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En 1981 declaró una guerra contra el terrorismo |
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Cuando la mayoría de los medios de comunicación estadunidenses realzan de manera acrítica la figura del recientemente fallecido ex presidente estadunidense Ronald Reagan, Noam Chomsky desnudó la naturaleza conservadora y "terrorista" de su gobierno, particularmente en Nicaragua y por su apoyo al apartheid. Para el intelectual, el número per cápita de muertos que dejó el conflicto armado en Nicaragua es equivalente a 2.5 millones de estadunidenses, cifra superior al "total de bajas sufridas en todas las guerras de Estados Unidos, incluyendo la guerra civil y todos los conflictos armados del siglo XX, lo que dejó una sociedad en ruinas". En entrevista con Amy Goodman, de Democracy Now (Democracia Ahora), red alternativa de noticias independiente con servicios de radio y televisión con sede en el Barrio Chino de Nueva York, el lingüista evocó los vínculos entre el gobierno de George W. Bush y el de Reagan. "Uno puede decir que el actual gobierno es una selección de los elementos más extremistas, arrogantes, violentos y peligrosos de la administración Reagan. Esto es verdad tanto en las políticas doméstica e internacional ya que el gobierno de Reagan y el actual están comprometidos en desmantelar los componentes que sirvan a la población en general: seguridad, social, escuelas públicas, entre otros", afirmó. Chomsky agregó que "muchos de los antiguos personajes centrales reaganianos y bushianos han estado involucrados en apoyar el extremismo de la actual administración en el terreno internacional. Este es el porqué de una crítica de la elite sin precedentes de la estrategia de seguridad nacional y su implementación en Irak, acotada pero significativa". Respecto de uno de los personajes clave de la guerra en Nicaragua, John Dimitri Negroponte, recordó que fue embajador en Honduras y convirtió la sede diplomática estadunidense en ese país centroamericano en la estación de la Agencia Central de Inteligencia más grande de todo el mundo. Asimismo, Negroponte estuvo a cargo de la seguridad nacional en la primera mitad de la década de los años 80, y en la segunda de manera indirecta al ser asesor del Departamento de Estado y del Consejo de Seguridad Nacional, en ese entonces a cargo del general Colin Powell. En Nicaragua "lo llamaban el procónsul y recientemente el Wall Street Journal fue lo suficientemente honesto para publicar un artículo que encabezó como 'El moderno procónsul', mencionando sus antecedentes en Nicaragua pero sin profundizarlos. Y ahora él será el procónsul en Irak". Al referirse al conflicto en América Central, Chomsky señaló que "ellos (los reaganianos) declararon en 1981 la guerra contra el terrorismo con retórica muy parecida a la usada (tras los atentados) de septiembre de 2001. Esa fue una guerra asesina y terrorista. Devastó América Central y dejó horrorosos efectos en otras partes del mundo. En el caso de Nicaragua, fue tan extrema que fueron condenados por la Corte Mundial y por dos resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, las cuales, por supuesto, fueron vetadas por Estados Unidos". El profesor de lingüística del Instituto Tecnológico de Massachussets subrayó que Nicaragua es hoy la segunda nación más pobre del hemisferio después de Haití, "lo cual no es coincidencia ya que fue el segundo país más intervenido por Estados Unidos en el siglo XX después de Haití, que fue el primero". Otro personaje de la era Reagan actualmente involucrado en la política exterior estadunidense, al que se refirió Chomsky, es Elliot Abrams, quien funge como jefe de la sección de Medio Oriente en el Consejo Nacional de Seguridad y fue sentenciado por mentirle al Congreso estadunidense en relación con el caso Irán-contras. "El obtuvo perdón presidencial, pero es uno de los principales responsables de las atrocidades en América Central y Medio Oriente durante los años 80", señaló. Amy Goodman le recordó a Chomsky que el ex canciller mexicano durante el sexenio de José López Portillo, Jorge Castañeda padre, declaró que la política estadunidense era vista negativamente y que Reagan, considerado la figura más odiada en América Latina, presionó a México para que cambiara su política exterior. Chomsky estimó que la posición de Castañeda era "diplomática", ya que Estados Unidos fue responsable en esos años del asesinato de unas 200 mil personas en cuatro continentes. "Washington tiene el honor de ser el único gobierno en el mundo condenado por la Corte Mundial por terrorismo internacional", dijo. Condenado por terrorismo Chomsky resaltó que mientras Estados Unidos utilizaba una retórica agresiva y emprendía acciones hostiles contra los sandinistas, como minar los puertos de ese país, Nicaragua optó por una defensa legal y diplomática. "Ellos (los sandinistas) ganaron el juicio en la Corte Mundial, la cual ordenó a Estados Unidos terminar todas las acciones violentas contra Nicaragua, que iba más allá que minar los puertos". Añadió: "El término usado por la corte fue 'uso ilegal de la fuerza', que en términos técnicos significa terrorismo internacional. No hay definición legal de terrorismo internacional en el ámbito diplomático, así que apuesto que esa fue una condena de terrorismo internacional con significado mucho más amplio". Chomsky consideró que las guerras en Guatemala y El Salvador fueron peores que la de Nicaragua. En esos países "las fuerzas terroristas que atacaban a la población eran el ejército y las fuerzas de seguridad", entrenadas por Estados Unidos. Al referirse a la política de Reagan hacia Sudáfrica, Chomsky aseveró que "la administración encontró maneras para evadir el embargo económico impulsado por el Congreso y de hecho incrementó el comercio en los últimos años de su gobierno, cuando Colin Powell era consejero de Seguridad Nacional", dijo en alusión al actual secretario de Estado. Destacó que Reagan apoyó el régimen del apartheid, de manera directa o indirectamente con aliados como Israel. "En Angola y Mozambique, países vecinos, los asesinatos sudafricanos fueron de al menos un millón y medio de personas y los daños causados en 60 mil millones de dólares. Fue una historia de horror", concluyó Chomsky. |
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