Por Ricardo Daher.
El aparato represivo de la dictadura argentina, y la mayoría de los hombres comprometidos con las torturas, asesinatos y desapariciones, lograron permanecer en la estructura de la policía, mientras que otros son empresarios de la seguridad con negocios montados con los botines que se apropiaron de sus víctimas, según se desprende del libro "Sombra Azul" del periodista Mariano Saravia, escrito a partir de la experiencia de Luis Urquiza, exiliado político por dos veces en Dinamarca.

Un libro que nació de de los apuntes de Urquiza sobre su experiencia como preso político y las amenazas que lo obligaron a exiliarse por segunda vez, en 1998, después de denunciar a los policías que lo torturaron y que aún seguían ocupando cargos en la institución de Córdoba, gobernada entonces por el radical Ramón Mestre. En "Sombra Azul", Saravia presenta también sus propias investigaciones sobre la represión policial en Córdoba, y la carrera institucional o en empresas privadas de los principales responsables de las violaciones a los derechos humanos en esa provincia. Información que ha sido aceptada como prueba en varios procesos sobre detenidos desaparecidos por los jueces.

Para Mariano Saravia, periodista de "La Voz del Interior" de Córdoba, el testimonio de Urquiza tiene el valor agregado que no es el testimonio de un militante político, sino de un ex policía, detenido y acusado por sus pares.

Urquiza, estudiante de sicología, junto a otros 3 compañeros de curso, ingresó a la Policía en 1974 buscando un ingreso fijo para sostener sus estudios y actividades como artesano, y convencido también que así podría servir a sus conciudadanos.

En la polícia comienza a chocar enseguida con sus susperiores por la instrucción que recibía y poco después es enviado a Tránsito Caminera.

Simpatizante peronista, aunque no militante, estudiante y artesano, fue considerado en muy poco tiempo como un "infiltrado" y es acusado de pasar información a los grupos armados de izquierda. En noviembre de 1976 fue detenido junto a los mismos compañeros con quienes había ingresado en la institución. Es recluído en el Departamento de Informaciones (D2) de la Policía de Córdoba, que funcionó durante la dictadura, como un centro clandestino de detención, tortura y muerte en el seno del Cabildo, en el centro de la ciudad.
Urquiza recuerda que de los 2.800 desaparecidos de la provincia, unos 400 pasaron por ese centro de torturas.

Estuvo detenido dos años, torturado, y en una ocasión herido de bala en una pierna. En 1978 un Consejo de Guerra dictamana la falta de mérito y es liberado. Sin embargo las presiones y amenazan no cesan y en 1979 parte a Brasil donde es acogido por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y poco después enviado a Dinamarca.

En 1984, con la reinstitucionalización democrática, presenta su denuncia en la CONADEP que después se publicó en el libro "Nunca Más". Allí denuncia algunos de los nombres de los torturadores del D2, entre ellos, Carlos y Raúl Yanicelli.

En 1993 regresa a Argentina con su esposa danesa y sus hijas y se establece en Villa Allende hasta 1997.
Ese año el diputado Atilio Tazzioli revela información sobre unos enterramientos clandestinos en el Cementerio de San Vicente que habían ocurrido en la década el 70 y en los que podrían haber participado agentes del D2, entre ellos, se mencionaba a Carlos Yanicelli.

"Aquí, es cuando descubro que los que habían sido torturadores en el año 76, habían continuado en la Policía y aún, en el año 1997, había gente que ocupaba altos cargos, entre ellos, Carlos Yanicelli, quien era Jefe de Inteligencia Criminal.

Herminio Jesús Antón, por ejemplo, era Instructor en la Escuela de Policía. Todo el mundo sabía que eran personas que habían sido denunciadas por otros detenidos en testimonios hechos por la CONADEP, y sin embargo, se mantuvieron durante años amparados por el gobierno de Angeloz y Mestre. Ese año salgo en los medios denunciando a Yanicelli. Después de la denuncia, el gobernador Mestre decide no echar a Yanicelli y debido a ésto, termino siendo amenazado por la misma gente de años atrás".

A raíz de estas denuncias comienza a ser amenazado y el diputado Tazzioli obtiene que reciba custodia policial. También interviene el embajador danés y ante la gravedad de la situación y la imposibilidad de vivir con custodia permanente, retorna nuevamente a Dinamarca, en lo que será el único caso de refugiado político desde el retorno de la democracia en Argentina.

Urquiza continuó con sus denuncias y brindó testimonio en España ante el juez Baltasar Garzón. Recién entonces algunos de los policías denunciados fueron pasados a retiro.

El libro narra esta historia y concluye con lo que hacen esos policías ahora, añade Saravia. Algunos continúan en el cuerpo, otros han desarrollando agencias privadas de seguridad o tienen negocios basados "en los botines de guerra" de la dictadura, es decir con lo que le robaron a sus víctimas.

"Sombra azul" fue presentado este año en Córdoba y ya va por su tercera edición. Saravia recuerda que si bien hay varios libros con testimonios de militantes sobre la represión en la provincia, todos se enfocan en el accionar del Ejército, mientras que el testimonio de Urquiza revela el papel de la Policía. En Córdoba hay varios juicios sobre violaciones a los derechos humanos y desapariciones que han encontrado en el testimonio de este libro, y la investigación de Saravia, nuevas pruebas.

Saravia también ha sido amenazado por su obra y enfrenta algunos juicios por los que debe soportar un embargo preventivo del 30% de su sueldo hasta que la justicia falle.

Tanto Saravia como Urquiza confían en que la fiscal que lleva el caso de las denuncias presentadas en el libro logre un poco de Justicia. En todo caso, añade Saravia esperamos que a través del libro se conozcan estas denuncias y por lo menos se contribuya a la condena social de los represores.

"Sombra Azul" fue presentado en Dinamarca esta semana con buena recepción de la prensa, y estará a la venta en Suecia a través de la Librería Roque Dalton.