escribe Cándido

La semana pasada, en vísperas de una conferencia internacional realizada en Bruselas a inspiración del actual gobierno de Estados Unidos y sus títeres europeos, los gobiernos de los países nórdicos, emitieron un comunicado conjunto bajo el título Irak es responsabilidad de todos, que revela el grado de obsecuencia y falta de dignidad de los firmantes. Laila Freidvald, de Suecia, Per Stig Möller de Dinamarca, Jan Petersen, de Noruega, Erkki Tuomioja, de Finlandia y David Oddsson, de Islandia, procurando talvez destacarse del resto de los vasallos europeos haciendo «buena letra» ante el amo del «otro Norte», asumen la poco honorable tarea de «ser portavoces de la propaganda de Bush», como acertadamente calificó el editorial del diario sueco Aftonbladet (20-06-05) al comunicado.

Con la habitual hipocresía con que se intenta contrabandear mensajes espurios, los citados ministros nos recuerdan «los sufrimientos del pueblo iraquí durante los últimos 20 años, por culpa de Sadam Hussein, la guerra con Irán, (olvidaron mencionar el apoyo en armas químicas recibido por el dictador iraquí, de su antiguo aliado Estados Unidos) y ahora por la situación de inseguridad que vive el país.

Ni una palabra de que la «actual inseguridad» es consecuencia directa de la resistencia a un invasor que, deliberadamente mintió una y otra vez para «justificar» una agresión militar, que contó con el apoyo logístico y militar de algunos de los países firmantes del infeliz comunicado.

Ni una palabra de las perversas torturas contra los prisioneros de guerra iraquíes, del horror sólo comparable a los campos de concentración del nazismo, de la base militar del imperio, en Guantánamo. El mismo estúpido y falso argumento que solamente un gobernante del nivel intelectual y ético de George W. Bush puede seguir repitiendo luego de la catástrofe que ha sido la agresión, de que se han hecho «progresos en la democratización de Irak» es repetido por los mencionados ministros nórdicos. Las mismas invocaciones sin sustancia a la «democratización y bienestar» del país como «responsabilidad de todos» revelan además, su absoluta falta de sentido común y capacidad de análisis. Cuando la «potencia más poderosa del planeta» como gustan llamar al imperio los súbditos, no ha sido siquiera capaz de asegurar agua potable y electricidad a la mayoría de la población iraquí tras dos años de guerra y el caos reina en todo el país, los ministros nórdicos nos recuerdan «nuestra responsabilidad». Los pueblos del mundo señalaron antes, durante y ahora, de quién es la responsabilidad. Cuando el verdadero culpable ha fracasado estrepitosamente y no sabe cómo salir del atolladero, pese a lo cual el incapaz al que indujeron a la agresión sigue pregonando la «justeza de su línea», los ministros nórdicos, como la Unión Europea, se prestan a servir de recolectores de apoyo a una causa perdida. Sin gloria y sin honor. En lugar de exigirle a la camarilla que maneja a Bush, con respeto aunque no se lo merezcan, responsabilidades no sólo en Irak sino en la arrogante y criminal política internacional que desestabiliza al mundo, los sumisos gobiernos nórdicos, optan por subordinarse a una causa perdida. No es de extrañar el naufragio de la Unión Europea.