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El socorro a las víctimas del Katrina

Un test que falló

 

Días más tarde cuando consideró finalizadas sus vacaciones en el rancho de Texas, el presidente Bush se dignó a ocuparse del mayor desastre natural que ha padecido Estados Unidos, y tras dos breves visitas a las zonas de la catástrofe regresó a la Casa Blanca.

Allí anunció, el pasado martes que presidirá una comisión especial investigadora para saber "qué fue lo que funcionó mal y qué fue lo que anduvo bien" durante la operación para rescatar y auxiliar a millones de personas que quedaron con sus viviendas destruídas, aisladas, sin agua, ni comida, sin primeros auxilios, al paso del huracán Kratina. Según el presidente -máximo cazador de terroristas- este huracán es comparable a otro tipo de ataque que pudiera sufrir el país luego del 11-S y por ello fue un test para saber cómo poder defenderse.

Si como dice Bush, esta situación fue una prueba, hoy se constata que su gobierno ha sido incapaz de actuar con celeridad para socorrer a sus compatriotas, dejando al desnudo que el país más poderoso de la Tierra tiene en su seno profundas desigualdades y que basta una tragedia nacional de esta naturaleza para que la insolidaridad se muestre en toda su crudeza.

Hoy las encuestas están señalando que más de un 50 por ciento de los estadounidenses consideran que la respuesta del gobierno y de su comandante en jefe Bush, fue mala y débil.

La militarización de Mississipi, Lousiana y Alabama decretada tardíamente por el presidente y la visita de altos personeros del gobierno pretende ahora dar la imagen de un gobierno que actúa y se preocupa para disimular la lenta reacción ante la tragedia y aún no ha logrado siquiera contabilizar el número de víctimas mortales.
Por otra parte un alud de denuncias erosionan la declinante popularidad de Bush, dado que su gobierno había reducido los fondos destinados a proteger Nueva Orleans de las aguas y de un desastre, así como había derivado importantes recursos logísticos y humanos hacia la ocupación en Irak.

También ha sido denunciado que el propio presidente tiempo atrás, despidió a un alto asesor de asuntos medio ambientales porque este había denunciado que en la Casa Blanca se manipulaban y disimulaban informes con serias advertencias sobre el calentamiento climático y su conexión en la generación de fenómenos metereológicos de este tipo.

Las consecuencias humanas, sociales y materiales están a la vista, miles de muertos que no pudieron huir, millones de personas sin casas, desatendidas en lo más elemental, sobre todo los más pobres -fundamentalmente afroamericanos- muestran un caos digno del país más atrasado y desprotegido del mundo.

El gobierno norteamericano dejando el orgullo imperial por un momento se decidió a solicitar ayuda internacional, y poco después comunicó a algunos gobiernos -entre ellos al sueco- que aún no tenían condiciones para poder recepcionar la ayuda de otros países.

Junto a Bush, las críticas apuntan a Michael Brown, el jefe de la Agencia Federal para la Administración de Emergencias (FEMA), responsable de las alertas de protección civil ante cualquier eventualidad. Una vez más una costosa y sofisticada defensa bélica, no sirve para proteger al gigante de una bomba natural de vientos y lluvias, mucho menos a una persona pobre si además es negra.

Si como dijo Bush esta situación es un test, el resultado es desastroso y junto al desmadre en Irak contribuye a que el supuesto poderío global de Estados Unidos esté cada vez más en tela de juicio.



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