inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces
28-Enerio-2005

 

Inició el segundo mandato pidiendo 85.000 millones extras para la guerra
Bush desafía al mundo

 

George W. Bush advirtió a los gobiernos del mundo que deberán adoptar un modelo "democrático" o de lo contrario se les será impuesto por la fuerza, al sostener que "la supervivencia de la libertad en nuestra tierra depende cada vez más del éxito de la libertad en otras tierras". En un discurso desafiante, de neto corte imperial, adelantó que las futuras intervenciones en otros países ya no necesitarán como excusa la existencia de armas de destrucción masivas, sino que estarán basadas en la expansión de la democracia en el mundo.

"EE.UU. va a clarificar continuamente ante cada gobernante y cada país la opción moral entre opresión y libertad", dijo Bush.

Esta amenaza de exportar la "democracia" estilo Bush, tuvo seis destinatarios directos durante el discurso de presentación de la futura Secretaria de Estado, Condoleezza Rice ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. Allí Rice presentó una lista de lo que llamó seis "tiranías": Cuba, Bielorrusia, Irán, Myanmar (ex Birmania), Corea del Norte y Zimbabwe. Acorde con el nuevo estilo del presidente Bush, Rice denominó al viejo "eje del mal" como tiranías y añadió nuevos países.

Las amenazas fueron rechazadas directamente por los gobiernos de Cuba e Irán, que advirtieron del error de desencadenar una agresión militar.

Algunos analistas han destacado que Estados Unidos, empantanado en Irak, carece de la suficiente fuerza para emprender otra acción militar en gran escala, aunque para otros, la economía de la principal potencial mundial, depende de la industria armamentista y la continuidad de los conflictos. "Destruir para construir" sería la consigna.

Dos días después de asumir, Bush, retomó su discurso antiterrorista, e hizo referencia a su agenda doméstica para los próximos cuatro años, entre ellas la polémica reforma del seguro social, en su habitual mensaje radial sabatino.

Prometió mantener su llamada guerra contra el terrorismo en ultramar, para -según él- evitar acciones de grupos extremistas en suelo norteamericano.

"Continuamos en una guerra que Estados Unidos seguirá liderando, peleando, contra los terroristas en el exterior, para no enfrentarlos en nuestra propia casa", dijo.

Según Bush, en los próximos cuatro años su Administración se esforzará para que las armas más peligrosas del mundo no caigan en manos de quienes llamó "terroristas y tiranos".

Este tema, eje de la campaña electoral del gobernante republicano, no fue abordado directamente en su discurso de investidura. Ni una sola vez mencionó el término "terrorista".

Por otra parte, el mandatario calificó de "simple y modesta" su ceremonia de juramentación, pese que las celebraciones, banquetes, bailes y el dispositivo de seguridad desplegado generaron gastos ascendentes a unos 100 millones de dólares.

Israel como punta de lanza

Poco después de la asunción, algunos funcionarios de la Casa Blanca, intentaron suavizar y relativizar las amenazas del presidente Bush, sosteniendo que no habría cambios y que el mandatario sólo expresó las líneas generales de la política exterior ya en curso. Sin embargo, el vicepresidente Dick Chenney se volvió a mostrar agresivo, al afirmar que Israel podría ser la punta de lanza en una agresión a Irán.

En una entrevista a la televisora NBC, Cheney consideró que esa nación centroasiática es una amenaza a la estabilidad en el Medio Oriente, una de las acusaciones que utilizó la Casa Blanca para invadir a Irak.

Aseguró que las presuntas armas nucleares iraníes amenazan al Estado de Israel, y dió luz verde para que Tel Aviv utilice la fuerza para destruir la capacidad nuclear de Teherán. Ya en 1981 Israel bombardeó por sorpresa el reactor nuclear de Osiraq en Irak, liquidando las pretenciones de Hussein de desarrollar la energía nuclear.

De esta manera Washington otorga un papel preponderante a su principal aliado en la región, al que destina miles de millones de dólares en ayuda militar y económica, respalda en el Consejo de Seguridad de la ONU, y lo apoya en desarrollar y proteger su arsenal nuclear.

Esta no sería la primera vez que Israel realiza el trabajo "sucio" para Estados Unidos. Durante la administración de Ronald Reagan sirvió de intermediario al tráfico de armas hacia Irán en el negocio para financiar a la contrarrevolución nicaragüense, cuando Estados Unidos le vendía armas a los dos bandos en conflicto. También sirvió de asesor militar y policial a las dictaduras latinoamericanas y a los aparatos paramilitares en El Salvador, Honduras, Guatemala y Colombia, entre otros.

El gobierno de Israel no ha comentado las expresiones de Cheney, pese a que lo ubica como un peón de Wasington.

El próximo paso, ¿será Irán?

Poco antes de la asunción de Bush de su segundo mandato -en una costosa ceremonia de unos 100 millones de dólares- el prestigioso periodista Seymour Hersh, ganador de un premio Pulitzer, publicó que la administración norteamericana estaba decidida a atacar Irán, y que agentes de inteligencia habían preparado desde hace meses planes y objetivos para ataques aéreos a presuntos centros de fabricación de armamento nuclear. El desmentido de la Casa Blanca fue muy limitado. En una entrevista a la CNN, Bush dijo que no pensaba atacar a Irán ahora pero que no descartaba el uso de la fuerza si el país árabe no abandonaba su programa de fabricar armas nucleares. El gobierno de Irán niega estos planes y asegura que sólo desarrolla programas nucleares para la producción de energía eléctrica.

En su artículo en el The New Yorker titulado 'Las Guerras que se vienen' (The Coming Wars), Seymour Hersh se refiere a un informante anónimo, descrito como "un asesor del gobierno con estrechos vínculos con el Pentágono", que habría afirmado que: "funcionarios civiles del Pentágono señalaron que se pretende destruir en Irán tanta infraestructura militar como sea posible". "Se ha lanzado una guerra contra el terrorismo de la que Irak era sólo una parte. La administración Bush considera (a toda la región) como una inmensa zona de guerra. Muy pronto asistiremos a la campaña en Irán", sostuvo esa fuente.

El Presidente ha firmado una serie de declaraciones y de órdenes ejecutivas dando autorización para que grupos secretos de comandos y otras fuerzas especiales lleven a cabo operaciones encubiertas contra objetivos sospechosos de terrorismo en 10 países en Oriente Medio y el Sur de Asia.

En su artículo, Hersh sostiene que "la decisión del Presidente le permite a Rumsfeld conducir las operaciones fuera de registros, es decir, libre de las restricciones legales impuestas a la CIA. Bajo la ley actual, las actividades encubiertas que se llevan a cabo en el extranjero por parte de la CIA deben ser autorizadas por una declaración presidencial y debe informarse de las mismas a los comités de inteligencia del Senado y la Casa Blanca. (Las leyes se promulgaron después de una serie de escándalos en la década de los años 70 que implicaban a la CIA en espionaje doméstico e intentos de asesinatos de líderes en el extranjero). "El Pentágono no se siente en la obligación de reportar nada de esto al Congreso", dijo el ex alto oficial de inteligencia. "Ni siquiera lo llaman 'operaciones encubiertas'; eso se parecería mucho a la frase de la CIA. A su modo de ver, se trata de 'reconocimiento a ocultas' (black reconnaissance). Ni siquiera se lo van a decir a los CINC's -los jefes de comando regionales norteamericanos".

Días después, el diario The Washington Post reveló que el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, ha expandido su dominio en ultramar con un servicio de espionaje que incursiona en terreno de la Agencia Central de Inteligencia (CIA.

Bajo el nombre de Rama de Apoyo Estratégico (SSB por su siglas en inglés), el servicio fue articulado con el visto bueno de Rumsfeld para poner fin a su dependencia de la CIA en la obtención de datos porfuentes humanas, indica el cotidiano.

Diseñado para actuar de forma encubierta y bajo el mando directo del Pentágono, el SSB despliega para cumplir sus misiones pequeños grupos de trabajo integrados por oficiales de caso, lingüistas, interrogadores y personal técnico.

La unidad se ha mantenido tan en secreto que dos congresistas, miembros del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, dijeron haberse enterado de su existencia al ser entrevistados por The Washingto Post sobre el tema.

De acuerdo con el teniente general William G. Boykin, adjunto de la oficina del subsecretario de Defensa para Asuntos de Inteligencia, el mando militar tiene mayor responsabilidad en la recolección de información en el exterior.

Un memorando enviado a Rumsfeld por el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Richard Myers, reveló que la vista del espionaje militar está centrada ahora en Irak, Afganistán, Somalia, Yemen, Indonesia, Filipinas y Georgia.

EE.UU. un país dividido

George Bush asumió el segundo mandato con el menor respaldo recibido por cualquier presidente.
Encuestas realizadas por los principales medios de comunicación estadounidenses en los últimos días evidencian que Bush asumió el segundo mandato ante una nación dividida, donde más de la mitad de la población está inconforme con su gestión en varias esferas.

De acuerdo con un sondeo del diario The Washington Post, el 52 por ciento de las personas consultadas desaprobó la forma en que hasta ahora el presidente dirigió la economía, y un 58 por ciento mostró descontento con el tratamiento que ha dado la Casa Blanca al déficit presupuestario.

Durante su campaña, Bush eludió hablar del déficit fiscal récord que alcanzó EE.UU. en estos años. Pero a nivel económico, este tema seguramente dominará su segundo mandato. El déficit se disparó por la reducción de impuestos y por los gastos de la guerra. Cuando Bush llegó a la Casa Blanca había un superávit de 177.000 millones de dólares. En 2004, el déficit llegó a 413.000 millones. Para hacerle frente, el gobierno deberá encarar una gran reforma impositiva.

En temas como inmigración y salud pública, la mayoría de los entrevistados indicó inconformidad con la gestión del mandatario.

En las pocas referencias a la política local, Bush ha anunciado que promoverá una reforma a la seguridad social. El mandatario pretende una reducción de una parte de las aportaciones de los trabajadores al fondo de la Seguridad Social, que sería gestionada por ellos mismos como una inversión, una medida que Wall Street recibió con los brazos abiertos y que podría suponer para los debilitados mercados financieros una inyección de dinero fresco.

"Haciendo de cada ciudadano un agente de su propio destino, liberamos a los americanos una de la escasez y el miedo, y hacemos nuestra sociedad más próspera y equitativa", aseguró Bush. Una aseveración que se contradice con un informe de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) que sostiene que el más del 80 por ciento de los trabajadores del mundo que se jubilen por este tipo de sistema de fondos de pensión, no recibirán un dólar.



Copyright ©
Semanario Liberación
Box 18040
20032, Malmö, Suecia
Teléfono: +46 40 672 65 02
Telefax: +46 40 672 65 03
Correo electrónico: