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18-Marzo-2005

 

El mundo tal cual es

 

escribe Leo

Las principales noticias registradas en los medios de comunicación en estos días, reflejan con dramática elocuencia, la descomposición del sistema capitalista llevado a los extremos impuestos por la globalización neoconservadora. En Marbella, paraíso turístico de España un juez «despistado» ha iniciado una operación contra lo que se denomina «el crimen organizado», que supone el blanqueo de dinero procedente de los más aberrantes delitos, drogas, venta de armas, prostitución -en una forma de neo esclavitud que castiga especialmente a jóvenes, mujeres y niños procedentes de los países del Este de Europa tras su liberación del «yugo comunistas» y la conquista de la «libertad». Se trata de miles de millones. Analistas conocedores del entramado de la especulación financiera, confirman lo que el ciudadano de a pie sabe: que lo de Marbella es apenas la «punta del iceberg». No es casual que los gobiernos de Estados Unidos y Holanda, donde según las investigaciones las redes mafiosas tienen conexiones, se han apresurado a pedir mesura en las informaciones sobre el asunto y a enviar a sus propios «hombres» para participar en la investigación. Aguardemos el final de esta historia, que no sería extraño se diluyera en la condena de media docena de testaferros, abogados y «sabandija menuda» de un gigantesco entramado del círculo financiero internacional en el que los grandes beneficiarios quedan impunes.

El otro episodio que ha ocupado páginas de la prensa internacional tiene que ver con el fútbol, esa legítima pasión de multitudes que no podía quedar al margen del mundo sin moral de «las leyes del mercado». La renuncia del árbitro sueco Anders Frisk a seguir en esa tarea tras ser agredido una vez y posteriormente insultado y amenazado de muerte, él y su familia, por «hinchas» mafiosos, que en este caso habrían sido «estimulados» por el director técnico de uno de los equipos, supuestamente perjudicado por el arbitraje de Frisk, desnuda el trasfondo de la cuestión. Las sumas millonarias, carentes de toda racionalidad que se mueven en torno a jugadores, dirigentes y la prédica chovinista de los medios de comunicación de cada país que también lucran con la exaltación desmesurada de las «estrellas», han contribuido a envenenar lo que pudo seguir siendo una sana «pasión de multitudes». Se premia el comportamiento de los hooliganes, de la misma manera que esos medios de comunicación ensalzan la figura de un director de una transnacional que en este mundo de mil millones de hambrientos cobra «solamente» de sueldo anual cerca de 20 millones de coronas, cuyo mayor mérito es haber dejado en la calle a miles de los trabajadores de la empresa, para obtener fabulosas ganancias que ni siquiera tienen donde invertir. Aunque los analistas de los medios no lo digan, porque lo ignoran o prefieren mirar para otro lado, hay un hilo conductor entre estos episodios. El entronizamiento del mercado y el dinero como valores supremos de una sociedad, no puede generar otra cosa que delincuentes. Los límites entre el desarrollo del capitalismo y el crimen siempre fueron difusos. La globalización neoconservadora los ha borrado por completo.



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