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Cumbre de las Américas, |
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Escribe Cándido Quizás por primera vez si se exceptúan los discursos del Che Guevara y Fidel Castro en Naciones Unidas y otros foros internacionales, alguien, esta vez el presidente de Argentina Néstor Kirchner, le ha dicho cara a cara al representante de Estados Unidos G W Bush en esta oportunidad, el papel nefasto para la región, desempeñado por los organismos financieros creados por el imperio, para remachar la dependencia. Y consecuentemente, la ficción de soberanía, la imposibilidad de combatir la pobreza si hay que destinar el 40-50% de los ingresos a pagar los intereses de la escandalosa deuda externa. En esas condiciones no hay posibilidad de desarrollo ni de estabilidad de las democracias en la región. Cuando en el mundo rico, la aplicación de una economía de mercado neoliberal, ha conducido a sucesos como los que han comenzado en Francia, resulta un milagro que el polvorín latinoamericano no haya estallado todavía. Rebeliones populares han obligado a renunciar o a huir a varios presidentes. Los medios de comunicación, europeos y latinoamericanos, mayoritariamente controlados por grandes grupos empresariales y oligárquicos, pretenden una vez más desviar la atención enfatizando las secuelas de la violencia incontrolada protagonizada por individuos aislados, antes que indagar en las causas profundas. Hasta el propio ultraderechista ministro del Interior, Nicolás Sarkozy habla ahora, cuando la realidad está que arde, literalmente hablando, de "injusticia, marginación y racismo". Respecto al fracaso de los objetivos del imperio en la Cumbre de Mar de Plata así como en el análisis de la nueva situación creada en la región, pretenden por un lado, culpar al presidente de Venezuela Hugo Chávez, de "enturbiar" la armonía y la relaciones con Estados Unidos. Y por otro deslizar la idea de que eso del "imperialismo es algo del pasado". Nunca como ahora en la historia, cuando está herido de muerte aunque todavía con una gran capacidad destructiva, la política imperialista ha sido tan peligrosa para el resto del mundo. Desde siempre Estados Unidos jugó a la división de los pueblos de aquella región. Los tratados bilaterales que algunos países han firmado son clara expresión de ello. Y quien no lo entienda así y prefiera dejar de lado a sus aliados naturales que son parte de un todo cuya unidad se quiere impedir, corre el riesgo de pasar a la historia con el mismo sello oprobioso de las oligarquías que gobernaron en la región tras la ruptura con el dominio de España. |
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