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Integración y democracia |
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La reciente reunión de presidentes sudamericanos en la Comunidad Sudamericana de Naciones, que tuvo lugar en Brasilia, puso en evidencia que la tan necesaria integración económica y social latinoamericana no cuenta todavía con una firme voluntad política de muchos de los actuales gobiernos del continente y menos con el combustible más necesario aún de la participación activa de los pueblos tras esos objetivos. La reunión de mandatarios tenía el compromiso asumido diez meses atrás, en la Cumbre de Cuzco -donde nació el bloque- de elaborar un programa de acción, finalizando ésta sin lograr un acuerdo al respecto. Sin embargo estas propuestas no fueron contempladas en la declaración final de Brasilia, al punto de que trascendió que el presidente Chávez se mostró insatisfecho y amenazó con no firmarla arguyendo que la misma no reflejaba el debate existente entre los presidentes sobre estos temas, y otros tan importantes como la creación de un Banco Sudamericano de Desarrollo y de un fondo específico con recursos regionales para un Plan de Emergencia Social por ejemplo. Chávez, sólo a pedido expreso de Lula estampó finalmente su firma en la declaración, aunque en su intervención final dijo con ironía: "Oí decir en convergencia de acciones para la integración, pero ¿convergencia de qué forma? ¿por el viento? Si es así, quizá esa integración puede tener lugar en 2200." Y discrepando con la idea de que las instituciones ya existentes ayudaran a la integración el presidente venezolano señaló: "Creo que empezamos muy mal, repitiendo experiencias fracasadas." En la carta de Chávez y Vázquez se decía que "La hora de la unidad continental está sonando en todos los relojes: precisamos insistir en la construcción de un camino que sea nuestro camino. De nada servirán, ciertamente, los modelos impuestos o reproducidos de manera acrítica". Sin simplificar los complejos factores que seguirán frenando la integración latinoamericana como alternativa a la imperante dominación de Estados Unidos en la región, se puede constar que uno de los mayores obstáculos a la concresión de la misma es la existencia aún de gobiernos maniatados por el neoliberalismo y que en su seno tienen sectores sociales aliados a éste. Y por otro lado la ausencia de los pueblos en la adopción de las decisiones fundamentales , al verse privados todavía de una verdadera democracia participativa. Esta semana en la Universidad de Estocolmo, José Saramago refiriéndose a la democracia de fachada que hoy existe, señaló con acierto: "Hay que procurar el modo de reinventarla, de arrancarla del inmovilismo de la rutina y el descreimiento." De eso se trata también hoy en América Latina. |
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