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Sembrando terroristas |
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El asesinato del joven electricista Jean Charles de Menezes por policías, que según dicen lo creyeron sospechoso de ser un terrorista islámico en Londres el pasado día 21 de julio, hizo que los habitantes de la ciudad brasileña de Gonzaga de donde era oriundo y también brasileños residentes en Gran Bretaña, dos lugares geográficos tan distantes entre sí, manifestara esta semana su repudio. Otra víctima de una guerra en las que nos metieron a todos Bush y Blair, desde antes del 11 de septiembre de 2001. Ahora ambos mandamases se preocupan de desconectar el terrorismo protagonizado por suicidas islámicos en las metrópolis, con las ocupaciones de sus ejércitos en Afganistán e Irak . Se olvidan que durante más de una década bombardearon Irak todos los días ocasionando cientos de víctimas civiles, más las consecuencias de un bloqueo despiadado de medicinas y alimentos que con autorización del Consejo de Seguridad de la ONU sancionaron a Sadam Hussein por la invasión a Kuwait. Tampoco en este recordatorio se contabiliza cómo ellos mismos propiciaron en los años de la guerra fría que la dinastía saudita sembrara en las fronteras pakistaníes esas escuelas coránicas extremistas (escisiones dentro del islamismo) que tuvieron como uno de sus líderes a Bin Laden, las que fueron usadas entonces por Reagan y Bush (padre) para luchar contra el comunismo. La guerra contra el terrorismo que hoy todos padecemos y de la que es responsable el insaciable afán de rapiña imperialista, intenta enfrentar unilateralmente con violencia y mayor control de las libertades ciudadanas, con el agravante de querer implicar más y más a la comunidad internacional en esa vorágine. En esta orden, la lista de ejemplos que podríamos traer a cuento podría ser extensa, pero basten sólo dos para muestra: es indiscutible que la presencia de tropas en Irak contra la opinión mayoritaria de la población de Dinamarca, ha transformado a ese país en un posible blanco de un atentado terrorista. Suecia, que históricamente evitó mezclarse militarmente en conflictos internacionales ha ido cada vez más implicándose en el nuevo orden internacional, por un lado dando el visto bueno ataques a países miembros de la ONU (ver Nuestra Opinión de la semana pasada) y también por la disposición del gobierno de participar y dirigir operaciones militares fuera de su territorio en nombre de la UE o de otros convenios suscriptos. ¿Qué implicancia puede tener eso para la seguridad de quienes vivimos aquí? ¿Qué sentido puede tener para defenderse del terrorismo poner francotiradores en los techos de Londres, o controlando y maltratando gente en calles, barrios, centros religiosos o aeropuertos? Y al mismo tiempo manteniendo ocupaciones militares con tropas que cotidianamente perpetran atrocidades. Por cualquier lado esta política que se lleva adelante es un dislate. Si cesara el terrorismo oficial o de Estado, si los dueños del mundo no se metieran en donde no tendrían que haberse metido, todos podríamos respirar más tranquilos. Si pudiéramos sustraernos a una guerra, incluso de propaganda, donde se gastan millones de dólares y detener esta espiral, sí el mundo podría estar más tranquilo. Como esta es una tarea difícil, lo menos que podemos hacer es no creerles ni un tantico así (como ya advertía el Che hablando del imperialismo). Y resistirnos a aceptar que esta sea nuestra guerra, que es sí la de Bush, Cheney, Blair y quienes les secundan por intereses mezquinos o cobardía. Es lo más justo que podemos hacer, quienes no tenemos poder para impedir que sigan ellos sembrando terroristas. |
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