|
||||||
Kristina Lugn |
||||||
Gracias al acierto de Simon Editor y a la traducción de Maria Kallin y Víctor Rojas, los lectores hispanos pueden leer el último poemario de Kristina Lugn, popular poeta sueca, compañera de generación de Eva Runnefelt, Anne-Marie Berglund y Sonja Åkesson. Parte de la intención difusora de Simon Editor con la colección de poetas suecos traducidos al español, es como en este caso, su participación en la versión anual del Festival Internacional de Poesía en Medellín que este año se celebró entre el 24 de junio y el 2 de julio recientes, fecha en que Adiós y buena suerte de Kristina Lugn se entregó a circulación. Los poemas de Kristina Lugn proclaman una alteridad en donde lo doméstico se refleja con insistencia. Una mujer se ve allí y queriendo extraerse de la atmósfera cotidiana, la convierte en herramienta nominativa a partir de los objetos que la amueblan. Soy ésto hoy: un forro, un apagón, una vieja cortadora de pasto. Define esta red de la malla habitual, totalmente conciente de la vecindad de una frontera, vivimos a sólo una corazonada del abismo. Alguien que tiene la escritura por oficio concordará con Proust cuando dice: un libro es el producto de un yo diferente de aquel que manifestamos en nuestras costumbres, en nuestra vida social y en nuestros vicios. Lo cito ahora por el modo doble en que Kristina Lugn se refiere a las señas persistentes de aquella alteridad: Como parte de un acto contemplativo, sin pasmo, como una buena fórmula de convivencia: Y doy el último/ paseo conmigo./ Cerca de la casa. O en pendencia con ella, pasmada de ver que alguien inmprecisa y tenue, como un vapor de sí misma toma el dominio de la situación a su pesar pero con su consentimiento, sólo porque resulta más comprensible o más asimilable que su yo pájaro o su yo niña -más fuertes en su singularidad pero también por ello más expuestas a lo mundano-. Escribí en mi carta/ que quería irme lejos/ de la niebla que soy. Y este modo de presentar a la otra me lleva a inferir que ese doble sentimiento enriquece su poesía con un testimonio intimista, de goce de auto-complicidad; y otro irónico, casi adolorido emanado del auto-juicio, cuando apela al tono sarcástico minimizando la crueldad de lo inmodificable. Próxima y lejana alteridad entre la vida y la muerte conducida por una subyacente testarudez de vivir No quiero abandonar este mundo/ no quiero que este mundo me abandone. Y al alcance de la mano encuentra las armas, a veces ingenuas, a veces ingeniosas. Reglamentos, actas, cartas a destinatarios imposibles, como el reino de la muerte; votaciones o remisiones a un regidor tentativo de lo imponderable; hipóteticas negociaciones con embajadas inexistentes, mientras en suma reafirma su vocación independiente: Soy una persona libre/ siempre lo he sabido /pero nunca lo he entendido. Armas humanas de un gracioso candor, contra el desamparo ontólogico o la rudeza metafísica, como si ella fuese su propia hada y con un traje de idioma que ajuste bien o algo más propiamente femenino, agujas y lana, tejer un saco azul que la ame. Candor que comporta una lucida burla, conciencia de estar rebazados por ciertas fuerzas que amilanan paulatinamene las altivas ambiciones. La masa de músculos se encoge Es una pena que Kristina Lugn haya faltado a la cita con el Festival Internacional de Poesía en Medellín, pues su obra da un matiz muy propio al panorama poético que ofrecen los creadores suecos./A.G Kristina Lugn ¡Adiós y buena suerte! |
||||||
|
||||||
|