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Como Anibal Sampayo lo quiso construir |
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escribe Ricardo Collazo Cuando estaba comenzando esta nota, mi nieta Alexandra la Negra que jugaba cerca de mí y al sentir sonar las teclas de la máquina de escribir, me preguntó: ¿Tata, qué estás haciendo? Debo confesar que me fue difícil explicarle que era una nota sobre Aníbal, y para que ella me entendiera mejor, se me ocurrió decirle que era una nota sobre la historia de un pájaro que había perdido su canto en las orillas del río Uruguay y que volaba sobre ella buscando su canto. ¿Y cómo cantaba? volvió a preguntar. Su canto le dije cantando el Uruguay no es un río y como parece que le gustó mi respuesta, ella siguió cantando conmigo el Uruguay no es río... mientras seguía jugando y yo escribiendo. En cualquier recodoAA del río entre sauces llorones, ceibos, camalotes y juncos, cantan los pájaros su alegría. En cualquier lugar de allí, en cualquiera orilla se encuentra al cardenal compadrón con su copete rojo, a la elegante garza blanca, al gorrión juguetón y así una variedad infinita de palomas. El río transcurre llevando en su correntada al dorado, al bagre y algún surubí, alimentando los sueños jornaleros del pescador. ¿Será por eso que me viene a la memoria que el Uruguay no es un río sino un país donde de este lado somos uruguayos y del otro lado casi más de lo mismo? Si hay alguien que supo no sólo hacernos tomar posición de dónde queda Paysandú, el litoral y sus hombres, sus paisajes, que nos hizo reflexionar de que tenemos un territorio común lleno de paisajes con rumores de río, esa agüita cantarina que se va entre las piedras de canto rodado y las enormes peñas que forman las catedrales donde el agua canta su alegría a la vida, al sol, a los hombres, ese es Aníbal Sampayo. Del hombre que voy a contar esta historia, el compañero, mi amigo, es hoy como un pájaro casi mudo al que la vida lo castigó de forma que ha preferido ser feliz de esta manera. De no tener memoria de su propia historia para no seguir sufriendo ese revés con que la vida lo trampeó jugando con sus sentimientos y con sus dolores. Es bastante complicado, al menos para mí apartar los sentimientos, los recuerdos de los buenos y de los otros, los tiempos del mameluco y el número con el color con que nos distinguieron, como si alguna vez hubiéramos tenido alguna de esas diferencia. Los sentimientos y la entereza de los hombres no pasa por ahí. Recuerdo la Navidad del 73, cuando Aníbal en ese campo de concentración de Uruguay, junto con otros compañeros trataban de ponerle punto final a la tristeza gris del mameluco carcelario de donde resultó la posibilidad de organizar un festival cultural donde participarían él, el laucha Prieto, yo mismo, el tortuga Almeida y otros que ahora, por la distancia del tiempo, desgraciadamente no recuerdo. El resultado fue que actuamos durante toda una semana a teatro lleno. Siempre tuvimos que colgar el cartel de entradas agotadas. Aníbal Sampayo enorme poeta y músico de Paysandú y América, de reconocido prestigio mundial estuvo privado de su libertad por tener ideas no acordes con el régimen imperante de aquellos años. Cuando el año 72 es detenido era ya una enorme figura dentro del panorama muy exigente que era la Argentina, por ejemplo. Ya los solistas y los conjuntos musicales de mayor prestigio incluían en su repertorio temas de este gran compositor. Hoy, cuando el país Uruguay tiene ante sí una etapa en la que todos, absolutamente todos, con o sin mamelucos y más allá de todos los colores, debemos poner el hombro para sacarle boletos hacia la esperanza, no debemos olvidar a aquellos que ni las rejas ni las persecuciones, ni las prohibiciones, ni el exilio impidieron que el olvido hiciera mellas. Tenemos que ser solidarios con el igual, en este caso con el poeta y cantor Aníbal Sampayo con el que puso su canto y su poesía del lado de Juan Pueblo, sin pedir más que el compartir las injusticias de la vida. Que la alegría y la euforia no se transformen en olvido, que ya comenzamos a olvidarnos que el Uruguay no es un río sino era un país lleno de injusticias, donde la miseria llegó a sus expresiones más increíbles. Contra todo eso que Aníbal cantó y compuso y afinó su arpa y su guitarra. ¿Por qué digo todo ésto? Porque personalmente fui testigo junto con Tabaré Etcheverry, Eustaquio Sosa, y el canario Sergio Barone, de la situación en que estaba uno del constructores de la esperanza, me estoy refiriendo a Víctor Lima a quien visitamos en el hospital unos días antes que resolviera quitarse la vida. Cosas, situaciones que provocan el olvido de seres enormemente sensibles, son partes de los sentimientos donde comenzó a construirse esta realidad que empieza desde el mes de marzo de 2005. No creo que lo que es ya del pueblo y que ha sido aceptado por él, tenga que tener este precio. Absolutamente no. Pero tenemos que ser conscientes que somos de memoria breve y que hay veces que dejamos que el tiempo haga lo suyo dejando pasar los días sin mala intención, pero cuando queremos acordarnos ya ha pasado más que el necesario y el olvido hace lo suyo para qué nos vamos a engañar. Una radio nos hará acordar que el Uruguay no es un río sino que son palabras vivas de Aníbal Sampayo. Nosotros los uruguayos nos sabemos generosos y espero no traicionemos lo que somos. Y para terminar esta charla desde ya les digo que no esperamos menos de ese espíritu gaucho que nos ha unido en la diáspora del destino, lea entonces la disparada. Cuando nos hemos reunido más de una vez alrededor de un asado en cualquier parte del mundo, con más de un guitarrero aficionado que se arrancaba con su Garzas viajeras, Dende gurío Vea patrón, era un desfile de paisajes y gentes del litoral, de nuestro Uruguay. Y para finalizar llenos de nostalgia cantaban afinados y desafinados con el alegre y fecundo vino el Uruguay no es un río llenándose como ahora y por siempre los ojos de alegrías mientras espontáneamente se nos caía una fugaz lágrima sentida. Si pasa por Paysandú le pido dígale al negroque yo le mando decir que ahora el Uruguay no es un río, sino un país lleno de esperanzas, y dele las gracias por haber sembrado su alegría en nuestra gente. Ricardo Collazo, cantante y compositor uruguayo y ex-preso político. Integra en Suecia junto al cantante y autor chileno Gastón Villamán el dúo Coirón. |
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