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Entrevista a Reinaldo Gargano, futuro Ministro de Relaciones Exteriores |
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escribe Ignacio Cirio y Eduardo Camín Fue uno de los últimos integrantes del gabinete en ser oficializado. Sin embargo, el conductor del Partido Socialista y reelecto senador Reinaldo Gargano, acariciaba la posibilidad de poder llevar a la práctica lo que reclamó a los anteriores gobiernos desde el Parlamento y en la oposición, desde hacía varios años. Tiene sobre sus hombros la responsabilidad de reencauzar el derrotero del país en el plano internacional, luego de una administración que hizo gala de una política exterior con la vista puesta en Washington, y también a sus gratas órdenes. Actor principal en el Parlamento Latinoamericano, con estrechos lazos con la Internacional Socialista, hacia la cual orientó a su partido, previsoramente, pocos años atrás, Gargano aspira a que luego del lustro en que ocupará la Cancillería se puedan distinguir nítidamente tres o cuatro pasos en el camino de la integración latinoamericana, y cree que ninguna inversión es excesiva si de lo que se trata es de sentar las bases infraestructurales para romper con el esquema de balcanización heredado de la era colonial. Gargano vuelve a Artigas como clave de la comprensión geopolítica del país, destaca la necesidad de que un gobierno progresista logre un papel pedagógico en la sociedad, divulgando los cambios históricos procesados en las últimas décadas. ¿Cuáles son, a su juicio, las ¿principales fallas de la administración saliente en materia de política exterior? Construimos un esquema en el cual, luego en los 90, votamos el Tratado de Asunción -luego de una intensa polémica dentro del Frente Amplio- con la concepción de que el proceso de integración latinoamericana tenía que darse por encima de los gobiernos de coyuntura que estaban en el poder, en el entendido de que iban a cambiar necesariamente. Creíamos en el cambio, y que podía servir darle un impulso decisivo a ese proceso lo más rápidamente posible, y que comenzar por el MERCOSUR era una buena línea, para extenderlo luego a toda América del Sur y América Latina si era posible. De ahí que nosotros tomáramos la iniciativa de integrarnos al Parlamento Latinoamericano (Parlatino) inmediatamente después de la salida de la dictadura, y yo participé de inmediato en el trabajo intenso dentro del Parlatino. Fui el que puso en marcha la comisión de Ganadería Agricultura y Pesca, que me parecía que era lo que a nosotros nos importaba más desde el punto de vista de los intereses del país. (Esa comisión) no existía, nunca se había reunido; me nombraron Presidente, comenzó a reunirse y se transformó en la comisión que, el año pasado, trabajó más que todas en el Parlatino, es decir, se reunió más veces, produjo más y tuvo la mayor cantidad de asistentes. Y cada vez va más gente porque los temas de la alimentación y de la producción agrícola y ganadera son fundamentales en Latinoamérica. ¿Pero por qué el calificativo de errático? La región tampoco parece haber sido prioridad para el gobierno saliente. De hecho Uruguay ni siquiera aparece comprometido en la Comunidad Sudamericana de Naciones, rubricada en Perú a comienzos de diciembre. En América buscamos la unidad de los sudamericanos para conformar la Comunidad Sudamericana de Naciones. Es un trabajo que lleva quince años!, no es que se esté haciendo ahora, que esto haya salido de la nada; los parlamentarios hemos hablado con los parlamentarios brasileños, con los argentinos, con los venezolanos, con los de Chile, con los de Perú, desde hace quince años de este tema de cómo encontrar el camino. ¿Por qué cristaliza ahora? En síntesis, ¿cuáles son los objetivos que usted se plantea una vez designado Ministro de Relaciones Exteriores? Para que tengan una idea clara de lo que pienso: creo que vivimos una coyuntura histórica excepcional, por la cantidad de gobiernos progresistas, en un continente excepcional, es el continente más rico del planeta; lo tiene todo, absolutamente todo: petróleo, gas, ganadería, pesca, minerales, alimentos. Yo he calificado de infamia que en un continente con esta riqueza, de los 400 millones de habitantes tengamos 200 millones viviendo en la pobreza. Es un agravio a la dignidad de la gente, pero también al razonamiento y al sentido común de los políticos, que corno decía José Pedro Cardozo, es el menos común de los sentidos. En ese proceso de profundizar las relaciones con la región, sin embargo, ocurre que los otros bloques económicos como la Unión Europea, Estados Unidos y su área de influencia y en cierta medida Japón, participan con una única voz en las instancias internacionales. ¿Se caminará en ese sentido también dentro de lo que es la Comunidad Sudamericana de Naciones? ¿Qué tan lejana o cercana ve al ALCA, habida cuenta que en los días previos a la reunión de Cuzco algunos voceros importantes de Estados Unidos lanzaron una advertencia en ese sentido, ratificando que su prioridad sigue pasando por la construcción del ALCA? ¿Por qué cree que a pesar de ello y hasta el presente, prevalece la división entre países del sub continente? Recuerdo haberle escuchado a Eugenio Petit Muñoz, en la Facultad de Humanidades, decir una cosa formidable a propósito de la personalidad de Artigas, que estudiamos muy a fondo los que vivimos el período preuniversitario en el 50, cuando el centenario de su muerte; sabíamos más de Artigas de lo que estaba pasando en el momento y bien que estuvo, porque hubo cosas que quedaron muy ligadas a nosotros. Petit Muñoz decía que la reivindicación de Artigas, comenzó cuando el último título de propiedad entregado por los capitanes de Artigas a los indios, gauchos y mejores americanos, como parte del Reglamento Provisorio de Tierras de 1815 quedó anulado. Entonces sí hubo un esfuerzo en el cual participaron algunas personas con mucha decisión, combatiendo muy duro periodísticamente. Hubo un período que va desde 1880 hasta el 1900 donde la polémica fue muy dura y donde Artigas seguía siendo un elemento cuestionado y postergado. Fue necesario Vivían Trías para recuperar la figura de Artigas desde la izquierda. Nosotros nacimos como la provincia oriental de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Cuando en 1825 cruzaron el río Uruguay aquellos treinta y tres -que nunca se va a saber si fueron 37,45 o 28, y si la mitad eran negros y la otra mitad blancos, porque ahora parece que eran blancos pero en realidad la mayoría eran indios, y zambos- Su proclama decía argentinos-orientales, no orientales la patria o la tumba. Después se formó eso. Eso fue un enfrentamiento favorecido por la oligarquía argentina que facilitó el ingreso de las tropas portuguesas a la Banda Oriental donde dominaba Artigas, que era su principal adversario. Luego hubo una Provincia Cisplatina dominada por Portugal y luego por el Imperio Brasileño hasta 1825, y después hubo una guerra en que los argentinos nos ayudaron a liberarnos de los brasileños, los argentinos pelearon para darnos la posibilidad de ser un país independiente. Pero la paz la articula sobre todo la intervención inglesa a través de Lord Ponsomby, quien actuó como mediador para terminar con el conflicto y la agilidad que demostró en llevar adelante la política de expansión que propiciaba el gobierno inglés a través de Canning, procurando la libertad de los ríos interiores (a la Cuenca del Plata) y eso se iba a lograr en la medida en que existiera un estado que se ubicara como cuña entre las dos grandes potencias que había en aquel entonces que eran Argentina y Brasil, sirviendo de elemento estabilizador. Lo hablaba con el embajador inglés el otro día: muchas de las cosas que nosotros tenemos, desde el ferrocarril a la raza hereford, el ganado ovino y los tejidos, lo hemos heredado de los ingleses. Porque nos vendían una caja de herramientas, nos instalaban los transportes... Nosotros, el Frente Amplio, tenemos un programa con cinco ejes y Trías siempre decía que el país estaba organizado por los ingleses de la siguiente manera (muestra su mano izquierda, con los dedos extendidos y en alto para ejemplificar rutas confluyentes en Montevideo): vías desde Artigas a Montevideo, desde Rivera a Montevideo, etc. Cinco caminos, todos ellos terminando en Montevideo, en el puerto. Lo mismo pasaba en Irak -estuve allí hace 35 años-, había una sola línea férrea, desde los yacimientos petrolíferos hasta el puerto. Donde iba el oleoducto, iba la línea férrea, después no había nada más. Era como si nos hubieran puesto una bombilla para succionarnos la sangre y terminar con todo. Bueno, el futuro de América pasa por la realización en un plazo no muy extenso -yo desearía que durante la administración del nuevo gobierno se hiciera lo fundamental- de las infraestructuras necesarias para la unidad. Es decir, esos ejes transversales que acorten las distancias entre nuestros pueblos. Parece insólito que no tengamos una red ferroviaria o carretera que nos comunique directamente el Pacífico con el Atlántico, que no aprovechemos los ríos. La coyuntura es propicia, está dada y será sólo nuestra incapacidad la que la hará fracasar, o nuestra incompetencia. La anunciada decisión de retomar de inmediato las relaciones con Cuba, ¿podría traer represalias para el país, aunque no sean declaradas? ¿Se piensa en algún tipo de depuración de cuadros diplomáticos que hayan permanecido desde la dictadura? |
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