inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 3-Junio-2005

Como si la gente fuera idiota

 

Aun usando poderosos y masivos recursos mediáticos que como se sabe pueden llegar a manipular el pensar de importantes sectores de la sociedad, la victoria del No el pasado fin de semana en Francia a la propuesta de una Constitución europea es toda una lección.

Y es bueno preguntarse qué factores existen para que cuando a la gente se le deja opinar ella se oponga mayoritariamente a una maquinaria tan aceitada.

Para los manipuladores de la información la derrota del Sí en Francia se debe sólo al descontento interno que existe contra el gobierno de Chirac y a una cierta fobia antiturca entre los galos, incluso antieuropeísta. Sin negar de que estas posiciones existen en sectores de la población, esa no es toda la explicación, como tampoco la otra de que quienes se definieron por el No conforman una alianza de la ultraderecha de Le Pen y los izquierdistas.

Según encuestas realizadas en Francia, el 67% del No lo constituyeron votos en la izquierda (socialistas, verdes, comunistas y otras formaciones de izquierda) y sólo un 33% en ella votaron por el Sí. Mientras que en las formaciones políticas de la derecha el Sí fue avalado por un 65% mientras que unos pocos, solamente un 35% votó por el No.

Así mismo un análisis territorial muestra que el No recogió grandes victorias (entre el 65 y el 75%) en zonas industriales fuertemente afectadas por la desocupación y las deslocalizaciones laborales. Según también estas encuestas, la opción de voto contraria a la Constitución europea se debe en un 52% a razones económicas o sociales y en un 34% a que es una Constitución demasiado liberal.

En ese marco conviene recordar que desde hace pocos años atrás se vienen produciendo en Francia importantes movilizaciones contra la implementación de políticas neoliberales por parte no sólo de Chirac sino también de períodos de gobiernos de izquierda plural. Políticas que aumentaron la desocupación, forzaron a jubilarse prematuramente, impusieron la flexibilización y la precariedad laboral, la reducción de los servicios sociales y la pérdida de la capacidad adquisitiva. Lo que la gente finalmente lo ha ido ubicando en términos políticos y no algo desvinculado de las políticas que impulsa la Unión Europea. En ese sentido es interesante advertir que el actual rechazo para la gente también está íntimamente relacionado con luchas anteriores contra medidas de la UE tales como, la oposición a las directivas europeas de liberalización de servicios públicos, de protección a los despidos colectivos, de la derogación inmediata de Pacto de Estabilidad, por ejemplo. Es decir de resistencia y lucha a la ofensiva neoliberal que viene arrasando con conquistas históricas de los trabajadores.

Tampoco parece haber convencido el discurso de que esta Constitución reforzaría a una Europa opuesta al poder omnímodo de Estados Unidos, más bien por el contrario la gente ve a Chirac, Schröder, Blair y muchos otros como meros gerentes del capitalismo multinacional y sin coraje a la hora marcar diferencias sustanciales con las políticas hegemonistas del imperialismo norteamericano.

Aquí en Suecia dos años atrás se vivió una situación similar, cuando por inmensa mayoría en un plebiscito fue derrotada la propuesta del gobierno y de los sectores de la derecha empresarial en favor de ingresar a la unión monetaria europea. Y de ello parece haber sacado experiencia el gobierno de Göran Persson, dado que un sector de la socialdemocracia apoyada por los partidos de derecha temerosos de una derrota, se oponen a que el tema de la Constitución europea sea llevado a consulta ciudadana.

El argumento para impedir un pronunciamiento democrático que seguramente sería desfavorable a los fines de instituir una carta magna a nivel del continente que consagra jurídicamente el neoliberalismo, es el de que el tema es muy complejo y la ciudadanía no está preparada para poder tomar una decisión de este tipo y que quien debe decidirlo debe ser en cambio el parlamento. Agregando el gobierno y la derecha parlamentaria (mayoritariamente en favor del Sí), que es allí en ese ámbito donde debe decidirse porque para eso están los políticos que han sido elegidos por sus conocimientos. Con todo un 67% de los suecos desean en cambio que se realize un plebiscito sobre este tema.

El martes el programa «Uppdrag Granskning» de la televisión estatal mostró en un reportaje realizado en el Parlamento, que la mayoría de los legisladores dispuestos a votar por el Sí, no sabían nada del contenido de la Constitución propuesta. Interrogados por los periodistas en torno a tres conceptos importantes de la misma: ¿Cómo se alcanza una mayoría especial en el Consejo de Ministros de la UE?, ¿Qué significa competencia exclusiva? y ¿Qué quiere decir iniciativa ciudadana?, la mayoría de ellos mostraron gran ignorancia, a pesar de que en nombre del pueblo están decididos a votar favorablemente.

Es probable que sustrayéndole al pueblo sueco la posibilidad de pronunciarse sobre tema tan importante para el futuro del país y de Europa, puedan evitar una derrota como la francesa. Pero ni aquí ni allá, la gente es idiota para tragarse el cuento todo el tiempo.



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