inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 07-Octubre-2005

Integración y democracia

 

La reciente reunión de presidentes sudamericanos en la Comunidad Sudamericana de Naciones, que tuvo lugar en Brasilia, puso en evidencia que la tan necesaria integración económica y social latinoamericana no cuenta todavía con una firme voluntad política de muchos de los actuales gobiernos del continente y menos con el combustible más necesario aún de la participación activa de los pueblos tras esos objetivos.
A la cita faltaron los presidentes de Colombia y Uruguay, el presidente argentino Néstor Kirchner regresó a su país antes de la clausura.

La reunión de mandatarios tenía el compromiso asumido diez meses atrás, en la Cumbre de Cuzco -donde nació el bloque- de elaborar un programa de acción, finalizando ésta sin lograr un acuerdo al respecto.
Tiempo antes el presidente venezolano Hugo Chávez y el presidente uruguayo Tabaré Vázquez enviaron una carta a sus pares sudamericanos con propuestas estratégicas concretas para el periodo 2005-2010 donde planteaban la creación de una comisión que definiera pasos para la integración a través de la armonización de los ámbitos político y económicos existentes, en la integración de los sectores estratégicos y la cooperación con otros países y bloques. La carta constataba que: "Una integración regional es una de las metas políticas importantes y más difíciles de ser alcanzadas."

Sin embargo estas propuestas no fueron contempladas en la declaración final de Brasilia, al punto de que trascendió que el presidente Chávez se mostró insatisfecho y amenazó con no firmarla arguyendo que la misma no reflejaba el debate existente entre los presidentes sobre estos temas, y otros tan importantes como la creación de un Banco Sudamericano de Desarrollo y de un fondo específico con recursos regionales para un Plan de Emergencia Social por ejemplo.

Chávez, sólo a pedido expreso de Lula estampó finalmente su firma en la declaración, aunque en su intervención final dijo con ironía: "Oí decir en convergencia de acciones para la integración, pero ¿convergencia de qué forma? ¿por el viento? Si es así, quizá esa integración puede tener lugar en 2200." Y discrepando con la idea de que las instituciones ya existentes ayudaran a la integración el presidente venezolano señaló: "Creo que empezamos muy mal, repitiendo experiencias fracasadas."

En la carta de Chávez y Vázquez se decía que "La hora de la unidad continental está sonando en todos los relojes: precisamos insistir en la construcción de un camino que sea nuestro camino. De nada servirán, ciertamente, los modelos impuestos o reproducidos de manera acrítica".

Sin simplificar los complejos factores que seguirán frenando la integración latinoamericana como alternativa a la imperante dominación de Estados Unidos en la región, se puede constar que uno de los mayores obstáculos a la concresión de la misma es la existencia aún de gobiernos maniatados por el neoliberalismo y que en su seno tienen sectores sociales aliados a éste. Y por otro lado la ausencia de los pueblos en la adopción de las decisiones fundamentales , al verse privados todavía de una verdadera democracia participativa.
Desgraciadamente muchos de los actuales gobernantes y ministros carecen del coraje político de Hugo Chávez y ésto tiene también una explicación: al presidente venezolano lo apoya, alienta y le exige un pueblo que comenzó a recuperar la verdadera democracia.

Esta semana en la Universidad de Estocolmo, José Saramago refiriéndose a la democracia de fachada que hoy existe, señaló con acierto: "Hay que procurar el modo de reinventarla, de arrancarla del inmovilismo de la rutina y el descreimiento."

De eso se trata también hoy en América Latina.



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