inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 14-Octubre-2005

La guerra contra los pobres

 

Escribe Ricardo Daher.
Ejércitos de varios países, policías, barcos de guerra, helicópteros, muros, alambradas, censores térmicos y de movimientos, satélites, patrullas de voluntarios, centenares de millones de dólares invertidos en el objetivo de evitar que los pobres ingresen a los países ricos a buscar trabajo. Gobernantes que se definen como cristianos atentan contra el mandato bíblico de "ganarás tu pan con el sudor de tu frente".

La Europa que se escandaliza y condena a Cuba porque muchos isleños deben abandonar su país en frágiles embarcaciones para llegar a Estados Unidos, se asusta en estos días ante el intento de inmigrantes subsaharianos de ingresar a los territorios españoles en Africa. Los inmigrantes buscan ingresar a Ceuta y Melilla como trampolín para un dificil viaje al continente europeo y a una mejora en en sus condiciones de vida. "En nuestros países no se puede vivir", declaran a los periodistas que logran entrevistarlos mientras permanecen detenidos a esperar de su deportación en los territorios coloniales españoles en Africa.

En las últimos dos meses, más de 24 inmigrantes han muerto al intentar saltar los muros de alambres que separan los territorios coloniales españoles en Marruecos, y al menos 50 han fallecido al hundirse las embarcaciones (pateras) con las que pretendían llegar directamente al continente europeo.

En los últimos 8 años, al menos 4.000 han muerto intentando alcanzar las costas españolas desde Marruecos, un escalofriante promedio de 500 anuales, según estimaciones de grupos de inmigrantes. Para tener una idea comparativa, en los 28 años de existencia del muro de Berlín, de 1961 a 1989, 267 personas murieron al intentar cruzarlo, y cada año mueren alrededor de 200 personas intentando cruzar el muro que separa Estados Unidos de México.

En ninguno de estos casos, la posibilidad de la muerte ha detenido el flujo de migrantes, un fenómeno cada vez más "normal" en un mundo globalizado y desparejo. Es que para muchos, la alternativa de permanecer en sus países también es la muerte por hambre y enfermedades.

Según la Comisión Europea, medio millón de inmigrantes ilegales llegan a la Unión Europea cada año en busca de una vida mejor, cifra similar a la que registra Estados Unidos, donde se debe sumar una cifra similar de inmigrantes legales.

Aunque necesita mano de obra y su población apenas se reproduce, Europa se blinda para evitar el ingreso de africanos y latinoamericanos, y apenas abre un poco la puerta para los países del este europeo.
El movimiento de las migraciones son cada vez más importantes y provoca también el desarrollo de una "industria" y la apertura de un filón financiero que los bancos quieren atrapar como sea.

Según un informe del Banco Mundial, "las remesas de los trabajadores se han duplicado en la última década, alcanzando a $216 mil millones en 2004, de los cuales $151 mil millones fueron remitidos a países en desarrollo. Se cree que los flujos reales de remesas, si se cuentan aquellos a través de canales informales, son aún más grandes. Los flujos de remesas superan hoy día la ayuda total para el desarrollo y representan la fuente más grande de divisas para algunos países" certifica el Banco Mundial.

La misma institución llamaba la atención de que "la migración atrae cada vez más el interés de los responsables de la formulación de políticas" en parte debido al crecimiento de los flujos de remesas y, por otra, al nivel de preparación de la mano de obra inmigrantes, a veces muy calificada y que es considerada una "fuga de cerebros" que costó mucha inversión al país de origen en su educación y que es atraída por los países ricos.

Inmigrantes, el quinto país más poblado
La Comisión Europea, y cada país miembro, intenta por varios medios frenar la ola de inmigrante, una política a todas luces inútil y costosa. En estos días la Comisión Global sobre Migración Internacional (GCIM por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas, presentó un informe sobre las migraciones.

El documento señala que el número de emigrantes en el mundo aumentó este año a unos 200 millones, equivalente a la población de Brasil, obligadas en su mayoría a escapar del hambre y la pobreza en sus países.
De acuerdo con ese documento, el previsto aumento de la emigración mundial tiene en cuenta que el 45,7 por ciento de la población de Africa subsaharariana gana menos de un dólar por día y lo mismo lo ocurre al 14,4 por ciento de los que viven en el Sur de Asia y al 10,4 por ciento en América Latina y el Caribe.

La salida de sus ciudadanos es promovida de alguna manera por muchos gobiernos que no ven otra alternativa. Por un lado se quitan la presión de tener miles de desocupados reclamando trabajo, atención médica, educación, etc., y por otra parte, posteriormente, se benefician con las remesas de dinero que los emigrantes realizan.

Según estimaciones del Banco Mundial, las remisiones de dineros de los emigrantes a sus países de origen ascendieron en el 2004 a unos 150 mil millones de dólares.

Un informe del año pasado, realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) destacaba que la mitad de los migrantes y refugiados del mundo registraba entonces actividad económica, estaban empleados o recibían remuneraciones por su trabajo.

El informe pronosticaba que el número de migrantes que cruzan las fronteras en busca de empleos y seguridad podría aumentar rápidamente, y hacía notar que si todos los migrantes internacionales formaran una entidad territorial, serían el quinto país más poblado del mundo.

El jefe del Programa de Migración Internacional de la OIT, Manolo Abella destacaba entonces que "las migraciones se ven impulsadas por las diferencias y desequilibrios entre países, y estas diferencias se han visto aumentadas - y no reducidas - con la globalización".

El 1º de julio de 2003 entró en vigor la "Convención internacional sobre la protección de los derechos humanos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares". Su principal objetivo es luchar contra la explotación y las violaciones de los derechos humanos de un grupo de población especialmente vulnerable: los trabajadores migratorios.

Sólo 22 Estados habían ratificado la Convención, pero ninguno de los países de mayor recepción de trabajadores. Así, las repercusiones de la Convención son limitadas ya que no ha sido ratificada por ninguno de los países de Europa y América del Norte donde vive casi un 60% de trabajadores migratorio ni tampoco por los demás países de inmigración importante, por ejemplo los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Jordania, Israel, Japón o Australia. Además, no parece que la distribución de las corrientes migratorias vaya a variar en un futuro próximo.

Esta situación sólo tiende a agravarse, según se desprende de otro informe publicado en estos días por las Naciones Unidas. Casi la mitad de la población joven del mundo (entre 15 y 24 años) vive en la pobreza y 130 millones son analfabetos, reveló el Informe Mundial de la Juventud 2005: Jóvenes de hoy y en 2015. Las alternativas seguirán siendo emigrar para sobrevivir o mejorar.

Falta gente
Los líderes europeos que se alarman por la inmigración descontrolada, hasta ahora sólo proponen medidas represivas y, según estudios de las Naciones Unidas y de algunas instituciones europeas, contraproducentes a sus intereses.

Según Naciones Unidas, la Unión Europea necesita multiplicar por dos el número de inmigrantes que reciba de hoy hasta 2050 a causa del envejecimiento de la población y la reducción del tamaño de las familias. Eso o la decadencia.

Así lo prueba un estudio del gobierno de la región de Madrid, según el cual un mayor número de inmigrantes ha facilitado el crecimiento económico y el descenso del desempleo.
Un política de inmigración abierta, más un programa de ayuda y promoción del desarrollo e inversiones en los países de origen, beneficiaría a ambas partes y mejoraría las condiciones de vidas de todos.
Pero, según quedó demostrado en la reciente cumbre de las Naciones Unidas, el egoísmo de las naciones ricas hace que prevalezcan las políticas de saqueo de los recursos de los países pobres sin ninguna retribución a cambio, al punto que ningún gobierno ha cumplido con el aporte establecido y comprometido de ayuda al desarrollo.

Pese al informe de Naciones Unidas, las deportaciones de inmigrantes continúan en aumento. En 2004, las repatriaciones desde España crecieron casi un 30% respecto al año anterior, y fueron deportadas más de 121.000 personas. En el mismo año, Estados Unidos deportó 157.281 extranjeros, según informó el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

El pasado año, la UE aprobó un programa de 250 millones de euros destinados a ayudar a terceros países a gestionar sus flujos migratorios entre 2004 y 2008.

Además, la Comisión Europea tiene a estudio una propuesta para prohibir la readmisión en todo el territorio comunitario de aquellos inmigrantes ilegales que hayan sido expulsados de cualquier estado de la UE. Como mínimo, deberán esperar hasta cinco años para que puedan volver a entrar en cualquiera de los países miembros.

Campos de concentración
El accionar del gobierno de Marruecos -a pedido del gobierno español- al expulsar al desierto sin agua ni comida a centenares de subsaharianos y su internación de campos "de refugiados para su posterior repatriación", han merecido la crítica de todas las organizaciones humanitarias, y ha despertado un poco de vergüenza en la clase dirigente europea, pero no más.

Desde hace varios años ya están funcionando campos de internación para extranjeros, dentro y fuera de las fronteras de Europa, donde el trato humanitario es sólo un poco mejor.

En los últimos 3 años se ha sistematizado la creación de campos de internación en países africanos que aceptan ser la primera valla de detención de inmigrantes.

Sobre estos verdaderos campos de concentración hay muy poca información. Los periodistas e investigadores independientes no pueden acceder a ellos fácilmente, salvo en el marco de las escasas visitas oficiales de organizaciones internacionales (Federación Internacional de Derechos Humanos, misión especial de la UE, etc.). Unas visitas, por otro lado, preparadas y que a menudo nada tienen que ver con la realidad vivida por los extranjeros que han sido alojados en estos campos.

Estos, según algunos informes, se encuentran en Hungría, Polonia, Rumania, Ucrania, en la periferia mediterránea, Ceuta y Melilla, Malta, la isla de Lampedusa, y más hacia el Sur, en Marruecos (al menos 7 campos informales), Argelia, Turquía e Irán. El campo de la isla italiana de Lampedusa es conocido por las duras condiciones que sufren los extranjeros que van a parar allí.



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