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En homenaje a los opositores turcos |
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escribe Juan Cameron Una nueva tarea de Elías Letelier en el campo de las luchas libertarias se cumple con la publicación de «Canto a un prisionero/ Antología de Poetas americanos/ Homenaje a los Presos Políticos en Turquía». La obra, aparecida en los meses recientes bajo el sello de Editorial Poetas Antiimperialistas de América, reúne a casi un centenar de autores de nuestro continente, con textos escritos especialmente o seleccionados por el antologador para esta ocasión. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Es una vieja pregunta para un mismo tema. En el caso de la poesía, la cuestión es si acaso ésta sirve para algo, tal vez para la liberación humana, aún en estos tiempos cuando, literalmente, se trata de un producto sin mercado. El nivel de tontera, de analfabetismo, de superficialidad la ha superado. No es la época en que el lector medio pueda descifrar algo más allá de un spot publicitario -y siempre que venga en formato televisivo- así que no le exijan tanto al pensamiento. Cualquier gesto resulta ahora auténtico, cualquier niño maneja una locomotora, cualquier imbécil hace una instalación; estamos en la era del mediocre, del triunfo de los acuerdos. Y entonces, así como no debe sorprender la irracionalidad del aula universitaria, con su teoría del gaysaber (¡Ah, don Antonio Machado!), sorprende sin embargo que aún haya intentos por darle a la poesía esa extraña tarea de ser partera de la historia. Como en el caso de la antología de poetas americanos en homenaje a los presos políticos en Turquía, Canto a un prisionero, de Elías Letelier, poeta chileno radicado en Canadá. ¿Qué fue primero, el huevo o el gallinazo, se pregunta uno? Porque un helicóptero es poesía tanto como el gallinazo es belleza y eso que ya no se confunde el tableteo de la máquina de escribir con el de la ametralladora -ambos productos al parecer desfasados. Casi un centenar de poetas de distintas nacionalidades y estaturas literarias se dan cita en sus doscientas páginas, algunos con textos escritos para esta especial ocasión, como es el caso (y por citar sólo a algunos) de Alfredo Lavergne, Antonio Álvarez Bürger, Roberto Yáñez, Patricia Cabezas Flores, Emanuel Alvarado y Miquel Segovia Aparicio. Pero las más de las veces se trata de manifiestos políticos que no alcanzan un desarrollo estético suficiente. En estos tiempos de hambruna intelectual, y política por cierto, se recomienda a los poetas informarse sobre la materia. Un armero es un armero porque sabe de armas; no porque las va a utilizar en contra del tirano o del pueblo o de los verdes o de los rosados; el armero es un tipo que domina las armas. Si va a la guerra y no sabe de ellas, malditas sean sus buenas intenciones; porque va al muere. A los poetas le pasa exactamente lo mismo. El problema se presenta cuando uno anda por el mismo bando y no quiere gastar pólvora en gallinazos; porque de tanto disparo nos vamos a morir de hambre. ¿Y qué hacer frente a este monumental esfuerzo del poeta Elías Letelier y a la necesidad de un pronunciamiento humano frente a una cuestión real y tan cierta como la miseria que nos cobija? ¿Servirá la poesía? Porque en este caso, una decena de poetas no han de salvar el intento. Razón tiene Virginia Vidal, en el prólogo de esta recopilación, al calificarla como una «admirable iniciativa solidaria de Poetas Antiimperialistas que lanzan desde nuestro continente un llamado al mundo para acabar con una de las peores atrocidades de la globalización». La imagen de Nazim Hikmet continúa siendo la luz que aún conmueve nuestro espíritu ante la injusticia y la barbarie. Hikmet es un luchador y un poeta, grande en ambos estadios de la conducta humana. Pero también lo es, para los de esta orilla, la figura de Noam Chomsky, escritor y testigo de causas nobles, citado allí por Vidal. Chomsky fue a Turquía y compareció en el juicio iniciado contra un editor que publicara una conferencia de éste sobre la presencia norteamericana en Medio Oriente. El lingüista, con ocasión de este viaje, calificó a los escritores turcos como personas muy valientes y denunció el incremento de la represión en el país asiático, a partir del 11 de septiembre de 2002. Elías Letelier, por su parte, nos indica que se trata de una nación estratégica para los intereses de los Estados Unidos y que este último país ha permitido la existencia «de un régimen coercitivo que emplea métodos de tortura y aniquilamiento psicofísico destinado a la supresión del estado psíquico del individuo que se expresa y disiente». Al parecer este meritorio esfuerzo tuvo una gestación apresurada. Se echa de menos una gran cantidad de nombres que enriquecen hoy día la literatura de nuestro continente, cuyos textos habrían proporcionado una mayor prestancia a esta obra. Una revisión más acabada de las pruebas, por otro lado, se hacía necesaria frente a la notoria cantidad de erratas y al incompleto ajuste de los datos biobibliográficos. Con todo, el poeta Letelier se lanza a la lucha como siempre lo ha hecho; no importa si vuelan plumas. Y tampoco camina como pisando huevos. Bien por eso. |
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