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De Quijotes y de Auschwitzs |
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escribe Antonio Parodi Buendía Este año se celebra el IV Centenario de la publicación de El Quijote y también el sexagésimo aniversario del fin de la II Guerra Mundial. Cervantes nace cuando en el imperio hispánico no se ponía el sol. Èl, pese a ser humanista y héroe militar, sufrió el rigor de una sociedad estratificada cuidadosa de sus privilegios y de su limpieza de sangre. El modelo de esta sociedad se basaba en explotar a los más débiles y en sojuzgar a aquellas comunidades consideradas extrañas por su religión, raza, costumbres y demografía. Cuando a este escritor le denegaron la petición de emigrar al Virreynato del Perú (1590), hacía ya mucho que los ideales de Alfonso X El Sabio de convivir en armonía con hebreos e islámicos se habían trizado. Los cristianos no sólo deberían serlo sino parecerlo. Es curioso cómo en El Quijote se hallan tantas recetas de cocina teniendo de base al cerdo, un animal impuro según ciertas religiones. ¿Sería para contrarrestar las posibles acusaciones de marrano ( musulmán bautizado) o criptojudío? Después del descubrimiento americano destaca la figura del sacerdote Juan Ginés de Sepúlveda gran estudioso aristotélico, quién expuso las teorías de que si los indios vivían como bestias, entonces su inferioridad los condenaba a la servidumbre. Bartolomé de Las Casas, fraile dominico refutó estas teorías batiéndose a lo Quijote y evitando, en parte, la esclavización de los aborígenes. Por supuesto, ningún encomendero gritaría ¡Santo Súbito!, cuando Fray Bartolomé falleció a la edad de 92 años. Su único error del cual se lamentaría siempre, consistió en recomendar la traída de africanos. Así llegaron 13 millones de negros (el petróleo de la época), bajo fuete y carimba. A pesar de las benéficas Leyes de Indias favoreciendo a los nativos, en la práctica dominaron los invasores y su avanzada civilización. Con estos parámetros actuaron Colón, Cortés, Pizarro, Almagro, Valdivia, Benalcázar, Alvarado, Garay, Legazp, entre otros. Al genocidio se sumó el etnocidio y sus secuelas: alcoholismo, trabajos forzados, migraciones impuestas, guerras, suicidios, violaciones, saqueos, desorientación cosmogónica y pérdida de la inmanencia. ¿Encontraríamos aquí las raíces del nazismo? A esto agréguense las enfermedades afroeuropeas: sarampión, tuberculosis, viruela, gripe, lepra, tos ferina, malaria, sífilis, difteria, paperas, fiebre amarilla, tracoma, gonorrea, pian, triquina. Un caso palpable: México en 1510, contaba con 25 millones de habitantes y en 1605, tenía 1 millón; estos hechos ocurrieron en todo el continente. La otra cara de la moneda: hasta 1600 habían llegado a España 25 mil toneladas de plata. ¿Por qué los europeos se espantan ahora de haber generado a un monstruo como Hitler? ¿Será porque este genocida perpetró en sus países lo que ellos venían implatando en el resto del mundo 500 años ha? Europa sembró de Auschwitzs allí donde llegó, invocando la superioridad racial y cultural. Mas... la saga continúa. Según un informe publicado en La Habana, anualmente mueren millones de latinoamericanos a causa del hambre, enfermedades curables, vejez prematura, etc. En los nidos de hogaño siguen los pájaros de antaño. Los quijotismos no han pasado de moda; los latinoamericanos que merecen serlo deben seguir luchando por los ideales libertarios. Quedan aún muchos molinos de injusticia. |
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