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La XIV Feria Internacional del Libro de La Habana |
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En una Habana invernal que como en la canción de Chico Buarque un día llueve y al otro sale el sol del 3 al 13 de febrero pasado se realizó la XIV Feria Internacional del Libro, teniendo como sede la colonial Fortaleza de San Carlos de La Cabaña al otro lado de la bahía portuaria. El día 14 una vez finalizada la feria en la capital, la misma fue trasladada simultáneamente a 34 lugares de todo el territorio de la isla, incluso llegando con libros y la presencia de muchos de sus autores hasta los más alejados poblados del campo y la montaña. Un evento genuinamente cultural que sorprende por su calidad, la variada oferta de títulos y sobre todo por la afluencia masiva de un público de todas las edades, máxime teniendo en cuenta que se realiza en Cuba, un país del llamado Tercer Mundo que ha vivido y vive difíciles y excepcionales circunstancias. La XIV Feria este año dedicada a Brasil, contó con la presencia de la mayoría de las editoriales del gigante país sudamericano y de una nutrida delegación de renombrados intelectuales y artistas brasileños, encabezada por sus ministros de Cultura y de Educación, Gilberto Gil y Tarso Genro respectivamente. Pese a las arbitrarias medidas políticas contra Cuba de la Unión Europea que aún bloquean el apoyo a normales contactos culturales, la Feria tuvo la presencia de editores y escritores también europeos, entre ellos numerosas representaciones alemanas y españolas. No menos importante por su valor fue la presencia en este evento de destacados escritores norteamericanos que desafiando las prohibiciones de Washington que les impide viajar libremente a Cuba, llegaron a La Habana para presentar sus libros en español publicados por editoras cubanas. Entre ellos el historiador y dramaturgo Howard Zinn autor del imprescindible libro La otra historia de Estados Unidos y el historiador e investigador James Cockroft quien presentó su documentada obra Estados Unidos y América Latina. Historia política país por país, fruto de largos años de viajes, contactos e investigaciones en países latinoamericanos y archivos estadounidenses. Ya el 4 de febrero un día de después de la inauguración, era sorprendente ver a miles de habaneros que con sus niños inundaban La Cabaña para adquirir libros a precios muy bajos o para asistir a múltiples presentaciones de obras, paneles de discusión, gozar de espectáculos artísticos o simples lecturas de poesía. Ese sea quizás un rasgo sustantivo de esta feria de libros, donde a diferencia de otras similares que se efectúan en el mundo y principalmente en Europa a la que algunas veces hemos tenido la posibilidad de asistir, el comercialismo y el afán de lucro las transforma en sofisticados y gananciosos salones de la moda cultural, mientras la de La Habana en cambio cuenta con un apoyo masivo de un público de todas las edades que bien ubica en sus vidas a la lectura como necesario placer de conocimiento y de estímulo espiritual. Donde además del público asistente destinatario último de este tipo de iniciativas, los protagonistas en la feria son los escritores y las instituciones culturales del país, desde los ministerios correspondientes hasta sus editoriales que no se guían solamente por fines comerciales. Para quien crea lo que durante décadas ha repetido la propaganda contra Cuba, de que allí se prohibe hasta Pippi, medias largas o que la oferta se limita sólo a libros políticos o a una literatura apologética del socialismo cubano, la variedad de todo tipo de libros extranjeros y de autores nacionales que se editan en la isla cada año o que llegados desde afuera se puedan adquirir, desmienten esa malintencionada información. Pese a sus limitados recursos económicos Cuba está a la cabeza entre los países que en el mundo editan más libros, no sólo educativos sino de los más variados géneros. Quizá no se encuentre en la oferta cubana best sellers de literatura barata y banal con las que las multinacionales del libro inundan hoy el exiguo mercado de los que saben o todavía quieren leer, pero sí la de renombrados autores de todo el mundo, no pocos de América Latina y de ese gigante sudamericano que habla portugués y que históricamente desconocemos los que nos comunicamos en español. Escritores por otra parte, que salvo contadas excepciones merecen ser traducidos y difundidos a nivel internacional por quienes controlan esta industria. Entre las numerosas presentaciones de nuevos libros en esta edición de la feria del libro de Cuba, estuvo la más reciente novela de la española Belén Gopegui, El lado frío de la almohada (Anagrama, España 2004) y ahora en una edición de la editorial cubana Arte y Literatura. Libro que el año pasado mereciera una buena crítica y al mismo tiempo suscitara una polémica en torno al contenido del mismo dado que el tema es la defensa de Cuba y su proyecto social. Se trata de un muy bien escrito triller que además incluye cartas de la protagonista a un supuesto director de un gran periódico, que a algunos poderosos detractores no gustó que no tuvieron empacho en tratar de denigrar la honesta postura de la talentosa escritora. El interés de la reaparición de la novela de Gopegui radica en que a la cuidada reciente edición cubana, la escritora le ha agregado una última carta y un apéndice conteniendo artículos aparecidos en la prensa española que recogen dicha polémica. No menos interés suscitó la presencia en la feria de Ignacio Ramonet, director del periódico Le Monde diplomatique y autor de diversos trabajos críticos y analíticos sobre los medios de comunicación, en esta ocasión para presentar su más reciente libro Irak, historia de un desastre donde reconstruye lo que se dijo y se argumentó para invadir el país árabe, las tormentosas relaciones históricas de Estados Unidos con esa región y algunos de los pronósticos posibles del desenlace futuro del peligroso conflicto. Destacada fue también la presentación que se hizo de dos libros del escritor y político chileno Volodia Teitelboim con la presencia del autor, las biografías de Jorge Luis Borges y de Pablo Neruda que aparecen en edición cubana por primera vez. De Suecia también se dio conocer en la feria un libro de la editorial Aura Latina que dirige el poeta y traductor Lasse Söderberg, se trata de la antología bilingüe de poesía chilena Entre piedra y océano Mellan sten och ocean (Quince poetas chilenos), obra que fuera dada a conocer primero en la feria del libro de Santiago de Chile el pasado año, y que ofrece al lector sueco y latino un actualizado panorama de la lírica chilena posterior a Pablo Neruda. En la oportunidad además se exhibieron otros libros de la editorial, entre ellos una selección de poesías en sueco de la cubana Nancy Morejón. Söderberg quien además de traductor al sueco de muchos poetas latinoamericanos, entre ellos cubanos, es autor de la única antología de poesía posrevolución que se ha publicado hasta ahora aquí, un libro que elaboró a finales de los años sesenta y principios de los ochenta. El fundador de las conocidas Jornadas Internacionales de Poesía de Malmö, fue invitado además junto a la poeta colombiana Angela García quien reside en Malmö y labora junto a él, a varias lecturas poéticas donde ofrecieron textos de sus libros publicados. Lecturas realizadas en la misma feria, como así también en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y en otros sitios de la capital. La feria en toda Cuba Para tener una idea en cifras, a esta XIV Feria -sólo en La Habana- asistieron 700 mil personas que adquirieron más de 1 millón de libros a precios regalados. Todos los géneros literarios estaban presentes: desde la literatura clásica y moderna para todas las edades, los libros de historia, los científico-técnicos, de teatro y música, ensayos, investigaciones, revistas y periódicos especializados, hasta toda una sección de cd-rom y de las nuevas tecnologías interactivas, que tampoco estuvieron ausentes. Cerrada la Feria en La Habana, la misma se diseminó un día después por 34 localidades de las provincias del país. El lunes 14 al mediodía quedó inaugurada la feria en la capital de Pinar del Río, donde en compañía de Abel Prieto, ministro de Cultura y de Iroel Sánchez, presidente del Instituto Cubano del Libro y del evento, pudimos asistir junto a un importante número de autores nacionales e invitados extranjeros. En amplias carpas ubicadas en las calles centrales de la capital pinareña, como de igual manera en horas de la tarde en Consolación del Sur una pequeña localidad en la misma provincia, ya estaban expuestos los mismos libros que pudimos ver y adquirir en La Habana porque éstos habían sido trasladados en la noche. Al tiempo que en las instituciones culturales del lugar se realizaban otras actividades de la feria. Y también allí se vivía igual fiesta popular con un público ávido de comprar libros y asistir a presentaciones, lecturas y espectáculos artísticos con la participación de figuras locales y capitalinas. El lema de esta XIV Feria Internacional del Libro de La Habana tomado de José Martí de que Leer es crecer parece muy justo y tiene allí sentido pleno, aunque ello sea todavía hoy una utopía en inmensas regiones de nuestro planeta./Pepe Viñoles |
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