inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 07-Octubre-2005

La continuidad de la pobreza

 

Escribe Jorge Calvimontes y Calvimontes.
No tiene sentido, un territorio rico a merced de los depredadores; un pueblo laborioso, condenado a los mendrugos.

Las noticias, aunque tengan muy poco de novedosas, vienen cargadas de asombro, de la asombrosa impunidad con que la tragedia castiga la cotidianidad latinoamericana y, en este caso, al pueblo boliviano. Las cifras dicen que la pobreza ha de estar metida en sus casas, 178 años más; es decir, casi otro tanto de los 180 que ya se han consumido en su derrengada parodia de vida republicana.

Sólo pensarlo estruja el corazón. No tiene sentido, un territorio rico a merced de los depredadores; un pueblo laborioso, condenado a los mendrugos.

En su nuevo periodo electoral Bolivia asiste inerme a los enfrentamientos de grupos que se dan al interior de los partidos, las facciones privilegian intereses personales por encima de los fundamentales derroteros de la nación, el acomodo oportunista sustituye al vacío ideológico, las negociaciones coyunturales desvían la visual económica y política, la búsqueda del poder no se sustenta en un programa de objetivos nacionales y en el escenario previo a las elecciones de diciembre hay más títeres y monosabios que figuras representativas.

Aunque mal ajeno no es un consuelo, podemos señalar que lo mismo ocurre aquí, allá o en cualquier parte donde la democracia se haya convertido en tramoya de la partidocracia patrimonial.

Las dos alusiones; la referente a la longevidad tricentenaria de su pobreza, presente y futura, así como la que nos ubica en la caracterización del momento electoral y sus protagonistas, forman una línea continua en la historia del pueblo boliviano. Se trata de una secular sucesión de sistemas expoliadores establecidos sobre los sectores económica y socialmente postergados, aquella del trabajo gratuito, la de las mitas y esta de los salarios que da, apenas, para la sobrevivencia.

Es irónico decir que Bolivia es como un mendigo sentado en un trono de oro; porque las mayorías nacionales nunca estuvieron sentadas , si no encadenadas y curvadas bajo el sillón.. Si hubo alguna vez florecimiento económico, el mismo no lo fue para el pueblo sino para los detentadores del dominio y sus aherrojamientos legales y extralegales. Instalada así la pobreza material sólo fue necesario que el continuun concentrador de la riqueza adecuara su prevalencia con instrumentos políticos engañosamente aderezados. De ese modo, las autoctonías subyugadas fueron larga y dolorosamente uncidas a una suerte de empobrecimiento moral que, en la repartición y la disputa de migajas circunstanciales, ha estado a punto, muchas veces, de aniquilarlas conciencialmente.

Otra continuidad, silvestremente anecdótica, es la causa de los enfrentamientos sociales que año con año se editan en ese país. Proviene de la defensa popular de sus recursos naturales. Perdió la Guerra del Pacífico (1879) ante la voracidad del imperio británico que se adueñó del salitre y los yacimientos cupríferos; a causa del petróleo ambicionado también por los ingleses, le usurparon extensos territorios en la Guerra del Chaco (1932) y, en esta década, vive intensas convulsiones regionales a causa de equívocas políticas en materia de producción y comercialización del gas natural. Cada vez que hay algo que pueda ayudar a mejorar las condiciones de vida de nuestros pueblos y contribuir a su estabilidad nacional, lo vemos desaparecer en manos de los consorcios extranjeros.

No hay calamidades ni cifras desgarradoras que puedan cambiarse a voluntad de los gritos aislados ni los separatismos suicidas; una política de estado geoeconómicamente impuesta no se cambia o se endereza como resultado de las elecciones o los acomodos clientelares.

La democracia, en nuestras latitudes, sólo ha servido para proveer de bastidores donde se parapetan fuerzas aciagas. Los dictadores se ponen trajes de demócratas para ganar las elecciones, así está por acontecer en la República Argentina, donde el nacismo con el marbete del Partido del Nuevo Triunfo se apresta a instaurar legalmente los métodos de la Triple A y las dictaduras militares. No es el caso de Bolivia, actualmente, pero podría serlo si los partidos políticos siguen envueltos en el celofán de la mercadotecnia.

Mientras la esperanza se convierte en resistencia, mientras todavía hay claros concienciales la fatídica continuidad del drama prosigue en Bolivia.. No esperemos a que caiga el telón. Si no se puede frenar el crecimiento de la pobreza material, hay que intentar , al menos, disminuir la pobreza moral.



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