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«Nuestro estilo de vida» |
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escribe Cándido Suele ser un lugar común en el discurso de las elites neoliberales gobernantes y los periodistas mercenarios, el aludir a «nuestro estilo de vida» como algo muy preciado, cada vez que supuestamente este resultado agredido por algunos bárbaros «terroristas» generalmente musulmanes. La alusión no pasa de ser una frase propagandística y sobre todo destinada a desviar el centro de los problemas. La invocación de esos supuestos valores de nuestras sociedades volvió a repetirse hasta el hartazgo con motivo del atentado terrorista del 7-J en Londres. Sin la torpeza de Aznar y su ministro de Interior Acebes, en ocasión del trágico 11-M en Madrid, Tony Blair no acusó al IRA de la autoría del atentado, pero con su cinismo habitual trasladó el objetivo de los terroristas a los dirigentes del G-8 que celebraban una cumbre (sin altura) en esos momentos y reiteró la invocación a «nuestro estilo de vida». Todo ello para desviar la atención de la verdadera causa del atentado: que no es otra que la respuesta a la agresión terrorista que, el propio Blair y su «patrón» Bush descargaron sobre el pueblo iraquí, mintiendo deliberadamente. Esta historia ha sido profusamente debatida en estos días, y es de esperar que el aprovechamiento que los dos grandes mentirosos, más los vasallos de la Unión Europea, han querido hacer del atentado, explotando el miedo de sus pueblos para eludir responsabilidades y vaciar todavía más de contenido a la democracia que dicen defender, tenga vuelo corto, y más temprano que tarde tengan rendir cuentas. La inconsistencia de la invocación queda al desnudo sin necesidad de un análisis muy profundo del comportamiento de las sociedades «occidentales» y «democráticas». Basta leer los diarios. En un país con una imagen universal de democracia y tolerancia como Suecia, una encuesta publicada en estos días, que apenas mereció la atención de los columnistas, reveló que el 53% de las mujeres no se atreve a salir sola por la noche por el temor a ser violadas o robadas. En estos días, también en este mismo país, comenzó el juicio a tres jóvenes acusados de haber asesinado a patadas, delante de una veintena de testigos que contemplaron pasivamente la agresión a un compatriota que les recriminó que estaban orinando en la calle. En pleno centro de Estocolmo. Estas muestras de «nuestro estilo de vida», son una constante en la sociedad de Estados Unidos, y las grandes ciudades de Europa y América Latina, con la excepción de Cuba. Sólo en México han sido asesinadas más de mil jovenes mujeres en los años recientes, sin que la policía haya detenido a los autores. Una visita a turística a Rio de Janeiro o San Pablo puede fácilmente resultar mortal. Cuando ese tipo de violencia llega a sociedades como la sueca, es porque las cosas están muy mal. Pero poco parece importar a los «líderes» demócratas una mujer más, violada, a la que le darán unas coronas de compensación y una pena leve al violador. Lo inportante es aprobar leyes más duras contra «el terrorismo» que se usarán para perseguir a los críticos de este modelo global neoliberal, bien llamado el «modelo de la muerte». |
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