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...Y el espacio se cerró en silencio |
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Construyó una obra -la palabra es exacta- monumental. Atrapó, Jesús Soto, el movimiento, el color y la luz que lo refleja y el espíritu de su época -la nuestra- sin olvidar sus raíces plantadas lejos, donde el Orinoco se apresta a fundirse con la mar. Murió el artista y buena parte de América, y no sólo América tal vez, quedó sin palabras. Rivera Westerberg. Hacia 1950 el joven artista de 27 años llegó a París. Como muchos otros latinoamericanos necesitaba el desahogo de lo extraño para convertirlo en propio; no renegaba de sus estudios de Bellas Artes en Caracas. Tampoco quería olvidar la región donde había nacido. De hecho el Museo de Arte Moderno de Ciudad Bolívar -enclavado entre la vieja y la nueva ciudad- lleva su nombre y allí está lo mejor de su trabajo. En 1947 terminó sus estudios en la capital venezolana. Pudo haberse conformado con el ámbito de la vida cultural y artística de América del Sur, pero buscaba otra cosa. Quería más. Necesitaba ver más, confrontar y enfrentarse. Tocó la guitarra en las calles de París para pagarse nuevos estudios. A los treinta años el artista es lo que proclamó Vicente Huidobro era el poeta: un pequeño dios. Los dioses, aunque sean pequeños no se arredran: en 1969 la sede parisina de la UNESCO luce dos murales que le pertenecen. Para entonces su obra ya era universal. »Fue uno de los pilares del arte del siglo XX», dijo tras su muerte, el 14 de enero de 2005 y su funeral el 19, su amigo, colega y compatriota Carlos Cruz-Diez. «Yo siempre lo admiré. Soto ha hecho una obra sumamente original, una obra que cambió el discurso de la pintura y que marcó a las jóvenes generaciones». Soto llamó estructuración cinética a su arte: la superposición de elementos que define la mayor parte de su obra: líneas rectas y espirales, fondos de madera juegos del paso de la luz que recrean movimientos -o galaxias-. La Reja de hierro, exhibida en la Exposición Universal de Bruselas, en 1958, consolidó esta forma de expresión artística «que inquieta la visión con el fin de dinamizarla», según dijo después. »Soto ha propuesto la participación física del espectador, y así se aprecia en sus penetrables, obras destinadas a que el público «tenga una experiencia viva con sensaciones táctiles y auditivas», señaló El Universal de Caracas. Sus restos fueron enterrados en el cementerio de Montparnasse; probablemente sean repatriados en el futuro cercano. |
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