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El Estado de Derecho contra las cuerdas |
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Escribe Cándido El fenómeno se manifestó claramente en algunos países subdesarrollados , particularmente en América Latina como factor y secuela de las dictaduras instauradas en los años 60-70 inspiradas y financiadas por Estados Unidos, con el pretexto, entonces de lalucha contra la insurgencia guerrillera. Recuperada la democracia de las urnas, que pronto defraudó las espectativas de los pueblos, la mano de obra ociosa, policías y militares que habían sido el brazo de las dictaduras, se convirtieron en bandas organizadas para el secuestro, la extorsión, los asesinatos por encargo, además de delitos comparativamente menores como el robo de bancos a mano armada. Ninguno de los gobiernos democráticos instaurados tras el retiro de los militares, pudo sanear la policía. La aplicación de las políticas neoliberales, que sumió en la miseria a buena parte de sus habitantes, creó las bases para el florecimiento de la delincuencia en todas sus variantes. Resultado que ningún Estado es capaz de cumplir su esencial función de garantizar, mínimamente la seguridad de sus ciudadanos. El ejemplo es flagrante de México y Centroamérica, donde corrupción y crimen organizado, muchas veces conectado a las esferas del poder, tiene más poder que las instituciones. El fenómeno se ha instalado ahora en Europa, con mayor gravedad, según los expertos, en los países del Sur, España principalmente, y el Norte, Suecia en especial. En este último, políticamente estable, con un afinado control de los ciudadanos, el Poder Judicial está en vías de colapsar. Nadie se atreve a testificar en un juicio por temor, a las bandas organizadas, algunos políticos abandonan sus cargos por las amenazas y los jueces que son amenazados ellos y sus familias viven constantemente protegidos, en la inquietud permanente, como rehenes de los delincuentes. El crimen organizado dispone de un enorme poder financiero proveniente del tráfico de drogas, el comercio sexual de mujeres y niños y de armas. No es exagerado pensar que ese tipo de delitos cuyo dinero por distintos mecanismos se vierte al flujo financiero legal, ha sido más o menos tolerado por una economía de mercado donde no hay más Dios que Mammon. No otra explicación puede haber para el hecho de que algunas de esas ligas de delincuentes que extorsionan a comerciantes, asesinan, y trafican con lo que sea, son de pura cepa europea y están perfectamente identificados. A veces reciben alguna condena liviana, infinitamente menor que la recibida por los estudiantes de Gotemburgo en junio del 2001, por protestar contra la visita de Bush, torturados, vejados y baleados a mansalva sin que ningún jefe policial fuera condenado por ello en los juicios iniciados por la sociedad civil. Todo parece indicar que los servicios han estado errando el tiro y descuidando la verdadera amenaza. La persistencia en el error, que parece existir, puede resultar dramática. |
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