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En la tercera versión de Chilepoesía |
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Por Juan Cameron. Esta vez el festival organizado por José María Memet llevó por calificativo el de Encuentro Mundial de Poesía. Poetas de España, China, Irlanda, Portugal y Dinamarca se dieron cita en Santiago y otros lugares junto a una numerosa legión de vates latinoamericanos y locales. Nuestros conocidos Bei Dao, Marianne Larssen, Jesús Ortega y Tomaz Salamun figuraban entre los invitados. La también abundante legión americana aportó a varios poetas ticos, como es el caso de Osvaldo Sauma, Luis Chaves, Ana Istarú y Armando Rodríguez Ballesteros, quien desde hace unos años se exilió en el país itsmeño. Otras importantes visitas, entre muchas a destacar, fueron el argentino Jorge Alejandro Boccanera, el uruguayo Eduardo Milán, los colombianos Jotamario Arbaláez y Harold Alvarado Tenorio y los ecuatorianos Edwin Madrid y Aleyda Quevedo. Rodríguez Ballesteros se presentó en el Goethe Institut y la Sociedad de Escritores de Chile, en la capital, y en La Sebastiana, la casa museo de la Fundación Pablo Neruda en Valparaíso, oportunidades en las que leyó algunos textos inéditos y varios de su más reciente poemario, Pasos de gato (Ediciones Perro Azul, San José). La cuestión del exilio le ofrece, como en varios poetas del continente, una relación de amor odio hacia el país de origen. Éste se convierte en una figura esquiva al que, como al padre, se le echa en cara una serie de recriminaciones. "Bien sabes, país, que llegué en un parto difícil/ una madrugada de septiembre/ en la segunda mitad del siglo veinte" se queja el poeta. Pero no hay consuelo; o de lejos, éste no se escucha: "En algún lugar tuyo, país,/ aún sin tu permiso,/ permanezco esperando una respuesta" ("País"). El texto -bastante explícito en lo que al tema respecta- está fechado en El Ocaso, Cundanamarca, en abril de 1999, poco antes de salir de Colombia. Ya afuera de él, reflexiona: "En las noches claras de mi país/ El firmamento es también/ un manto acribillado" ("Tiempos de guerra"). Logros, lenguaje figurado y también imprecación directa se encuentra en los nueve poemas referidos a la mujer, en la segunda parte de Pasos de gato. Una de sus claves está en el texto que da título a la recopilación: "el gato,/ Habitante también de la vigilia,/ Dibuja en medio de la noche/ Caminos de silencio con sus pasos". Algo de Juan Manuel Roca se escucha en ese crujir de la madera. Más allá, el poeta se pasea entre la denuncia inmediata y el redescubrimiento de lo mágico; desde "Agua de Panelas's Queen" -que cita a un sitio de moda bogotano con nombre de melaza criolla- a la fenomenal "Nemotecnia", una joya que al pasar no se percibe: "Pese a tanto adjetivo/ te recuerdo en la ardilla// Ágil/ inalcanzable// Con una cola/ abundante y hermosa// Como la tuya". Lo estético, en tanto contenido del mensaje, ocupa más de la mitad de los textos. Su propio oficio, sus observaciones respecto a la endémica plástica y a los presuntuosos académicos; la revisión de su camino como escritura sobre el paisaje y la escritura de este mismo, son los motivos de esta sección. En todo caso el arte, y así la poesía (como lo sostiene también Eduardo Milán) es un oficio sin clientela. La palabra "Es apenas natural en este tiempo/ Que alguien afile el arma/ Mientras me sonríe/ Luego guarde silencio/ Y se marche con sigilo/ A esperar con paciencia/ Una ocasión más propicia" afirma Rodríguez. O como diría Oscar Hahn citando a otro poeta, o tal vez a un librero, la poesía no se vende porque no se vende. La lectura de Armando Rodríguez resulta placentera y cargada de guiños para el lector informado. Un texto referido a su vinculación con Dios, leído en La Sebastiana esa mañana del sábado 22, y que pertenece a otro conjunto, resume las ideas en torno a su poética. Nos señala que estamos ante un nombre a observar de ahora en adelante en las letras colombianas; o costarricenses según sea el caso; pero vale. Su última producción -Lunada poética- recopila a treinta y siete autores invitados al programa del mismo nombre que se lleva a cabo en la Casa de la Cultura José Figueres Ferrer, del Banco Popular, en San José. Se trata de poetas nacionales o residentes que, tanto como él, representa a dicho país centroamericano. |
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