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Una globalización de signo diferente |
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En algún momento en esta misma página, nos hemos referido al surgimiento de nuevas formas de colaboración económica y políticas que algunos países periféricos, fuera del marco de Estados Unidos y de la misma Unión Europea, se han visto obligados a ir implementando. Tal podría ser el caso esta vez de la Cumbre Sudamérica-Arabes que concluyó días atrás en Brasil, sin que faltaran las fuertes presiones políticas del imperialismo norteamericano, y también en esta ocasión de su aliado Israel. La reunión, como la anterior Cumbre de febrero que creó la Comunidad Sudamericana de Naciones realizada en Perú, fue prácticamente ignorada, o al menos relativizada por el gobierno de Colombia, hoy jugando en América Latina un papel similar al que Israel tiene en Medio Oriente. Desde antes de su inicio la reunión fue sujeto de críticas tanto de Estados Unidos como de Israel. En el caso de Israel, molesto por un sostenido respaldo de los países de América del Sur al pueblo palestino, y Estados Unidos preocupado en impedir posibles acuerdos comerciales entre estos dos bloques de regiones periféricas que pueda llegar a constituirse en un contrapoder. Estados Unidos se molestó también por el borrador de declaración de la Cumbre que reconocía el derecho de los pueblos a resistir la ocupación foránea dentro del derecho internacional, e irritado porque también vienen fracasando sus múltiples intentos de aislar a Venezuela a nivel regional e internacional. Lo que está claro es que los países participantes en la reunión no tienen nada que perder en la búsqueda de acuerdos. Entre 1997 y el 2004, el aumento del comercio entre ambos bloques creció el 40%. Las exportaciones sudamericanas a los países árabes se incrementaron en ese período un 60%. Y la balanza es absolutamente beneficiosa para los sudamericanos. Brasil es el país más beneficiado por este comercio con aproximadamente 8.000 millones de dólares al año. Argentina es segunda con 2.160 millones o el 6% del total de las exportaciones. Condoleezza Rice, que hace pocas semanas atrás realizó una gira por cuatro países latinoamericanos, que ya ha tenido otro traspiés al intentar digitar la elección del nuevo Secretario General de la OEA, también ha enviado señales para que las naciones del continente tomen distancia del gobierno de Venezuela, llamándole la atención en especial a Brasil y Argentina. Tanto Brasil como Argentina, que han reclamado el respaldo norteamericano, uno para acceder al Consejo de Seguridad y el otro en su negociación con el FMI, han intentado equilibrar los reclamos de Estados Unidos contra Chávez, pero se enfrentan a la realidad de estar llevando adelante beneficiosos acuerdos comerciales con Venezuela, en especial en el tema de la integración energética. Esta Cumbre, que no debe compararse con ningún bloque ya conformado, logró algunos avances. Por ejemplo, el Mercado Común del Sur (Mercosur) y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) firmaron un acuerdo marco de colaboración económica, como primer paso hacia otro de libre comercio. La misma acordó finalmente seguir trabajando para propiciar futuras cumbres, impulsar el desarrollo económico y político, distanciándose de la posición norteamerica-na en temas tan importantes como el combate al terrorismo y la intervención militar. Más allá de que los logros no hayan sido espectaculares, la Cumbre ha demostrado que los países en desarrollo pueden encontrar puntos de acuerdo para avanzar en la integración. Impulsando relaciones comerciales más justas de mutuo beneficio, y en la marcha ir contribuyendo a quebrar la unipolaridad económica, política y militar impuesta por Estados Unidos desde finales de los años 80. |
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