Ricardo Daher y Pepe Viñoles.
Después de satanizar por décadas a los árabes, Estados Unidos está preparando el terreno para hacer lo mismo con los chinos, una vez que pueda salir del pantano de Irak. "Es requisito esencial de la relación Estado-capital en Estados Unidos de que siempre esté latente la posibilidad de una guerra" para mantener la industria armamentista, esencial en la economía del país, afirma David Sweet, profesor de Historia Latinoamericana en la Universidad Santa Cruz de California, que sostiene que después del 11 de setiembre, el presidente George Bush dió un golpe de Estado legal concentrando enorme poder para gobernar a su antojo.
Un presidente incompetente
En los últimos meses, el respaldo de la población norteamericana a la política de su presidente en Irak ha comenzado a caer en picada. Ahora, el movimiento antibélico cobra nuevo empuje con la movilización de Cyndy Sheehan frente al rancho de descanso del presidente. Para abordar el estado de la oposición al presidente Bush en EE.UU, dialogamos con David Sweet, profesor retirado de historia latinoamericana de la Universidad californiana de Santa Cruz. Sweet reconoce que su formación política la fue adquiriendo en su contacto con la izquierda latinoamericana y al vivir muchos años en la región. En su visita a Suecia, dialogó con Liberación sobre la realidad norteamericana. Después de pasar décadas volcando sus esfuerzos en apoyo a las fuerzas progresistas y de izquierda en Latinoamérica, se radicó en su país a colaborar con las fuerzas progresistas que quieren cambiar esa realidad.
Sobre la situación política en Estados Unidos, destaca que después del 11 de setiembre se vivió "un desconcierto general que posibilitó la realización de un golpe de Estado se podría decir, un régimen muy dudoso y de incierta perspectiva, que paradójicamente, se convierte en paladín de la democracia, de la libertad y de la civilización occidental". Además, subraya, que al frente de esta potencia está "un presidente incompetente".
Sweet no se refiere sólo a las evidencias de fraude electoral -denunciado magistralmente en el documental de Michael Moore, "Farenheint 9/11"- sino fundamental al poder que acumuló el presidente Bush después del 11 de setiembre, a través de la llamada "Acta Patriótica" y el clima creado después de su amenza de "con nosotros o contra nosotros".
En el "Acta Patriótica", extendida ahora en el Congreso, y que se votó sin discusión, "sin que nadie la leyera" añade Sweet, se aumentan las potestades del gobierno para detener a personas sin ninguna acusación y sin obligación de presentarla ante un juez, se suspenden muchos derechos legales, etc. "Desde la mediocridad, el gobierno se convierte en agresivo, con mucha confianza en sí mismo", y con la complicidad de los medios de comunicación, con respaldo en su política de lucha contra el terrorismo, destaca.
Así, concluye, el primer elemento del golpe es el Acta Patriótica, que fue preparada antes del atentado del 11 de setiembre y que se aprovechó esa emergencia para sancionarla, y un segundo elemento, es la introducción en el discurso nacional del adjetivo de terrorista, del concepto de terrorismo, y Al Qaeda. "Se construye un nuevo lenguaje al tiempo que sistemáticamente el gobierno se niega a definir el término de terrorismo".
"Hay quienes alegan que el terrorismo no es una ideología, ni una religión, ni una nacionalidad, ni una organización internacional, sino una táctica. Por lo que no se puede hacer guerra contra una táctica. Si se quiere desanimar a las personas a utilizar esa táctica, habría que entender quienes emplean esa táctica y con que propósito. Esa discusión se elimina de los medios de comunicación nacional", destaca Sweet.
"Desde entonces, con el discurso del terror, el presidente Bush ha tenido un panorama sin límites para iniciar guerras donde se le ocurra. Cuando se hable ahora de la posibilidad de un bombardeo a Irán, en Estados Unidos nadie se sorprende".
Reconoce que en medio de este clima, a los ciudadanos norteamericanos comprometidos con la defensa de los derechos civiles, "en que se crea esta bestia negra del terrorismo "- les resulta muy dificil reaccionar efectivamente.
No sólo petróleo
Sweet sostiene que es simplista asegurar que el único motivo de la guerra a Irak es el control del petróleo, y destaca el poder del complejo militar industrial, término acuñado por otra parte por el ex presidente de ese país, y militar, Dwight D. Eisenhower. Reconoce que "no se puede hablar de la política de Estados Unidos y de Europa hacia los países de Medio Oriente, en los últimos 80 años, sin mencionar el tema del petróleo, como sucede también en la relación de Estados Unidos con México, Venezuela y los países del Africa Occidental. Esto no es lo mismo que decir que la guerra se hizo sólo para conseguir petróleo. El mundo se organiza para conseguir petróleo. Como el petróleo se va a acabar, se van a suceder muchos problemas, guerras. Pero es muy simplista decir que la guerra en Irak fue sólo por el petróleo. También se necesitaba una bestia negra para mantener el aparato militar estatal de Estados Unidos que el sector principal de la economía del país".
Subraya que al no existir más la Unión Soviética "había que crear otro fantasma, y una vez que se acabe esto, ya se está preparando el terreno para transferir ese odio contra los chinos".
"Desde los años 50 y 60 se ha estado propagandeando una guerra contra el Islám, en parte respondiendo a las exigencias del Estado israelí, en parte respondiendo a la histórica actitud cristiana, pero más que nada porque el mundo islámico controla gran parte del petróleo. Se ha manejado una caricatura del musulmán fanático desde la invasión de Estados Unidos a Filipinas en 1898. Esta propaganda establecía que el musulmán era fanático, no respeta la vida humana, etc. Ahora se ve la preparación del terreno para hacer lo mismo con los chinos. Es requisito esencial de la relación Estado-capital en Estados Unidos, de que siempre esté latente la posibilidad de una guerra", insiste.
Sweet destaca que hay mucha gente en Estados Unidos que está consciente de esta relación, y que milita contra ella, "pero es difícil saber como deshacer el aparato esencial de la relación del complejo militar industrial con el Estado. Nuestro problema es como luchar contra eso y como desarmar esa relación. Nadie sabe cómo".
En ese sentido recuerda que según algunas informaciones hay unas 800 bases militares norteamericanas en 60 países, entre ellos muchas en países que antes formaban parte de la Unión Soviética. Este despliegue militar en el mundo responde al plan hegemónico de Estados Unidos, pero también se advierte, el desarrollo de un proyecto militar para controlar al mundo desde el espacio.
Dentro del movimiento antibélico de Estados Unidos, existe un grupo de personas que está estudiando lo que definen como una política de largo alcance de las administraciones norteamericanas, iniciada después del fin de la Segunda Guerra Mundial, de desarrollar tecnologías necesarias para controlar el mundo desde el espacio, donde los proyectos de la NASA juegan un papel fundamental.
Sin embargo, advierte Sweet, el movimiento anti-guerra en general no piensa tanto en esos términos sino que se plantea como acabar con la guerra fracasada en Irak y evitar otras guerras.
Para este profesor de historia latinoamericana, la no priorización de América Latina en la política exterior de Estados Unidos, se explica en que la prioridad hoy es el mundo musulmán y China, además del fracaso de 4 décadas de tratar de controlar la región a través de dictaduras militares.
La izquierda en EE.UU.
Consultado sobre como se organiza la izquierda en Estados Unidos y donde se la encuentra, Sweet fue enfático en sostener que "una respuesta sería que no hay izquierda en EE.UU. si se piensa en términos convencionales, no es que no existan partidos marxistas, pero no tienen influencia ninguna. No son del todo irrelevantes, pero en política electoral se pueden descartar. Si se piensa en definir la izquierda de una forma diferente, como por ejemplo, a quienes dudan de la eficacia de la privatización como solución a los problemas, quienes creen que es función del Estado garantizar la seguridad social a los ancianos, mantener la educación pública para todos, o la salud pública, y dudan instintivamente del militarismo como elemento central de la política exterior, si se piensa en esos términos, y se incluye a quienes no están para nada de acuerdo con George Bush, entonces estamos hablando de 100 millones de personas, la tercera parte de la población. Depende de como lo defines.
Esta gente está representada en el Congreso, en la prensa nacional, a veces parece que somos mayoría".
Dadid Sweet añade que esta izquierda está organizada de manera muy dispersa. Recuerda que 4 décadas atrás, los sindicatos incluían a casi el 20 por ciento de la clase obrera del país, y hoy no llega al 10 por ciento.
Sostiene que las fuerzas progresistas en su país está "en los sindicatos, algunos de mucha fuerza con una ideología social, en el movimiento antiguerra, el movimiento de los gay que es bastante amplio, en un movimiento feminista fuerte, en varios movimientos étnicos, y que se refleja también en una tendencia humanizante dentro de la iglesia católica y protestantes, y en un movimiento ambientalista muy fuerte. Hay muchos católicos que piensan que la pena de muerte es inaceptable, y en EE.UU. insistir en la eliminación de la pena de muerte es ser progresista".
Pese a la amplitud de este movimiento, su fuerza no se refleja aún en el proceso electoral. "Los intereses coorporativos, al final triunfan porque se maneja el proceso electoral con dinero". Critica a la prensa porque "jamás refleja las luchas a nivel local en busca de solución de los problemas de la gente, y sólo se concentran en atender la política nacional. Yo vivo en un pueblo de 100 mil habitantes, y la mitad de la población está compromida con un cambio".
¿Un tercer partido?
"La posibilidad de un tercer partido en EE.UU. es nula. Lo digo como veterano de tres décadas de intento por establecerlo. Hay un problema estructural. El investigador y escritor William Domhoff tiene un análisis sociológico convicente que demuestra que debido a la estructura constitucional, es baladí pensar en que un tercer partido que pudiera afianzarse. Hay mucha gente que a través de los años han buscado alternativas, que creen que ahora es nula esa posibilidad. Creo que nuestro reto ahora es convertir al Partido Demócrata en algo que merezca el nombre".
Sweet confía en que un triunfo demócrata en las próximas elecciones nacionales del 2008, implicaría que "las políticas de EE.UU. serían menos ultrajantes si hubiera un presidente y un Congreso dominado por demócratas. Habría más compromiso con los seguros sociales. No necesariamente menos militarismo, porque eso no cambia entre demócratas y republicanos porque es parte de la estructura fundamental de la economía. Pero sí habría más respeto por los derechos civiles, menos presión para las privatizaciones, más reconocimiento al derecho a los obreros a organizarse, un mayor compromiso con la educación pública, con el subsidio estatal a las artes y la educación, etc."
Desde este punto de vista, considera que los movimientos sociales y progresistas en Estados Unidos, se deberían plantear como tarea un triunfo del Partido Demócrata antes que abocarse a la construcción y consolidación de un tercer partido.
"Ahora no hay organización que incluya a toda esta gente que se opone a las políticas de Bush, ni es fácil imaginar como podría llegar a existir. Entre esa gente, el 95 por ciento, preferiría un demócrata en el gobierno".
"La gran esperanza ahora es elegir un Congreso dominado por demócratas" cuando el próximo año se renueve parte de ambas cámaras, sin embago advierte que será un reto muy dificil.
Denuncia que se han reformado los distritos electorales de manera tal de consolidar la victoria de los candidatos republicanos. "Debido a esta conformación, se dice que sólo el 10 por ciento de los distritos electorales del país son competitivos. Es parte del sistema de los republicanos para ejercer un control permanente del Congreso. Ahora se discute si ya han logrado ese control o si hay maneras de quebrarlo". De todas maneras, Sweet confía en que el movimiento progresista de Estados Unidos, al igual que en el resto de mundo, puede transformar la situación, y hacer "otro mundo posible".
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