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La muerte de Ingemar Simonsson |
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El martes a la noche tuvimos la triste noticia de que el pastor protestante Ingemar Simonsson, había fallecido al mediodía víctima de un trágico accidente de tránsito. Ingemar fue amigo y compañero de jornadas solidarias y políticas. Se hizo conocido públicamente en 1968, cuando rompiendo tradiciones de la Iglesia participó vestido de sacerdote, en una manifestación contra el racismo en Rodhesia, al boicotearse un partido de tenis entre este país y Suecia en Båstad, lo que le costó amenazas y el control de la policía durante tres semanas. Junto a nosotros compartió actividades de denuncia por la situación de América Latina, como el caso de Chile, contra el neoliberalismo o para recordar al Che ético y político. Su presencia fue infaltable en demostraciones contra el racismo o en las de los jóvenes defendiendo la ciudad como espacio de todos. Ingemar junto a su esposa Gunilla estuvieron allí para solidarizarse y muchas veces tratar de impedir la violencia policial. Con América Latina lo unían afectos y convicciones que lo llevaron a El Salvador, Chile y Argentina en las épocas de mayor represión militar. Compartía las ideas de los sacerdotes y laicos de la Teología de la Liberación en nuestro continente y las hizo suyas en su país. Muchas veces le escuchamos decir que a veces él y Dios no se ponían de acuerdo sobre las cosas que sucedían con sus hermanos en la Tierra. Ultimamente aludió a ello cuando participó en la gala en beneficio de las víctimas del maremoto en Asia. Ingemar se encontraba afectado personalmente: el esposo e hijos de su sobrina habían fallecido en la catástrofe. Quizás este fatídico martes, cuando encontró la muerte, seguía curando tristezas y desconsuelos. Creía en la necesidad de que palabras y actos humanos no se divorciaran. Su cristianismo era profundo, comprometido con todas las contingencias humanas, atento a la suerte e infortunios de los más desposeídos y tristes en este mundo. Poseía él, al igual que Olof Palme, no sólo un conocimiento amplio sobre la realidad sueca, sino una visión actualizada y comprometida también en el plano internacional. Por eso Ingemar tanto luchaba y estaba junto a los sin casa, como junto a los discriminados por razones étnicas o sexuales, en debates públicos o cualquier otro escenario posible. Cada vez que fue llamado solicitándole ayuda para causas justas, siempre contamos con su entusiasta compañía. Aquí en Liberación sentimos profundo dolor ante la muerte del compañero entrañable. Suecia perdió a uno de sus mejores. América Latina a uno de sus amigos más imprescindibles. |
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