El próximo martes el presidente norteamericano George Bush pisará por primera vez un país del sur de América Latina, estará presente en Mar del Plata, Argentina para participar en la Cumbre de las Américas. Estará rodeado de una parafernalia de agentes de seguridad que ya han desembarcado, más los miles de efectivos argentinos que se han sumado para protegerle de los gritos de decenas de miles de manifestantes latinoamericanos que, como en Gotemburgo años atrás, también se darán cita allí para repudiar las políticas belicistas e imperialistas que él representa.

Para los latinoamericanos estas reuniones cumbres de presidentes organizadas por la Organización de Estados Americanos -OEA- tienen una larga y triste historia de humillación y sumisión a los intereses de Estados Unidos. En una de esas reuniones se expulsó a Cuba de la OEA, en otra reunida en Miami en 1994 los ministros de Economía se pusieron de acuerdo para seguir los dictados norteamericanos de crear una zona de libre comercio de norte a sur del continente mediante la cual Estados Unidos pretende apropiarse de los mercados americanos, el Area de Libre Comercio de las Américas -ALCA.

Después han habido reuniones en Santiago, Québec y Monterrey donde el ALCA ha seguido siendo instrumentado mediante acuerdos por separado con varios países (los TLC). También en estas reuniones Estados Unidos introdujo en la agenda -para reforzar su liderazgo en la región y controlar los brotes de descontento y rebelión en América Latina derivados de a una pobreza creciente- los conceptos de medidas para fortalecer la gobernabilidad de las democracias y de combinar acciones conjuntas en la lucha antiterrorista militarizando el continente.

En síntesis, desde los años 60 hasta el presente éstas han sido siempre las reuniones de la injerencia de Estados Unidos en la región.

Pero no es menos cierto que luego de la aplanadora neoliberal que sigue generando las crisis políticas y sociales en muchos países de la región, Bush llega a Argentina en uno de los momentos de debilidad de la hegemonía norteamericana en la región y donde con inmensas dificultades y frenos han surgido nuevas propuestas alternativas de integración económica en el espíritu de la unión que soñaron Simón Bolívar y otros libertadores latinoamericanos.

El pueblo argentino frente a esta reunión, del emperador con sus procónsules, ha reaccionado valientemente convocando a una Cumbre de los Pueblos de América que también se dará cita en Mar del Plata bajo la presidencia de un hombre digno, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. En una conferecia de prensa los organizadores destacaron la independencia de esta Cumbre de cualquier gobierno, proponiendo su propia agenda de discusión y negando cualquier posibilidad de violencia en sus acciones y movilizaciones.

Su objetivo es el de profundizar el debate y la discusión acerca de la construcción de alternativas y el fortalecimiento de las resistencias al ALCA y los demás tratados de libre comercio, el pago de la deuda externa, la militarización y la pobreza, y movilizar a todo el continente contra la presencia de Bush y sus políticas a nivel mundial.

A esta Cumbre de los Pueblos acudirán organizaciones sindicales, religiosas, campesinas, de derechos humanos, de mujeres, y de otros movimientos sociales de todos los países latinoamericanos, incluyendo a Estados Unidos y Canadá.

El día 4 se efectuará una marcha contra la presencia de Bush en suelo argentino, país donde la gente ha sufrido en carne propia las bondades del neoliberalismo. Una manifestación para rechazar las políticas neoliberales de Estados Unidos, la militarización de la región, los intentos de apropiarse de los recursos acuíferos, contra el inhumano bloqueo a Cuba, contra los intentos de desestabilización de Venezuela, contra el Plan Colombia.

Allí en Argentina tierra de San Martín y Che Guevara, los pueblos que desean la paz, la soberanía y la justicia social repudiarán la presencia de Bush, uno de los mandatarios norteamericanos que más guerras imperialistas y pobreza ha esparcido por el mundo.