|
||||||
Con Andrés Habegger |
||||||
escribe Elena Gutiérrez La semana pasada se exhibió por primera vez en Suecia el documental (h) Historias cotidianas (Argentina, 2001) que, con profunda sensibilidad, aborda el tema de los desaparecidos durante la dictadura militar desde una perspectiva nueva, la de sus hijos. El director, el argentino Andrés Habegger, joven cineasta nacido en 1969 y también hijo de un desaparecido, elabora su relato a través del testimonio de seis jóvenes que al igual que él quedaron marcados desde la infancia por la huella indeleble de la pérdida de sus seres queridos. Se trata de historias singulares, circunstancias particulares con más de un rasgo en común, pero que indisolublemente están integradas en la otra, la historia colectiva. Es desde ese punto de partida, singular, y a través de cuatro bloques encabezados por cuatro palabras que comienzan con hache -en un juego con la letra que en castellano carece de sonido- Huellas, Hijos, Historia y Hoy, que entonces accedemos a la historia que es de todos. (h) Historias cotidianas, como el mismo Andrés Habegger lo explica, no es un documental histórico como tal. Allí no se enumeran los hechos acontecidos antes y después del golpe militar de marzo de 1976. Me interesaba -dice Habegger en diálogo con Liberación- dar cuenta de lo que estaba sucediendo a nivel generacional, de qué manera la historia está presente en la vida cotidiana, en marcas, en huellas, en formas de vincularse con el otro, las marcas en una ciudad, de qué manera la historia convive con uno y convivirá siempre porque uno no puede deshacerse de su historia. Por eso me interesaba la idea de trabajar con hijos; cómo ellos conviven con su propia historia y con la cosa esa tan fuerte que es la figura del desaparecido, que además es una figura que permanentemente está presente. Porque un desaparecido continúa, sigue estando. Cuando yo digo mi papá es desaparecido lo digo en presente, no digo lo mataron, murió, lo asesinaron. Digo está. La perspectiva generacional llevó a Andrés Habegger a mostrar un espectro más amplio en sus historias. Allí se aprecia lo que ha sucedido con hijos que han continuado a sus padres y hoy se encuentran inmersos en la actividad política, social o de defensa de los Derechos Humanos, pero también a otros que a partir de algún momento resolvieron buscar su lugar en otro lado. Y ciertamente el film se ve enriquecido con esta diversidad. Incluso fue intención del realizador entablar contacto con aquellos hijos de desaparecidos que optaron por no saber nada de la historia de sus padres, porque -como dice Habegger- a pesar de su falta de interés son también partes de la realidad. Pero eso no fue posible Dar cuenta de una mirada La producción de Andrés Habegger ha sido fundamentalmente documental. La ficción me atrae e incluso en todos los trabajos como estudiante hice ficción, pero luego me volqué al documental. Lo que me atrae -nos cuenta- es que el documentalista tiene que desarrollar una gran capacidad de observación de lo que sucede, de la realidad y desde la realidad encuadrada con la propia mirada. El interés más que nada por el mecanismo para desarrollar la observación cinematográficamente me atrae mucho porque a diferencia de la ficción, donde el director y la gente que está en el equipo controlan todo lo que sucede porque se hace para la cámara, en cambio en el documental uno tiene que estar a través de ese mecanismo de observación acoplándose a lo que sucede, no controla lo que filma. Entonces tenés que estar moviéndote a la par de lo que sucede del otro lado, para registrarlo lo mejor y de la mejor forma. Ese mecanismo de estar atento y capturar momentos de la realidad que no dependen de que uno los construya es una de las cosas que más me atrae de la construcción del relato del documental. Habegger se manifiesta también identificado con un cine que dé cuenta de una mirada singular por parte del realizador aun sí dedicado a temas sociales o políticos como en su caso, marcar la mirada del propio realizador, un cine de autor que desde una mirada singular provoque una reflexión. Puente entre generaciones (h) Historias cotidianas fue estrenada en marzo de 2001, en medio de las conmemoraciones del 25 aniversario del golpe de Estado. Habegger tuvo oportunidad de acompañar la presentación del film en Buenos Aires y en provincias como Córdoba, Rosario y Neuquén. Fue muy interesante -nos dice- porque pude participar en charlas en escuelas secundarias, con un público nacido en democracia, para quienes el tema de la dictadura y los desaparecidos era algo más bien lejano. Pero como los que aparecen son testimonios de seis hijos que no tenían mucha diferencia en años, se producía una cuestión de identificación; se fracturaba cierta distancia temporal en los pibes que por un lado veían la dictadura como algo muy lejano y de repente tenían enfrente alguien, cuatro o cinco años mayor que ellos, con quienes podían compartir gustos musicales por ejemplo, pero que a su vez tenían una historia muy diferente a la de ellos mismos.» Sobre lo que lleva a elegir un tema u otro al momento de emprender un proyecto cuenta Andrés Habegger que en el caso de (h) se debió a la necesidad personal de unificar dos ejes temáticos, por un lado el cine, que me apasiona, y por otro lado tenía la motivación muy fuerte personal en una época que era de búsqueda. Sentía -nos dice- que en Argentina no se había hecho nada que reflejara nuestra mirada la de los hijos-. El pasado mes de marzo fue estrenado su segundo documental que lleva por título Cuando los santos vienen marchando. Se trata de la historia de un grupo de niños que forman parte de una orquesta infantil de música clásica en un barrio pobre de Buenos Aires.. En este caso de Cuando los santos&, yo conocía el proyecto y la motivación surgió a partir del relato de anécdotas, me pareció muy rico, contrastante en lo visual, por un lado el universo de un barrio marginal y por otro el de los instrumentos de música clásica. Andrés Habegger se encuentra en la actualidad trabajando en la etapa de investigación para un documental sobre el caso de Leonardo Henrikssen, el camarógrafo argentino (de origen sueco), asesinado en Chile en junio de 1973 durante el llamado tanquetazo y que llegó a dejar grabada en imágenes su propia muerte. Tengo recuerdo de haber visto en algún momento esas imágenes y siempre me generaba mucha intriga ese momento, qué le pasaba a ese tipo que estaba allí filmando. Porque a Leonardo le dispararon tres veces antes del disparo que lo mata y eso se ve en la imagen, me intrigaba cómo alguien puede estar parado en esa situación mientras le disparan y continuar firme con su cámara. Y aparte, paradójicamente es casi como lo opuesto de lo que pasa en mi caso personal. En el caso de los hijos de desaparecidos justamente lo que no tenemos es como la evidencia de la muerte, y en este caso esa imagen es brutalmente la evidencia del instante de la muerte, es como lo opuesto. Creo que allí también hay una motivación. Es posible aprovechar la estancia de Andrés Habegger en Suecia hasta el año próximo y exhibir (h) Historias cotidianas. Quienes se interesen pueden contactarse con Imágenes del Sur/Bilder från Söder por el teléfono 040-975364. |
||||||
|
||||||
|