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El Estado chileno es el principal responsable de la depredación de los mapuche

 

escribe Jorge Cabulcura

Esta semana estuvo de visita a Suecia, Ricardo Lagos, presidente de Chile. En Europa, el presidente de Chile es uno de los jefes de Estado latinoamericanos más estimado, particularmente por gobernantes del primer mundo que independientemente de sus posiciones políticas lo reciben con los brazos abiertos.

De acuerdo con las últimas estimaciones combatir la pobreza en América Latina tomará al menos un siglo más. En el marco de este deprimente contexto se destaca la economía chilena como la del único país en constante crecimiento económico. Los logros son fáciles de constatar, un rápido crecimiento económico, una baja inflación y un permanente interés de inversión en el mercado de capital nacional. Chile es un ejemplo de como el neoliberalismo puede transformar un país en un objeto de exportación y por lo tanto un atractivo mercado de inversión para el capital transnacional.

Bajo el período presidencial de Ricardo Lagos, los capitalistas chilenos al igual que las empresas transnacionales no han tenido ninguna razón para sentirse descontentos. Durante la gestión de Lagos no se operó ninguna transformación del sistema económico heredado de la dictadura de Pinochet. Que en lo substancial asegura bajos aranceles aduaneros y facilita la exportación. Su gestión presidencial se ha ocupado en gestionar reformas sociales en favor de los sectores más pobres. Al finalizar su mandato presidencial, se puede concluir que el programa de reformas impulsados por Lagos no ha surtido ningún efecto y éstas no se sitúan a la altura de las expectativas que en su momento pudieron haber despertado.

El Chile de hoy no es ningún sueño rosado. La pobreza es el problema más grande, el porcentaje de pobres en Chile alcanza al 18 %. Las diferencias de clase son abismales. En el informe del Banco Mundial A Better Investment Climate for Everyone - World Development Report 2005 se destaca que Latinoamérica es el continente más rico del Tercer Mundo y la región más desigual en términos de oportunidades económicas y sociales del mundo. Chile ese el país donde se constata el mayor nivel de desigualdad económica y social en el continente y en estos mismos términos ocupa el séptimo lugar en el mundo. Tan sólo países con serios problemas estructurales como Namibia, Lesotho, Bostwana, Sierra Leona, República Centroafricana y Swazilandia aventajan a Chile.

En América Latina, Chile es el país que ofrece las peores condiciones laborales a los asalariados. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo OIT, tan sólo un 30 % de los asalariados chilenos tiene un contrato decente; es decir están empleados bajo las cláusulas legales de un contrato que les garantice un ingreso de acuerdo a sus méritos profesionales y asegure los beneficios de la seguridad social. En el continente de acuerdo a datos del International Institute for Management of Development, un empleado trabaja un promedio de 42 horas a la semana. Sin embargo en Chile, una semana laboral se extiende más allá de las 50 horas semanales. Los mineros chilenos son qiuienes más trabajan; con una jornada semanal de 51 horas.

La mayoría del 18 % de los pobres de Chile son indígenas, cuya cifra alcanza aproximadamente a 1,6 millones de personas, en su mayoría mapuche. La mayor parte de los indígenas de Chile viven con menos de un dólar por día -es decir subsisten en condiciones de miseria-. Particularmente la situación económica y social de los mapuche es precaria. En Chile aproximadamente- 1,5 millón de mapuche. Una cuarta parte de ellos viven en condiciones de hacinamiento en las reservas indígenas y el resto habitan en pueblos y ciudades del sur y centro de Chile. Los mapuche que habitan las reservas indígenas no disponen de la suficiente cantidad de tierra para asegurar su subsistencia.

La dura situación que enfrentan diariamente los mapuche es el resultado de la política anti-indígena impulsada por Pinochet y la dictadura militar que se instauró en 1973.

En 1979, las reservas indígenas se privatizaron. Es decir todo el territorio de las reservas indígenas fue dividido en pequeñas parcelas, imponiendo una forma de propiedad que contradice la forma ancestral de vida de los mapuche. La administración militar cedió en condiciones muy generosas a los grupos económicos nacionales y transnacionales, las tierras confiscadas en la contra-reforma agraria que llevaron acabo, que junto a una subvención estatal fomentó la creación de una industria forestal basada en la plantación de eucaliptos y pino. La explotación de las plantaciones forestales en el territorio ancestral mapuche a generado una nueva realidad: que los ricos de los más ricos de Chile -los grupos económicos y capital transnacional - son propietarios de 2 millones de hectáreas. Un área cuatro veces más grande que el conjunto de las reservas indígenas están en poder de los monopolios nacionales y transnacionales. Hace dos años atrás, el gobierno de Ricardo Lagos gestionó la creación de una área de producción en el territorio ancestral mapuche que comprende 1 millón de hectáreas de mar y costa destinadas al cultivo artificial de salmones.

El gobierno chileno promueve y gestiona su política de exportación a costa de la ocupación y sobreexplotación del territorio mapuche generando el deterioro de las condiciones de vida de sus habitantes.

La lógica del proyecto neoliberal impulsado por el Estado chileno se fundamenta en incentivar la exportación mediante la creación de diversas y diferenciadas condiciones de vida, donde unos llevan la mejor parte y los otros (los más), la peor parte. La ocupación del territorio mapuche por parte de los intereses privados y estatales continúa y no se vislumbra una alternativa de solución en un futuro cercano. Por esto los mapuche resisten y protestan.

El Estado de Chile se niega al Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 1989. El 18 de mayo del presente año por tercera vez consecutiva el Senado chileno rechazó el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas.

Las recientes movilizaciones impulsadas por los mapuche han sido destacadas por los medios de comunicación de masas de Chile, quedando en evidencia el grado de discriminación económica y racial al que son sometidos. Pero las protestas también han devenido en la puesta en práctica una vez más de la ley antiterrorista creada por la dictadura militar y que en este último tiempo tan sólo se le ha aplicado a los activistas y comuneros mapuche. En el curso de los tres últimos años, alrededor de 300 comuneros y activistas mapuche han sido procesados por esta ley que para condenar tan sólo requiere de indicios, para determinar la culpabilidad de losacusados. Hoy en día en las cárceles del sur de Chile se encuentran recluidos 6 prisioneros políticos mapuche, al mismo tiempo que alrededor de 90 se encuentran bajo procesados en diversas causas. La represión es contínua y sistemática. El 2 de junio fue arrestado y encarcelado Pedro Cayuqueo, director de Azkintuwe, el primer y único periódico mapuche de circulación internacional.

El Estado chileno es el principal responsable de la situación de injusticia en que se encuentran sometidos los mapuche. Cuando estuvo aquí en Suecia el presidente chileno Ricardo Lagos, hubiera sido interesante haberle preguntado también: ¿Cuándo serán liberados todos los presos políticos mapuche? ¿Cuándo se terminará con la persecución a los líderes del pueblo mapuche? ¿Cuándo se dejará sin efecto la aplicación de la ley antiterrorista de Pinochet? y ¿Cuándo su gobierno firmará el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos originarios?

Jorge Calbucura es mapuche, sociólogo y catedrático de la Universidad de Östersund, Suecia.



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