orlando Hernández, así como el vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, entre otros.
A 35 años de su asesinato a manos de un escuadrón ultra-derechista, el arzobispo Oscar Arnul-fo Romero fue beatificado el pasado sábado en una multitudinaria ceremonia en la capital de El Salvador. La celebración, que comenzó en la noche del viernes con una vigilia en la Plaza del Salvador a la que asistieron alrededor de 300.000 personas, finalizó con la beatificación del arzobispo salvadoreño a cargo del enviado especial del papa Francisco, Ángel Amato.
Muchos de los que llegaron desde el interior del país hicieron noche en las inmediaciones de la plaza elegida para el evento, mientras que los capitalinos salieron de sus casas antes del amanecer para conseguir la mejor ubicación posible. Cerca de 2.000 policías asistieron para garantizar la seguridad del evento, mientras que 45.000 so-corristas prestaron servicio de forma voluntaria. A la celebración concurrieron 5 cardenales, 1.200 sacerdotes y 200 obispos provenientes de Cen-troamérica.
Por su parte, Amato fue el encargado de oficiar la misa. “Esta es una fiesta de gozo y fraternidad para la Iglesia y para la nación salvadoreña”, expresó el emisario oficial del Vaticano. “Romero no es símbolo de división, sino de fraternidad y concordia”, remarcó Amato. La beatificación se concretó cuando la reliquia de Romero, consistente en la camisa ensangrentada que vestía el día de su asesinato, flores y una palma que significa “la victoria de los mártires”, fue incensada por el enviado papal. Tras la declaración, los fieles respondieron con un prolongado aplauso, mientras un coro entonaba “Tu reino es vida, tu reino es verdad”. La ceremonia finalizó con la presentación de un gigantesco retrato de Romero.
El obispo de San Salvador, José Luis Escobar Arias, leyó al público una carta enviada por el pontífice, en la que califica al flamante beato como “siervo de Dios y padre de los pobres”. A través del comunicado, Francisco llamó a la reconciliación en el país, en el que el asesinato de Romero desencadenó una guerra civil que se extendió hasta 1992. “Es momento favorable para una verdadera y propia reconciliación nacional ante los desafíos que hoy se afrontan. En este día de fiesta para la nación salvadoreña, y también para los países hermanos latinoamericanos, damos gracias a Dios porque concedió al obispo mártir (Romero) la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su pueblo”, apuntó Francisco en la misiva.
Por su parte, el obispo italiano Vicenzo Paglia leyó la biografía del nuevo beato en la plaza ante los salvadoreños. “Romero fue un ejemplo de pastor que defendió a los pobres. Él sigue hablando y pidiendo nuestra conversión. Hoy continúa la misa que interrumpieron el día de su muerte”, dijo Paglia.
El gobierno salvadoreño estuvo representado en la especial misa por los presidentes de los órganos del Estado, encabezados por el presidente de la República, Salvador Sánchez Cerén. El mandatario es uno de los principales dirigentes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que nació como organización insurgente para enfrentar a los sectores militares y a los terratenientes, nucleados en la derechista Alianza República Nacionalista (Arena). También asistió a la ceremonia el alcalde de la ciudad de Santa Tecla, Roberto D’Aubuisson, hijo del militar ultrade-rechista a quien se acusa de haber asesinado al flamante beato el 24 de marzo de 1980.
La Comisión de la Verdad, creada por Naciones Unidas tras la guerra civil para investigar la violencia política durante el conflicto, acusó a D’Aubuisson y a sus seguidores más cercanos de ser los ejecutores de Romero mientras oficiaba una misa en la capilla del hospital para enfermos de cáncer de la Divina Providencia, al norte de la capital.
Junto al presidente salvadoreño, acompañaron la ceremonia los dirigentes de Ecuador, Rafael Correa; Panamá, Juan Carlos Varela, y Honduras, Juan Orlando Hernández, así como el vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y el vicepresidente de Venezuela, entre otros líderes latinoamericanos.
Personalidades internacionales, como el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se pronunciaron sobre la beatificación de Romero. “Hoy me uno a la gente de El Salvador y de todo el mundo para recibir con regocijo la beatificación del arzobispo Oscar Romero”, dijo el mandatario estadounidense. “(Romero) Fue una figura inspiradora para la gente de El Salvador y de todo el continente americano. Fue un sacerdote inteligente y un hombre valiente que perseveró a pesar de tener que enfrentarse a la oposición proveniente de los dos extremos del espectro político”, añadió Obama.
Fue el pasado 9 de enero que la Congregación para las Causas de los Santos reconoció por unanimidad que Monseñor Romero fue asesinado por odio a la fe cuando celebraba una misa el 24 de marzo de 1980. Posteriormente, el 3 de febrero, el papa Francisco firmó el decreto que reconoce el martirio del obispo salvadoreño. El 11 de marzo, monseñor Paglia, quien postuló la canonización de Romero, visitó El Salvador y anunció oficialmente la fecha designada por el sumo pontífice para la beatificación.