inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 26-Agosto-2005

El petróleo y la
integración verdadera

 

El gobierno de Estados Unidos ha reiniciado su intento por aislar al presidente de Venezuela Hugo Chávez en América Latina, y boicotear su propuesta de integración denominada Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA).

En la reciente gira por Paraguay y Perú, el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, insistió en que Chávez junto a Fidel Castro, estimulan y organizan la inestabilidad política en la región.
Hay que reconocer que en parte, el halcón norteamericano tiene razón: el ejemplo de Cuba y Venezuela estimulan protestas y luchas en la región.

Hace poco se conoció la decisión del gobierno de Chávez de aumentarle el impuesto a las empresas transnacionales por las regalías de la explotación del petróleo. Hasta hace poco tiempo atrás, las multinacionales pagaban sólo un 1 por ciento en regalías, luego el gobierno venezolano aumentó el impuesto primero a un 16,6 por ciento, y ahora éste llegará a un 33 por ciento).

El gobierno bolivariano destinó estas ganancias para a atender las necesidades básicas de la población y estimular la industria nacional. Este potencial Venezuela, con vocación y espíritu bolivariano, no lo ha manejado con un criterio egoista nacional, porque sus recursos naturales los comparte también a nivel latinoamericano para incentivar una integración energética regional basada en un comercio justo, cosa que les duele mucho a las multinacionales del petróleo.

Un anhelo sin cumplir aún de los pueblos de Bolivia y Ecuador. Dos países andinos donde las protestas han tenido como denominador común, el reclamo de que los grandes recursos energéticos, gas y petróleo, sean utilizados en mejorar el bienestar de sus pueblos e impedir el saqueo de esos recursos por las empresas transnacionales.

En 1994, el entonces presidente norteamericano Bill Clinton, lanzó su propuesta de integración regional Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y su iniciativa tenía la fecha de enero del 2005 para ponerse en marcha. Como es obvio reconocer, la propuesta no avanzó prácticamente nada, por más que Estados Unidos haya optado por ir firmando acuerdos comerciales con algunos países latinoamericanos para salvar la propuesta neocolonizadora. En la práctica, el ALCA no ha dado ningún paso concreto.

Por otra parte, la iniciativa del presidente Chávez en poco más de un año ha tomado un impulso importante, y que al contrario de lo que dicen sus críticos, ésta no alcanza sólo a Cuba.

En los últimos meses, Venezuela ha suscrito protocolos de suministro petrolero permanentes -además de los suscriptos ya con países del Caribe- con Argentina, Paraguay y Uruguay, y temporales con Bolivia, Chile, Panamá, Perú, y está en proceso un anillo energético sudamericano que incluye la construcción de un gasoducto desde los yacimientos del noreste venezolano hasta el Río de la Plata, así como acuerdos para que empresas de estos países comiencen a perforar y extraer petróleo en Venezuela. Además, Venezuela ha impulsado y acordado, acuerdos comerciales que benefician a las dos partes.

Aunque este aspecto de la propuesta de Chávez no se advierta directamente, los pueblos de la región sí comprenden más rápidamente los beneficios de que un gobierno vuelque las ganancias de la explotación de un recursos natural en su propio beneficio.

Recientemente el opositor diario caraqueño, El Nacional, se lamentaba que el gobierno estaba volcando las ganancias petroleras a la "asistencia social", reprochando que se dilapidaran recursos en los pobres. La consultora internacional del grupo J. P. Morgan también criticó este aspecto de la política de Chávez, aunque disfrazó sus críticas señalando que la petrolera venezolana no invertía lo suficiente en infraestructura y que a la larga iba a perder competividad y rentabilidad. Una falacia que quedó demostrada con la presentación de los planes de inversión de PVDSA la semana pasada.

Para los pueblos oprimidos de Bolivia y Ecuador, la decisión de Chávez de encauzar las ganancias petroleras para atender las necesidades de su población, se transformó en inspiración y es hoy ya también para ellos un justo programa de lucha.

Las movilizaciones campesinas y obreras que derrocaron a los presidentes Gonzalo Sánchez de Losada y Luis Mesa en Bolivia, tenían como objetivo principal, recuperar la soberanía de los recursos gasíferos. Las protestas en Ecuador, que la semana pasada paralizaron la producción de petróleo en las provincias de Orellana y Sucumbíos, demandaban una compensación social por las firmas extranjeras que operan en pozos de esos territorios, recursos para impulsar la educación y salud, y la declaración de caducidad del contrato con la empresa petrolera estadounidense Oxy, asi como que las empresas extranjeras contraten a personal de la región.

Seguramente no todos los que protestaron en Bolivia y Ecuador tenían presentes el ejemplo venezolano, pero sí es seguro que los pueblos de la región estan hartos de que les roben sus recursos. El continente está ensayando un camino nuevo, que aún está lejos de ser el sueño integracionista de los héroes que nos emanciparon de España hace casi 200 años, pero que lo comienza a hacer con decisión y con ejemplos claros, concretos, de que sí se puede. En la larga lucha por recuperar nuestras riquezas y usarlas para el bienestar popular.



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