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Amenazas a Irán tensa la situación en el Golfo Pérsico |
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Mientras Europa y la Organización de las Naciones Unidas intenta mantener la negociación con Irán sobre su programa nuclear, el presidente de Estados Unidos, George Bush, y su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, blanden el garrote y amenazan con acciones militares contra el gobierno de los ayatolas. Bush denuncia que Irán está desarrollando un programa de armas nucleares, y Rumsfeld dice que ese país está enviando armas a los insurgentes en Irak.
Las amenazas a Irán coinciden con la concesión de la visa al nuevo presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, para ingresar a los Estados Unidos y participar en setiembre de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Sectores de la sociedad norteamericana han denunciado que el actual presidente iraní estuvo implicado en 1979 en la retención de los rehenes norteamericanos en la embajada de ese país en Teherán, y que por ello debería ser acusado de secuestro. Bush, justificó su decisión de conceder el visado, no en el respeto a las Naciones Unidas, sino por un informe de la CIA que no confirma la participación de Ahmadineyad en la retención de los rehenes norteamericanos, pese a que en su biografía personal, el líder iraní reivindica su actividad al frente de los estudiantes que en 1979 ocuparon la embajada norteamericana. Algunos de los rehenes de entonces que permanecieron secuestrados en la legación durante 444 días reafirmaron a la televisión su certeza sobre la participación de Ahmadineyad, al que afirman haber visto varias veces durante su cautiverio y que parecía desempeñar un papel de supervisor. Por otra parte existe la sospecha de que el presidente Bush está pagando favores que recibió su padre del gobierno iraní entonces. El 4 de noviembre de 1979 un grupo de estudiantes islámicos tomó la embajada norteamericana en Teherán y retuvo a 52 diplomáticos como rehenes, en protesta porque Estados Unidos había recibido al derrocado Sha Reza Pavlevi. La ocupación se extendió por 444 días y tensó las relaciones entre ambos países, y según algunos observadores, le costó la reelección al presidente Jimmy Carter que fracasó en sus intentos por liberarlos, al principio por la fuerza, y a través de negociaciones diplomáticas. Según se conoció después, los candidatos republicanos, Ronald Reagan y George Bush, establecieron negociaciones con el gobierno iraní -ya en guerra con Irak- y se comprometió a venderle armas en secreto cuando llegara al gobierno, pidiendo a cambio posponer la liberación de los rehenes hasta después de las elecciones presidenciales de noviembre de 1980. Esta negociación de ventas de armas, que se extendió por varios años, contó con la complicidad del gobierno de Israel, que actuó de mediador y fachada para la exportación, y parte de las ganancias fueron destinadas por el presidente Reagan a financiar la contrarrevolución nicaragüense. La revelación de este entramado en 1987 fue conocido como el "Irangate" y no sólo dejó al desnudo la política a dos puntas de la administración norteamericana, sino una compleja red de tráfico de armas y drogas en Centroamérica, manejada por elementos de la CIA. Amenazas de acciones militares Para algunos observadores de política internacional, teniendo en cuenta la experiencia de la guerra Irán-Irak en los 80, las amenazas de Bush, y cualquier acción militar por parte de Estados Unidos, sólo fortalecerá el ala islamista más conservadora en el país, y unirá a toda la población detrás del gobierno. Una consecuencia nada agradable cuando el país acaba de renovar su gobierno con el triunfo del sector más conservador. En una entrevista en la televisión israelí, preguntado por el periodista si Estados Unidos excluía el uso de la fuerza para disuadir a Irán de continuar con su programa nuclear, Bush respondió: "Todas las opciones están sobre la mesa. El uso de la fuerza es la última opción para cualquier presidente". Aunque precisó: "Hemos usado la fuerza en el pasado reciente para hacer nuestro país más seguro" y "dar la oportunidad a la gente de vivir en sociedades libres", en alusión a la invasión de Irak. No obstante, describió que la situación actual apunta a que se seguirá trabajando "la vía diplomática". "Veremos si tenemos éxito o no", añadió durante la entrevista, realizada en su rancho de Crawford, en el estado sureño de Texas, donde goza de unas vacaciones de 5 semanas, las más largas que se ha tomado un presidente en los últimos 36 años, y cuando el promedio de vacaciones en el país, es de sólo 3 semanas. Esta semana, la conservadora revista "Time" sostuvo que funcionarios estadounidenses sospechan que el régimen iraní está financiando en Irak a un grupo insurgente liderado por un hombre llamado Abu Mustafa al Sheibani, así como a las milicias chiíes Brigada Badr, y sostiene que el gobierno norteamericano tiene documentos con pruebas, o al menos indicios, de esta relación. La publicación afirma que, según un documento de la Inteligencia estadounidense, Irán está respaldando al grupo de Al Sheibani, responsable de numerosos ataques contra las fuerzas de la coalición en Irak y que en las últimos ocho meses ha conseguido introducir en el país minas antitanque mucho más mortales que las que se han visto hasta ahora. Según esta fuente, estas minas están basadas en un diseño de la milicia chií libanesa de Hezbolá, también apoyada por Irán, y tiene cargas explosivas con una determinada forma que les permite golpear y atravesar la coraza de los tanques. Estados Unidos cree que el grupo de Al Shibaini tiene unos 200 miembros, divididos en 17 comandos. Un alto responsable militar estadounidense en Bagdad cree que Irán ha servido de enlace para un acuerdo entre militantes chiíes en Irak y Hezbolá, en virtud del cual los primeros han importado armas sofisticadas. Por otro lado, la revista afirma que ha tenido acceso a documentos de la Guardia Revolucionaria iraní, entre ellos un registro de pagos hechos en agosto de 2004 y que parece indicar que Teherán estaba pagando los salarios de los al menos 11.470 miembros de la Brigada Badr, el brazo armado del principal partido chií del país (Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak, CSRII, de Abdelaziz al Hakim). Fuentes de Inteligencia británicas y estadounidenses están convencidas de que Irán sigue pagando esos salarios, pero el jefe de la Brigada, Hadi al Amri, lo niega. "Le he dicho a los oficiales americanos que me muestren la prueba de que tenemos un acuerdo con Irán, pero dicen que no tienen ninguna", dice Al Amri, según la revista. 'Time' recoge también el testimonio de un antiguo soldado del régimen de Sadam Husein, Abu Hassan, que afirma que en 2004 fue contactado por un agente de inteligencia iraní que le pidió que recopilase nombres y direcciones de responsables del Ministerio de Interior. Además, la revista sostiene que, según demuestran documentos iraníes, Teherán tenía un plan para ganar influencia dentro de Irak aun antes de la invasión estadounidense, a través de las milicias chiíes. Coincidientemente, unos días antes, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, afirmó que se han encontrado armas procedentes de Irán entre los insurgentes iraquíes y acusó a Teherán de, como mínimo, no haber impedido su entrada. A su vez, el gobierno iraní rechazó las acusaciones de Estados Unidos y calificó las amenazas de "guerra sicológica". El portavoz del Ministerio del Exterior iraní, Hamid-Reza Assefi, aseguró que las advertencias forman parte de esta "guerra sicológica" y no son reales. Assefi advirtió a EE.UU. que no debe cometer "un gran error". Washington debería saber que Irán tiene mayores opciones militares que los norteamericanos, señaló. Mientras tanto, el presidente del Partido Demócrata, Howard Dean, sostuvo que las palabras del presidente son pura retórica. Precisó, de todos modos, que en estos momentos Bush carece de la credibilidad, "tanto fuera como dentro de casa", para que esas afirmaciones se tomen en serio. "El problema es que el presidente tiene a 138.000 personas inmovilizadas en Irak", precisó Dean, en referencia a las tropas desplegadas en este país. Añadió que Bush "no tiene la capacidad de hacer nada en Irán, ni tampoco cuenta con el respaldo internacional para ello". Desde Europa, el canciller alemán, Gerhard Schroeder, marcó distancias con el presidente estadounidense y rechazó cualquier opción militar en Irán para resolver el problema sobre el programa nuclear de ese país. En un acto electoral, Schroeder fue aún más claro a la hora de advertir a Bush que no se debe buscar una salida militar. "Quiten las opciones militares de la mesa, hemos comprobado que no sirven para nada", dijo en un mitín proselitista en Hannover. La posición alemana fue subrayada por el ministro del Exterior, Joschka Fischer, que descartó una acción militar de manera "categórica. Las operaciones militares conllevan siempre el riesgo de una escalada incontrolable", dijo Fischer en un acto electoral, apostando por "una solución diplomática". Armas de destrucción masiva El presidente Bush ignoró en este caso la acción de Pakistán, uno de sus aliados principales en la región, pese a estar presidido por un general que dió un golpe de Estado. EE.UU. prefiere en este caso ignorar la escalada armamentista -y el desarrollo de armas de destrucción masiva- en un Estado de mayoría islámica y que en un futuro también podría ser controlado por radicales musulmanes.
La acusación, recuerda las maniobras realizadas por Estados Unidos en la década del 50, según reconocen documentos recientemente desclasificados, contra el entonces presidente iraní para derrocarlo. Según esos documentos, la CIA alentó y promovió disturbios en varias zonas del país hasta obligar al sha a destituir al presidente populista. Ahora, el portavoz de la cancillería Hamid Reza Asefi sugirió que Washington y Londres estaban alentando a los sectores de árabes y curdos que han generado disturbios en el oeste y el noroeste iraní. "De acuerdo con alguna información, los estadounidenses intervinieron en el noroeste de Irán. Esto no es aceptable", expresó Asefi en rueda de prensa. "Expresaremos nuestra objeción con respecto a ésto pronto". Bajo la protección estadounidense, los curdos iraquíes han gozado de autonomía y de un auge económico, alentado en parte por el comercio con Irán. Los curdos iraníes se han relacionado con sus pares del otro lado de la frontera para hacer negocios, incluyendo lucrativas exportaciones de bebidas alcohólicas ilegales y otros productos. Asefi también expresó que una serie de disturbios previos en la provincia occidental iraní de Juzestán fue alentada por la presencia británica en Irak. En abril, la minoría árabe manifestó contra el gobierno y se produjeron disturbios que causaron al menos un muerto y varios heridos. Más de 200 personas fueron arrestadas. Juzestán limita con el sur de Irak, donde las fuerzas británicas están a cargo de la seguridad. |
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