inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 16-Diciembre-2005

Periodismo y política de baja intensidad

 

escribe Cándido

Los ciudadanos suecos y ni qué decir un visitante extranjero que durante las dos últimas semanas hubieran querido informarse de lo que ocurre en el mundo, a través de los medios de este país, se habrían llevado una gran desilusión. Aproximadamente 80% del flujo informativo ha estado centrado en el informe de la comisión que investigó la actuación del gobierno en la tragedia del tsunami, en el paraíso turístico asiático.

Las conclusiones de dicho informe, confirman detallada y documentadamente a través, entre otros, del testimonio de los actores principales del suceso, lo que se supo desde el primer momento: la incompetencia, el burocratismo y en definitiva, la insolidaridad de los responsables por la suerte de los compatriotas víctimas de la tragedia. Esto quedó en evidencia, al margen de lo imprevisto de la catástrofe, en las horas y días siguientes por lo que las conclusiones no debían haber sorprendido demasiado. Casi inmediatamente a la tragedia se dijo y se mencionó de fuente tailandesa, que los expertos de este país habían tenido la evidencia de la proximidad del tsunami pero que para no perjudicar los intereses turísticos inmediatos no dieron la alerta.

Un claro y terrible testimonio de nuestro tiempo: el mercado antes que la vida. Pero este detalle quedó relegado en las informaciones posteriores. Los medios, y curiosidad insólita, la televisión pública políticamente imparcial e independiente según sus reglas, retomaron el tema para realizar una especie de golpe mediático contra el gobierno de Persson al que según todas las evidencias tratan de desacreditar de cara a las próximas elecciones, promoviendo el cambio en favor de una alianza de ultraderecha.

No hay ninguna evidencia de que un gobierno burgués hubiera hecho mejor las cosas ante la tragedia. Lo que sí es seguro que hubieran privatizado las tareas de atención a las víctimas. Ya antes esos medios habían mostrado esa voluntad de cambio persiguiendo, con una saña que envidiaría el senador Mc Carthy, al Partido de Izquierda y especialmente a su líder Lars Olhy a propósito de una declaración de este sobre su adhesión a las ideas del comunismo, que no a la aplicación de estas realizadas en los países del socialismo real.

Más allá de que Göran Persson, su gobierno y algunos de sus ministros, merecen con creces ser borrados de la escena política, la alternativa probable, es muchas veces peor. Pero en todo caso, no es a la televisión pública a quien compete esa tarea. Para ello están los medios privados, que en la democrática Suecia están en más del 50% en poder de una sola familia. Observando las noticias de estos días, uno no sabe qué es más penoso: si la cobardía e incompetencia de la plana mayor del gobierno, o la manada de chacales acosando a una presa que está condenada. Por la historia al menos.

Otros sucesos de estos días, como los vuelos de la CIA transportando torturados sobre territorio sueco, levantando víctimas en aeropuertos europeos y suecos, los marines que ahora mueren de a varios por vez en la catástrofe de Irak, la cacería de árabes en Sydney a cargo de jóvenes blancos (borrachos), la persistencia de Amérika en seguir envenenando al planeta, la corrupción galopante en este país otrora honrado, han quedado apenas mencionados, cuando no ignorados.



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