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Una derrota en ciernes |
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El martes pasado desde un cuartel militar en Carolina del norte, lugar desde donde han salido más de 10 mil soldados de los 135 mil que tiene Estados Unidos en Irak, el presidente George W.Bush dirigió un mensaje al país. En él volvió a reafirmar y justificar la misma política guerrerista, en un intento de detener la caída en picada de la pérdida de apoyo que la opinión pública norteamericana muestra hacia su gestión. Según recientes encuestas el 59 por ciento de los estadounidenses desaprueban la manera como Bush está manejando la ocupación de Irak, al cumplirse un año de que con bombos y platillos anunciara Estados Unidos la devolución de la soberanía a los iraquíes. En el mensaje Bush intentó una vez más tocar la fibra patriotera para ocultar el empantanamiento en el país árabe, vinculándolo a su lucha contra el terrorismo, el 11 de septiembre y también como en otras ocasiones asustó a sus auditores con el barbudo Bin Laden. Así mismo el presidente embustero afirmó que el nuevo gobierno iraquí y las fuerzas de ocupación llevan adelante una dura batalla y la subversión extremista está perdiendo en esa lucha, porque no pueden detener el avance de la libertad. Para a renglón seguido confirmar que las tropas norteamericanas se quedarían en Irak un tiempo no definido: Hasta que se complete la misión: lograr un Irak democrático y estable dijo con voz cavernosa. Nada dijo de los casi 1800 soldados norteamericanos que ya han muerto y más de 12.000 que fueron heridos en ese país, ni menos aún de que al calendario de la iraquización lo ha hecho trizas la resistencia, que día a día realiza cada vez más acciones contra los ocupantes y las nuevas fuerzas militarizadas del gobierno títere de Iyad Alawi. Sólo en mayo el Pentágono contabilizó 700 ataques con explosivos contra las tropas de ocupación y las fuerzas de seguridad iraquíes. Aunque en la reciente reunión en Bruselas, vergonzosamente la Unión Europea y Kofi Annan -obligados por Bush- volvieron a brindarle apoyo político a la ocupación norteamericano-británica en Irak, la situación actual en el país árabe es para el periodista Robert Fisk más insegura que nunca. La realidad es que Irak es menos seguro que nunca. Ningún extranjero se atreve ahora a viajar por las carreteras del país, y muy pocos se arriesgan a circular por las calles de Bagdad. Nos dicen que las cosas están mejorando y todavía nos creemos estas mentiras. Todavía nos engañamos en el mundo de película que han creado el Pentágono, la Casa Blanca, Dowing Street, y en estos días también la ONU escribía esta semana desde el lugar el corresponsal Fisk. Rodeado de militares en esta nueva puesta en escena, Bush con su proverbial caradurismo pidió más sacrificio y recalcó varias veces en el mensaje para el auditor norteamericano de que en Irak hay progresos significativos&! Aunque sin llegar todavía a los niveles de rechazo que en sus años alcanzó en el pueblo norteamericano la guerra en Vietnam, según las últimas encuestas, más de la mitad de los ciudadanos no comparten la idea de que la resistencia en Irak se está debilitando. Según otra encuesta, en este caso de Gallup, un 61 por ciento cree que Bush no tiene un plan claro para salir del pantano iraquí, y ahora un 53 por ciento de los norteamericanos reconocen que fue un error mandar tropas a Irak. Como cuando Vietnam, el pesimismo parece haber comenzado a cundir en el ciudadano medio norteamericano. ¿Cuántos miles y miles más de iraquíes y norteamericanos tendrán que inmolarse para que pare la carnicería? ¿Cuánto tiempo más tendremos que soportar para que Bush y su banda caiga en la bancarrota total y los honorables de la Unión Europea y Kofi Annan tomen definitiva distancia de la desastrosa aventura imperial? Porque no cabe duda de que la derrota ya se huele en el aire. |
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