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Peligrosamente alineado a la UE y EE.UU |
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escribe Ernesto Tamara
Si se compara la Suecia en la que Olof Palme encabezaba una marcha contra los bombardeos norteamericanos a Hanoi y la actual política de colaboración con Estados Unidos en Afganistán e Irak, no cabe ninguna duda que el país ha cambiado, que la Socialdemocracia ha cambiado, y mucho. La política de neutralidad y libre de alianzas militares, que se mantiene en su formulación oficial, no se corresponde con la práctica. En abril de 2003, el primer ministro Göran Persson, al justificar la política de alineamiento con Estados Unidos y Europa, sostuvo que Suecia no fue neutral en la Segunda Guerra Mundial, contradiciendo la versión oficial. El primer ministro hacía mención a la "neutralidad" sueca que entonces permitía el libre tránsito de tropas alemanas a Noruega y Finlandia, el trabajo de la Gestapo en territorio sueco contra los guerrilleros de la resistencia danesa, y la internación en campos de trabajo forzoso de los militantes comunistas de entonces. Hace muy poco, con el rescate de un avión DC3 derribado por los soviéticos en el Báltico y perdido desde entonces, también se reveló que Suecia realizó acciones de espionaje para la CIA y Gran Bretaña en la década del 50. El avión tenía instrumental electrónico muy avanzado para la época y realizaba misiones de comprobación de las defensas soviéticas. Aunque todavía no se ha realizado una evaluación histórica de la política de neutralidad tan defendida por los gobiernos socialdemócratas en todo el pasado siglo, una revisión superficial permite constatar que la "neutralidad" no fue equilibrada, y en muchos casos fue activa o cómplice con alguna potencia en contienda, aunque también tuvo momentos luminosos de fuerte independencia, especialmente cuando la Socialdemocracia era conducida por Olof Palme. Un personaje por demás olvidado en la Suecia actual. Entre los "pecados" de Palme que permitieron fortalecer el rol internacional de Suecia y afianzar la definición de neutralidad, cabe destacar sus iniciativas por el desarme nuclear a través de la Comisión Palme, sus visitas a Cuba y Nicaragua y la condena a la agresión norteamericana a estos pueblos, y anteriormente a la guerra en Vietnam o la invasión soviética a Checoslovaquia. También destacaba el activo papel de condena a las dictaduras latinoamericanas y la política de asilo político, especialmente cuando el golpe militar del general Pinochet en Chile, cuando el embajador sueco salvó a centenares de personas. En la década del 60 Suecia participó activamente en el Grupo de Países No Alineados y trabajó para que los países ricos contribuyeran económicamente a los países subdesarrollados, no sólo en los foros internacionales sino destinando parte de su producto bruto interno a la ayuda internacional. Esa política libre de alianzas permitía a Suecia comerciar con todo el mundo, a la vez que los bloques intentaban "conquistarla" ofreciéndole ventajas de todo tipo, con lo que el país al tiempo que promovía la paz, la tolerancia y las relaciones entre todos los sistemas, tambien se beneficiaba. Paralelamente, el aparato estatal, el bloque burgués y la socialdemocracia, desarrollaban una activa política contra el bloque soviético que coincidía con la política norteamericana y de la OTAN. Por ejemplo, el activo respaldo al sindicato Solidaridad en Polonia, con el envío de materiales, imprentas, dinero etc. Una activa campaña de aislamiento de los gobiernos de la llamada Europa del Este, y hasta la preparación de las fuerzas armadas para "responder" a un ataque que sólo se preveía del Este. Así, hasta ahora por ejemplo, las siluetas contra la que disparan los reclutas y soldados suecos tienen la imagen de un soldado soviético o ruso. El incidente del submarino ruso encallado en las costas suecas en 1984 también permitió revelar que la neutralidad era activa a favor de la OTAN. Ese mismo año se reveló que aviones del pacto militar del Atlántico Norte habían violado 50 veces el espacio aéreo sueco sin que se produjera un solo reclamo. Los servicios secretos suecos también mantenían -y mantienen- una activa colaboración con muchos regimenes que el gobierno condena oficialmente. Al mismo tiempo que el gobierno sueco condenaba a las dictaduras latinoamericanas y de otras regiones, y recibía refugiados políticos, los servicios secretos suecos enviaban información a esas mismas dictaduras. En la década de los 80 fueron sancionados agentes de la SÄPO por entregar información a la dictadura turca, y en los 70, por ejemplo, la dictadura uruguaya tenía información del pasaje de refugiados políticos por Suecia entregadas por la seguridad de este país. También más cerca en el tiempo, se reveló el envio de información al gobierno de Fujimori en Perú. De todas maneras, en el plano formal la política sueca era de neutralidad, y como ya se dijo, con momentos brillantes de independencia. A tal punto que después del asesinato del entonces primer ministro Olof Palme, Suecia fue perdiendo influencia en la arena internacional, su voz dejó de tener peso, y un alto funcionario norteamericano llegó a decir, en una entrevista a raíz del asesinato de Palme, que recién entonces el país había encontrado su verdadero status en la escena internacional y que el ex primer ministro era "un mete líos". ¿Una nueva alineación? Suecia ha acompasado su política exterior y de seguridad a los acuerdos de Maastrich de la Unión Europea y que llega a abarcar aspecto de la Defensa. Desde su incorporación a la UE, Suecia ha votado casi siempre junto a los países de la UE en las Naciones Unidas. Desde 1990 en adelante, el tono crítico de Suecia a la política de otros países ha disminuído notablemente en los foros internacionales (mantiene algunas excepciones y casi siempre coincide con las críticas que las grandes potencias realizan, como por ejemplo al programa nuclear coreano, al supuesto programa nuclear iraní, etc), y prácticamente ha cesado de cuestionar a las potencias occidentales. El país también se ha acercado más a la OTAN, mantiene además un representante en su cuartel general, y ha ingresado al convenio de Cooperación para la Paz que dirige ese organismo en Bosnia. Además se ha iniciado una colaboración de la industria de defensa con los demás países de la UE. En una declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de febrero de 1999, se sostenía que "la OTAN se ha modificado dinámicamente desde el fin de la llamada "guerra fría", tanto en sus objetivos, organización y estados miembros". Enseguida se admitía que la política de libre alianzas militares no significaba la no colaboración, y de esa manera aceptaba la subordinación de las tropas suecas en Bosnia como una contribución a la prevención de conflictos. "Suecia participar activa y concretamente en colaborar en la prevención de conflictos y en misiones de paz en Europa y globalmente", sostenía el comunicado. Además el comunicado subrayaba que "Suecia aprueba la expasión de la OTAN hacia el este, y la colaboración de Suecia con la alianza de defensa occidental será más íntima". Inmediatamente después de los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de setiembre de 2001, el primer ministro Persson dió su apoyo incondicional a la decisión norteamericana de bombardear Afganistán, concediendo una supuesto derecho a la "autodefensa". Esto pese a que la Carta de las Naciones Unidas prohibe las guerras, con la única excepción de la autodefensa cuando un país es atacado por otro. Una situación que no había sucedido. La interpretación norteamericana de que sus bombardeos a Afganistán y posterior invasión era en uso del derecho de autodefensa, era admitida sin cuestionar por el gobierno sueco, pese a las críticas generales a esa torcida interpretación de la Carta de la ONU. Como se comprobó dos años más tarde, en la invasión a Irak, apenas criticada en voz baja por el gobierno sueco, la admisión del derecho de defensa esgrimido entonces había habilitado a la mayor potencia militar del planeta a intervenir donde quisiera. Persson justificó entonces su aceptación de la agresión norteamericana a Afganistán, bajo la premisa de autodefensa, como un desarrollo del derecho internacional de los pueblos. En febrero del 2004, casi un año después de iniciada la invasión a Irak, la ministra de Relaciones Exteriores, Laila Freivalds, en su informe al parlamento sólo comentó: "Cuando los Estados Unidos y sus miembros de la coalición decidieron iniciar la guerra contra Irak pusieron de lado al Consejo de Seguridad de la ONU. Ahora crece la conciencia de que la ONU es necesaria para llevar adelante el desarrollo en Irak". Ni una sóla crítica a Estados Unidos, apenas la mención que "dejó de lado" el Consejo de Seguridad, cuando se debería decir que violó todas las leyes internacionales y la Carta de las Naciones Unidas. En ese entonces Estados Unidos mantenía en la prisión de Guatánamo a un ciudadano sueco capturado en Afganistán, sin acusación alguna. "Resulta evidente que el Gobierno de Suecia y el Gobierno de los Estados Unidos tienen, en este caso, un concepto diferente sobre lo que es admisible en materia de derecho internacional. Lamentablemente esto también incluye su concepto sobre el Tribunal Penal Internacional", decía el informe de la ministra al parlamento. Para cualquier observador internacional el marca estas diferencias sugeriría que ambos países tienen concepciones diferentes sobre lo que significan los derechos humanos, la soberanía de los pueblos y la democracia. Pero ello no es así para la ministra sueca. "La relación con los Estados Unidos, el llamado Vínculo Transatlántico, es esencial para la seguridad y el desarrollo de Europa. Aunque tengamos a veces opiniones diferentes tenemos los mismos valores fundamentales en lo que a democracia y derechos humanos respecta" dijo Freivalds. Si esto último es cierto, entonces el concepto de democracia y derechos humanos que impulsa Suecia es por demás limitado. Un año más tarde, en el informe anual al parlamento, Freivalds adelantaba un nuevo concepto, la intervención en otros países para defender "los derechos humanos". "La responsabilidad primaria por la seguridad del individuo debe recaer siempre en el Estado soberano. Pero 60 años después de Auschwitz y 10 años después de Srebrenica y Rwanda sabemos que los Estados pueden ser reacios a o incapaces de detener las iniquidades. En tales casos debe intervenir la comunidad internacional. De la Carta de las Naciones Unidas se desprende que el Consejo de Seguridad es responsable de evitar genocidios, asesinatos en masa y limpiezas étnicas. Si el Consejo de Seguridad no asume esta responsabilidad o si abusa de su derecho de veto nos corresponderá a nosotros, previa una evaluación de los aspectos de carácter político o de derecho internacional, hallar otras maneras de actuar para salvar a las personas en esas graves situaciones. El deber de proteger es una responsabilidad compartida que todos debemos estar dispuestos a tomar", explicaba en febrero de este año. De esta manera, la ministra adelantaba el respaldo sueco a la propuesta de Kofi Annan de un nuevo precepto denominado "la obligación de proteger". La ONU constituída originalmente a partir de los estados naciones (soberanos y autodeterminados) abre la posibilidad de que unos intervengan a otros violando la soberanía nacional. Al mismo tiempo, se establece que organizaciones regionales como la Unión Europea o la OEA, puedan decidir intervenciones en algún estado miembro sin tener que consultar al Consejo de Seguridad, con el argumento de que la pasividad no debe ser un impedimento para decidir una "intervención humanitaria". Hasta el momento, para una importante mayoría de países del Tercer Mundo esta propuesta es indigerible. Cuando se presentó la iniciativa a mediados de este año, el gobierno sueco anunció que la respaldaba. Göran Lysén experto sueco en derecho internacional, advirtió que "es el comienzo de un peligroso desarrollo". De hecho para el gobierno de Göran Persson, el principio de soberanía dejó de ser sagrado, cuando en los últimos años ha apoyado las intervenciones militares impuestas por Estados Unidos a la comunidad internacional. -En la primavera de 1999 Suecia apoyó los bombardeos de la OTAN en Kosovo, a pesar de no haber un mandato de la ONU. Entonces Anna Lindh, la desaparecida ministra de Exteriores, lo justificó aduciendo que ello era sólo una excepción que no implicaba escapar al control de la ONU. En junio de 1999 la ministro fundamentó ante el Parlamento, que el principio fundamental que rige una intervención, es que debe contar siempre con el mandato de expreso de la ONU y lo relativizó cuando aseveró que podrían existir circunstancias que dado la urgencia se hicieran sin ese mandato. "Pero ese tipo de excepciones son sólo hipotéticas y yo creo que es innecesario discurtirlas" dijo Anna Lindh entonces. -En 2002 Suecia vuelve a apoyar otra acción militar, el bombardeo de Afganistán por parte de Estados Unidos, y otra vez sin mandato de la ONU. El gobierno de Persson y su ministro argumentaron en esa ocasión que Estados Unidos, luego del ataque del 11 de septiembre, tenía derecho a la autodefensa según la Carta de la ONU. Pero esta permisibilidad y volatilización del principio de soberanía en la actual política exterior sueca no sólo se ha manifestado hacia afuera, sino que se ha mostrado también dentro de fronteras. Como cuando con conocimiento y autorización de Anna Lindh (según lo demostró una minuciosa investigación periodística), un avión fletado por la CIA en una acción "antiterrorista" aterrizó en Estocolmo. Y efectivos de seguridad norteamericanos enmascarados se llevaron a dos ciudadanos egipcios que luego fueron torturados, a quienes Suecia les había concedido antes asilo político. Fue la primera denuncia de lo que ahora se conoce como los vuelos secretos de la CIA trasladando prisioneros o secuestrados a cárceles secretas por toda Europa. También aceptando sin reclamar fuentes, Suecia congeló cuentas de ciudadanos somalíes, residentes legalmente en el país, porque Estados Unidos los incluyó en una lista de sospechosos de contactos con Al Qaeda. La defensa de estos ciudadanos ha protestado reiteradamente por la inconsistencia de la acusación y la escasa colaboración del gobierno sueco en resolver el tema. También en la promoción de la paz y el desarme, Suecia ha ido limitando su papel en la arena internacional, ajustando su propuesta a las de la Unión Europea y Estados Unidos. En su informe al parlamento, la ministra de Relaciones Exteriores, sostuvo en febrero, "Queremos ver una responsabilidad colectiva más evidente en la lucha contra las armas de destrucción masiva. Se debe impedir la proliferación de las armas nucleares. Es importante que se lleven a cabo todos los esfuerzos para evitar que países como Corea del Norte e Irán consigan este tipo de armas y asimismo que los estados nucleares cumplan sin más dilación con su compromiso de desmantelamiento". En ningún caso la ministra se refiere al armamento nuclear israelí ni a la decisión del presidente norteamericano George Bush de desconocer los tratados de no proliferación de armas nucleares y su decisión de iniciar la construcción de armas nucleares de nuevo tipo. Internamente, el gobierno está estudiando modificar la legislación que impide vender armas a países en guerra. Por otra parte ha sido significativo el cambio en la política exterior sueca a la hora de analizar las condiciones de la pobreza y el subdesarrollo en el mundo, y actuar en consecuencia. En el programa socialdemócrata se sostiene que "la globalización significa un aumento de las posibilidades de crecimiento económico y mayores recursos para aumentar y expander el bienestar", y aunque admite que la globalización ha aumentado los problemas en la relación entre los intereses del capital y el de los pueblos, así como entre países desarrollados y en desarrollo, sostiene que esa situación puede ser modificada y que los países pobres deben aprender a utilizar las "nuevas oportunidades", con lo que se quita responsabilidad a los países ricos. Estos cambios de rumbos hacia una política exterior de alineamiento, justificados desde el gobierno por los compromisos contraídos al ingresar a la Unión Europea o al hecho de la creciente interrelación de los problemas mundiales, se pueden observar en los informes al parlamento del ministerio de Relaciones Exteriores, en las manifestaciones del primer ministro, y concretamente en cada una de las actividades o votaciones del gobierno en los organismos internacionales. Un cambio de gobierno -en caso que triunfe el bloque burgués- haría este cambio en forma más drástica y quizás más alineado con los extremos de la política exterior de George Bush. |
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