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¿Por qué el mundo rico le teme a Cuba? |
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escribe Eva Björklund Hace unos días leí un artículo firmado por la ministra sueca de Cooperación, Carin Jämtin y por el jefe de Economía del Banco Mundial que titulaba La igualdad impulsa a la prosperidad. Allí decía entre otras cosas: en una sociedad justa todos tienen las mismas posibilidades.... la desigualdad que resulta de la falta de posibilidades y de la discriminación es inaceptable.... las sociedades con sistemas políticos de más justicia tienen a su vez mejores instituciones económicas...... esto se ilustra claramente en la historia del América del Norte y del Sur, respectivamente Y finalmente argumenta por la necesidad de que los países ricos mantengan su compromiso por un mundo más justo. En estas citas leo el neolenguaje de Orwell, una autosuficiencia neocolonial y que la ministra de Cooperación ahora se ha tragado por completo la ideología de la derecha neoliberal. Más o menos al mismo tiempo el Centro Olof Palme junto con el SILC del Partido Liberal (Folkpartiet) y el Partido Demócrata Cristiano lanzaron Cuba desde adentro, escrito por Henrik G Ehrenberg, jefe de redacción del Kristdemokraten. El libro se trata de Oswaldo Payá, uno de los mas certeros críticos del régimen comunista de Cuba y sobre la necesidad de un levantamiento moral para el pueblo de Cuba basado en la participación, la emancipación personal y la reconciliación. Claro que no se incluye en la presentación que Payá apoyó el golpe derechista en Venezuela en el 2002, ni tampoco la participación de la extrema derecha relacionada con la CIA en su Comité de Diálogo Nacional. Tampoco se mencionan las absurdas acusaciones de Payá contra el gobierno de Cuba de permitir que gente desaparezca y que se asesine a los niños. En la televisión sueca le hemos también escuchado hablar de progroms en Cuba contra disidentes que se maltratan como los nazis trataron a los judíos. A esto el Centro Olof Palme lo llama crítica certera. Este viraje del partido de Olof Palme hacia la derecha, incluyendo la aceptación sin crítica de la propaganda goebbeliana de EE.UU contra Cuba, es una notable expresión de lo que se llama cambio de paradigma. Cómo esto ha sido posible en el partido, país, gobierno que en los años 70 se separaba de los otros en el mundo capitalista con su apoyo a la liberación de los pueblos oprimidos, por cierto habían más motivos que los solidarios, pero de todas formas no lo voy a analizar aquí. Pero noto que la oficialidad en Suecia en 30 años se ha convertido en uno de los más militantes en la difamación de Cuba. Este cambio de paradigma también se ha filtrado al Partido de Izquierda donde representantes prominentes sienten la necesidad de distanciarse de la Cuba que hoy siempre tiene que mencionarse con el epíteto de dictadura. La guerra propagandística contra Cuba ha escalado sin parar a partir de la mitad de los años 90, paralelamente con el aumento del río multimillonario de dólares provenientes del régimen de los EE.UU para por un lado crear una quinta columna en Cuba, y por el otro crear una opinión pública en el mundo occidental de apoyo a una intervención en Cuba. Es lamentable constatar como esta propaganda ha logrado distorsionar la vista e impedir a la gente conocer la realidad cubana. Porque es Cuba quien hoy constituye uno de los más evidentes ejemplos de que la igualdad impulsa a la prosperidad, y de una política que no sólo en palabras sino también en la práctica se basa en que la desigualdad que resulta de la falta de posibilidades y de la discriminación es inaceptable. Y que muestra que no es la creencia en los modelos del mundo rico que conlleva a un mundo más justo, sino a lo contrario. Y aquí encontramos una de los motivos para el bloqueo de la información real sobre Cuba y sobre el aprecio y la admiración que el país recibe del mundo real, de los pobres que son el 85% de los ciudadanos del globo, de los que sufren el saqueo del mundo rico pero en contraste reciben la excepcional solidaridad cubana: los miles de médicos, maestros, especialistas de todos los tipos que contribuyen a mantener viva la esperanza de un mundo mejor; esos que obligan a sus gobiernos a oponerse a la presión del régimen de los EE.UU y -como hicieron hace poco en la cumbre Iberoamericana en Salamanca- exigir que los EE.UU levanten inmediatamente el bloqueo y terminen de proteger a su propio superterrorista Posada Carriles. Son aquellos que se han unido en todo el mundo en comités para exigir la libertad de los 5 antiterroristas presos políticos en los EE.UU, que permanecen encarcelados a pesar de que el juicio se ha declarado inválido. El creciente movimiento de solidaridad se viene construyendo no sobre ilusiones de que Cuba es la sociedad ideal perfecta. Se basa en que la sociedad cubana, a pesar de más de 40 años de guerra económica, biológica y de propaganda desde el superpoder más fuerte del mundo, de una forma excepcional ha podido cumplir con los derechos humanos a la vida, a la salud, a la educación, al trabajo, a la vivienda, a la cultura y a la participación, entre otras. En la temporada de huracanes esto se ha demostrado aún con mayor claridad. Organizaciones internacionales han señalado a Cuba como el país que mejor que otros en el mundo protege a su población de las catástrofes naturales. De acuerdo a la organización de cooperación internacional Oxfam América, ésto se debe entre otras cosas al sentido de pertenencia social, a la solidaridad y a la confianza recíproca entre las autoridades y la sociedad civil. La Cruz Roja Internacional en su estudio sobre prevención y protección de catástrofes naturales llega a la misma conclusión. La explicación de Oxfam es al mismo tiempo una descripción de importantes cimientos de una democracia verdadera. Para esconder esto y contrarrestar la decreciente confianza en la democracia liberal en Latinoamérica -y en muchos otros lugares- el régimen de los EE.UU se ha visto obligado a dedicar decenas de millones de dólares al año para por una parte bloquear el desarrollo económico de Cuba, y por la otra señalar a la isla como una dictadura. Los barómetros latinos anuales de encuestas de opinión sobre el apoyo a la democracia muestran que entre 1996 y 2004 este ha disminuido notablemente en todos los países excepto Venezuela donde ha aumentado del 62% al 74% (Cuba no está incluida en la encuesta). La disminución del 60% al 40% es común con el correspondiente aumento de confianza en un régimen autoritario. Cuando el sistema de gobierno no contribuye a mejorar las condiciones para la mayoría pobre pierde la credibilidad, independientemente de las formas. Las formas de democracia liberal del mundo occidental se han mostrado efectivas para lograr que los pueblos, tanto del mundo rico como del pobre, se abstengan de exigir justicia, igualdad y democracia verdadera. Aquellos que se favorecen del orden mundial neoliberal comprenden lo peligroso que son todos los intentos de profundizar el concepto de la democracia, tanto en la teoría como en la práctica. Por eso es característico que Carin Jämtin no saque ninguna conclusión lógica de sus palabras: las sociedades con repartición mas igualitaria de recursos casi siempre tienen un sistema político mas justo, donde una mayoría de los ciudadanos, y no solamente una élite, directa o indirectamente participan en la toma de decisiones en la sociedad. |
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