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El peligroso seguidismo sueco |
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La muerte de uno y las graves heridas sufridas por otros tres soldados suecos la pasada semana en Afganistán, es una muestra de los peligros a los que se expone el país como consecuencia directa de la política exterior y de defensa que el gobierno ha ido adoptando en los últimos años. De la tradicional política de no intervención y neutralidad, Suecia ha girado hacia un mayor comprometimiento que se deriva de las intervenciones militares de Estados Unidos y de la OTAN en varias regiones del planeta. En particular la presencia de soldados y policías suecos en los Balcanes, Afganistán e Irak -en este caso a través del entrenamiento de fuerzas iraquíes en segundos países- comienza a preocupar a la opinión pública y a expertos militares y de defensa. Sin embargo esta discusión, sin que mucho de ella haya trascendido a la opinión pública, viene produciéndose en las esferas políticas desde tiempo atrás. Hace diez años Tage G Peterson por entonces ministro de Defensa, se opuso a que soldados fueran enviados a los Balcanes. Su preocupación era de que soldados suecos resultaran muertos y que él tuviera que cumplir con el doloroso cometido de tener que recibir sus ataúdes en el aeropuerto de Arlanda. Peterson dudaba también ya entonces de la viabilidad de una estrecha colaboración militar con la OTAN, porque ésta ponía en riesgo la política sueca de neutralidad. Posteriormente en la práctica sin mayor consulta y debate entre la ciudadanía, la socialdemocracia en el gobierno con el apoyo parlamentario de los partidos de la derecha, sustituyó la política de neutralidad por la de libertad de alianzas, que incluye estrechos contactos con la OTAN (alianza que sigue estando bajo el mando del Pentágono) y contribuir con tropas en las llamadas misiones internacionales de paz. Misiones estas que son una forma encubierta y legalizada de mantener las ocupaciones norteamericanas y aliviar el desgaste de sus propias tropas expuestas a los ataques permanentes de quienes siguen resistiendo al invasor. El gobierno no puede seguir defendiendo el punto de vista oficial de que Suecia y Estados Unidos comparten los mismos principios. La política exterior norteamericana exige que el gobierno de Persson marque su disconformidad con la actual negligencia y descaro de la administración Bush. Recordando además Åström, que el reciente Congreso de la socialdemocracia en Malmö le dio un claro mandato al gobierno para que éste asumiera toda la responsabilidad y fuera capaz de criticar la política de superpotencia de Estados Unidos toda vez que las circunstancias lo exigieran. El gobierno tiene que animarse dar pasos sin tener que estar mirando de reojo sólo los intereses de la política comercial. Aludiendo el veterano diplomático al hecho de que Suecia se viene guiando por cuidar por encima de todo sus intercambios comerciales con Estados Unidos, y no menos la creciente de venta de armamentos suecos a ese país. Hasta ahora el resultado es que Suecia se haya venido tragando sin chistar las ilegalidades que comete a nivel internacional la administración Bush en su guerra contra el terrorismo y que ahora comience además ha cosechar sus primeras víctimas de las guerras de Bush y Blair. Expertos en seguridad consultados por medios de prensa advirtieron esta semana, que la actual política de defensa sueca conlleva el riesgo de que más soldados en misiones en el exterior resulten muertos o heridos, y también de que pueda sufrir Suecia -como ha sucedido con otros países que participan en las políticas intervencionistas norteamericanas- ataques terroristas en sus propias ciudades. Luego de estas víctimas de la guerra en Afganistán, la Comisión de Defensa del Parlamento haya aprobado con la única oposición del Partido de Izquierda, aumentar el contingente militar sueco en ese país. De la misma manera que una gran mayoría en Suecia se opuso a la guerra de Irak es necesario ahora, exigir que el gobierno y la Unión Europea se aparten y dejen de prestarle ayuda a la aventurera y demencial política militar de Estados Unidos a nivel internacional. Desde todo punto de vista la posición que se está siguiendo, es riesgosa e irresponsable y ningún beneficio económico o político la justifica. |
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