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Melancolía, genio y locura en Occidente |
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«Je suis le ténébreux - le veuf, - linconsolé, escribe Ángela García París y Berlín son ciudades que albergan de modo ininterrumpido eventos culturales de innegable importancia. La reunión de museos nacionales en ambos países, con el apoyo del museo Picasso en París, han organizado la exposición «La Mélancolie, genie et folie en Occident » que se viene ofreciendo al público europeo, en París en el recién renovado Grand Palais desde el mes de octubre hasta diciembre, y en la Nueva Galería Nacional de Berlín desde el 16 de febrero hasta el 7 de mayo del 2006. El propósito de introducir al público en una riqueza todavía mal conocida, mostrando más de 250 obras que en occidente reflejan algo más hondo que simplemente el malestar de la cultura no deja de tener un rasgo irónico hoy, en un estado como el francés que ha querido sustentar su prestigio en la historia, y su visión del patrimonio universal sin poder esconder sus rostros controversiales, pero que preserva celosamente una política de apoyo a iniciativas culturales de alto calado. Por supuesto que es también una industria, pero con buen tino. Para hacer esta exposición se consultaron los anales propiamente artísticos, los históricos, y los de la ciencia médica, empezando por la definición más objetiva del término, desarrollado por Hipócrates en su teoría de los cuatro humores del cuerpo, la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra (melagkholia), la más peligrosa de todos por su carácter inestable que origina una locura triste. Muy pronto la palabra se distancia de su sentido médico para alojarse en el de una pesadumbre vaga y a veces dulce, para nosotros más reconocible desde la época romántica, como un estado de gracia de acuerdo a la exclamación de Rousseau, Oh melancolía encantadora!, referida particularmente al arrebato de la pasión amorosa. Pero la palabra viene desde la Grecia antigua -los griegos la consideraban tanto una afección mórbida suicida como un estado de exaltación poética que se confunde con el entusiasmo de Platón-, aclara Jean Clair director del museo Picasso e historiador de arte, quien tuvo la idea de la exposición diez años atrás. Cuando pasa a la Edad Media adquiere un aura religiosa, pues se asocia al mal demoníaco, el baño del diablo, según se dice, las tentaciones de Satán. Es la época de los monjes pensantes que sin embargo precedió el viraje positivo del concepto a su acepción filosófica en el Renacimiento, amparado en el desarrollo neoplatónico. El espectador puede recorrer en largos trazos la permanencia y las variaciones de este humor sagrado, (éxtasis o alucinación, imaginación; pensamiento geométrico de la medida y el número, desilución y sueño, o hiperrealismo), en más de dos centenas de obras distribuídas en ocho secciones desde la Epoca Antigua, pasando por la Edad Media, al Renacimiento, donde surge Saturno y sus hijos, seres destrozados y marginados de la sociedad con temperamento artístico. De la Edad Clásica, las luces y sus sombras, al siglo XVIII, la muerte de Dios, el Romanticismo y la Epoca Contemporánea. Desde estelas antiguas, a Durero (con su grabado La melancolía , de 1514 que se convierte en el cuadro más alegórico entre los expuestos) a Ron Mueck, pasando por La Torre, Füssli, Goya, Friedrich, Delacroix, Rodin, Van Gogh, Munch, De Chirico, Picasso... y hasta se puede percibir sin demasiado esfuerzo, qué pintores como Leonardo da Vinci u obras como el grito de Munch de obligatoria presencia no están exhibidos. Lo que considero un importante logro de esta exposición, es el haber reunido bajo un concepto patológico un anhelo intemporal, espiritual más que anímico, las recurrentes angustias humanas y todos los tipos de aspiraciones para desprenderse del círculo gravitatorio propio de la existencia, expresadas con delirio o furia, en actos de contemplación maníaca. Y es logro por la fuerza sugerente que conlleva, especialmente perturbadora, porque viene del lugar que la melancolía tiene, cruce entre la filosofía, la medicina y el arte. Esta iconografía nos muestra con viveza de imágenes, la historia de la aventura espiritual humana y su proyección deslumbrante en contraste con su ingenuidad. Una belleza violenta y lánguida, una inocencia y un saber, a contraluz que sugiere la frontera de lo humano en su merodeo de la inmortalidad o la divinidad, presentes constantemente en la poesía y las obras esenciales de la literatura universal. Muchos de estos cuadros vuelven sobre el tema de la muerte, la contemplación, el paso inexorable del tiempo, el esplendor y las ruinas, la ceniza, la vanidad. Muchos de ellos ilustran pasajes guardados en las epopeyas, los mitos, las cosmogonías, las utopías. La ciencia moderna tiene ahora su propia definición de la palabra, que sin embargo está fuertemente apoyada en su devenir histórico. Julia Kristeva* psicoanalista, dice: De un lado, para la psiquiatría, es una afección severa manifestada en una lentitud psíquica, ideática y motora... una extinción del gusto de vivir, del deseo y de la palabra, y la atracción irresistible del suicidio. De otro lado existe una forma más lígera que alterna estados de excitación que dependen de estados neuróticos llamados depresión y una tercera en un sentido difuso, una vaguedad del alma, un spleen, una nostalgia que reviste aspectos frecuentemente sublimes. Lo que se puede ver con claridad es que la génesis de la palabra está aliada a la definición del dolor. No, no es la muerte quien angustia al poeta, sino la vida misma, el sufrimiento, el desarreglo del espíritu lleno de angustia manifestó Baudelaire. Hipocondría, neurastenia, psicosis, desmoronamiento, desbordamiento, un exceso de humor negro caracteriza el tiempo moderno, donde se acumulan las decepciones, las tiranías, los totalitarismos, el fracaso de la idea de progreso, los cataclismos sociales, las catástrofes colectivas. -Uno podría preguntarse si la escatología tan presente en el arte contemporáneo no es algo profundamente meláncolico, sobre todo si se considera que la melancolía está desde siempre asociada a la constipación Preguntas como ésta de Jean Clair, y otras surgen de la carga sugerente de esta colección de obras que hacen el retrato de las aspiraciones y las fronteras humanas, ¿Somos cada vez más numerosos los hijos de Saturno? No debería haber en consecuencia una explosión del genio creador?¿O es qué son más numerosos los héroes solitarios en el fenómeno de segregación humana? * Julia Kristeva, escritora, psicoanalista y profesora de Teoría de Literatura en el Instituto Univesitario de Francia. |
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