inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 5-Agosto-2005

Eva Perón en el recuerdo

 

escribe Nestor Omar Fernandez

NEGOCHEA. Cuando murió Eva Perón el 26 de julio de l952, yo cursaba quinto año en el Colegio Nacional de Necochea, del que egresé en diciembre como perito mercantil, y estaba a punto de cumplir l8 años.

Fue un acontecimiento nacional porque se trataba de la esposa del presidente de la Nación, general Juan Domingo Perón, pero también y muy especialmente, porque en su breve carrera política esta ex actriz de cine y radioteatro -donde su relevancia fue de tono menor-, supo granjearse la generación popular, particularmente en los sectores más empobrecidos de la población, tanto como la animadversión y el odio de la mayoría opuesta al partido gobernante.

Con el transcurso del tiempo, la figura de Evita se fue agigantando hasta alcanzar ribetes míticos, no solamente en la Argentina sino también en el exterior. Obras de teatro, óperas, películas, canciones y una vasta literatura lo corroboran, y periódicamente esta producción artístico-cultural se incrementa con nuevos aportes de dispar calidad, tal como sucede con personas y hechos que adquieren proporciones de leyenda.

Desde una perspectiva histórica -desde su deceso han transcurrido 53 años-, es comprensible que Eva Perón haya logrado tamaña dimensión, y que su protección con el devenir del tiempo llegue a opacar, en cierto sentido, a quien fue su marido y uno de los hombres más influyentes de la política argentina en el siglo XX. Porque Evita hoy es mundialmente reconocida, y su imagen se identifica con el poder, la belleza, el misterio y la tragedia.

La sociedad de esta parte de América del Sur en el siglo pasado era muy diferente de la actual, en la que las mujeres ocupan los primeros planos en distintas actividades humanas. Ya nadie discut, excepto los más retrógrados, que el ámbito de la política, la cultura, la ciencia, el deporte, etc. pueda estar reservado exclusivamente a los hombres. Pero en la década del ·50 no era así ni mucho menos. La mujer desempeñaba un rol secundario en general, y hacía solamente un par de años, para refirmar lo vertido y abreviar conceptos, que se había modificado la legislación para instaurar el voto femenino. Hasta esa época se le negaba tan elemental derecho y Eva Perón había sido la principal impulsora de la ley respectiva. Además, su juventud y atractivo físico contribuyeron para instalarla en la consideración popular, porque no se resignaba a ser una figura meramente decorativa que se limitaba a acompañar a Perón en las ceremonias y actos oficiales.

Desde la Fundación que llevaba su nombre realizó una extraordinaria labor social que la convirtió en un verdadero ídolo de las familias argentinas, de millones de hombres y mujeres que habían permanecido postergados hasta entonces, que encontraron en el peronismo y primordialmente en ella no sólo un reconocimiento y una cuota de justicia social, sino también una esperanza...

La inserción de Evita en los hogares más humildes, su prédica rebelde y de frecuente cuestionamiento de las clases acomodadas, su pasado turbulento por ser una hija de origen espurio en tiempos de una sociedad más formal y estructurada, perturbó primero e irritó hasta el desprecio después a mujeres y hombres que la odiaban, que sostenían que era una aventurera, una arribista y ambiciosa de poder, y que además dilapidaba los dineros públicos para beneficiar el justicialismo, pero también su propia y creciente fama.

Su prematura muerte ocurrió cuando, pese a su precaria formación intelectual, está dando paso a una joven más madura que se perfilaba como una gran dirigente. Su presente era fulgurante y su futuro se insinuaba por demás promisorio, en un país potencialmente rico, de incipiente desarrollo industrial, con fuentes de trabajo por doquier y que continuaba recibiendo importantes contingentes inmigratorio de Europa y países limítrofes.

Pero la abatió un cáncer a los 33 años. Más de medio país lloró su muerte y su cadáver -derrocado Perón en l955- protagonizó una increíble, novelesca peripecia, con la participación y complicidad de sucesivos gobiernos.

Paulatinamente Eva Perón comenzó a ser reivindicada por las nuevas generaciones, a punto de haberse convertido en la figura más emblemática del peronismo más contestatario de los años ·60 y ·70. y también por los revolucionarios de otras tendencias, junto al Che Guevara, aunque sin alcanzar la protección internacional de éste.

Si Evita viviera sería montonera, cantaban los jóvenes peronistas que luchaban por la patria socialista en la década del ·70. Los mismos que fueron desacreditados por Perón cuando se hizo del Poder en l973, luego de su prolongado exilio, quien prefirió el apoyo de su mujer de entonces, María Estela Martínez , del siniestro José López Rega y de la burocracia sindical,entre otras fuerzas sociales que propiciaban otro modelo de país.

El justicialismo, que nunca fue revolucionario aunque sí reformista, en los últimos años se ha transformado en un partido decididamente conservador, con dirigentes políticos y gremiales emparentados en muchos casos con la prebenda y la corrupción, que han posibilitado el empobrecimiento de la Argentina actual, que vive la mayor crisis de su historia.

Es cierto también que este peronismo, con personajes tan tenebrosos como Menem y Duhalde a la cabeza, destruyó las bases de la riqueza nacional con la colaboración y el respaldo de otras fuerzas -el radicalismo y los neoliberales como principal sostén-, y porque ha tenido una oposición débil y desperdigada (y un pueblo de frágil memoria), pero esta apreciación es parte de otro capítulo...

Néstor Kirchner, el hoy presidente argentino, en algunos de sus mensajes parece inclinado a rescatar lo más valioso de su doctrina, pero transita por aguas por demás agitadas, y aún no se vislumbra un sendero más definido hacia otros horizontes.

Seguramente Evita hubiera repudiado a esta pléyade de traidores de los intereses populares, y de ninguna manera admitiría que la recuerden políticos, empresarios, burócratas y sindicalista que desnaturalizaron su lucha, su martirio y su prédica por una sociedad más justa y solidaria.



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