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A propósito de declaraciones de Mauricio Rojas |
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escribe Pepe Viñoles Las opiniones vertidas, en una entrevista aparecida recientemente en el diario Metro (27-12-04), por Mauricio Rojas, parlamentario de origen chileno del Partido Liberal (FP), docente de Historia Económica de la Universidad de Lund y alto directivo de la editorial de derecha Timbro, provocaron un fuerte rechazo entre personas de origen extranjero y también en organizaciones políticas y sociales. El mismo Rojas conocido por sus posiciones y libros favorables a eliminar las políticas de ayuda sociales a los inmigrantes, hacer obligatorio el idioma sueco como requisito para poder obtener la nacionalidad y ferviente admirador del neoliberalismo capitalista al que ve como exitoso. En la entrevista publicada bajo el título Los inmigrantes se han creado una mentalidad de tramposos , Rojas -quien recibiera asilo político en Suecia luego del golpe militar en Chile por supuestamente haber pertenecido a organizaciones de izquierda- se manifestó en forma positiva frente a lo que considera los éxitos económicos de la dictadura de Augusto Pinochet y sostuvo que entre los inmigrantes en Suecia se ha generado una mentalidad de tramposos. Según Mauricio Rojas, la visión que se tiene sobre la dictadura en Chile en la izquierda ha sido unilateral, dado que se ha deseado de que ella no tuviera éxito en el plano económico para de esa manera poder condenarla y ver sólo las calamidades, No fue así. Porque Pinochet se retiró del gobierno del país con un 10 por ciento de crecimiento económico, aseguró Rojas. Agregando luego que los chilenos no han madurado y ni siquiera aceptan la culpa que ellos mismos tienen en lo que sucedió, quieren aparecer sólo como víctimas. La mayoría de los exiliados se quedaron en lo que pasó en 1973. Yo acostumbro a decir que las otras alternativas eran peores. Al ser consultado de cómo los inmigrantes han sido influídos por la política de integración socialdemócrata, Rojas respondió textualmente: Han adoptado una mentalidad de tramposos. Obtienen su ayuda social, miran televisión y compran carne halal. A los más jóvenes el barrio les resulta chico, quieren estar en el centro de la ciudad. Y a los padres no les importa eso, porque ellos nunca van al centro. Los jóvenes inmigrantes no están orgullosos de esta situación y por eso se pelean con los suecos. Rojas finaliza la entrevista explicando que los inmigrantes más integrados votan a los partidos de la derecha sueca, mientras que una mayoría que vive aún en los barrios segregados sigue haciéndolo por la izquierda porque ésta ha creado un sistema de dependencia mediante la política de ayuda social. Ellos (la izquierda) compran a las organizaciones de los barrios y les dicen que si la derecha ganara van a perder la ayuda social. Al día siguiente de haber sido publicada la entrevista, en un comunicado emitido por la secretaría de prensa del FP, Mauricio Rojas sostuvo que sus opiniones habían sido mal interpretadas por el periodista Federico Rodríguez Moreno de Metro, e intentó dar una visión un poco más suave sobre lo que piensa de Pinochet y de los inmigrantes en Suecia, lo que no alcanza ni como disculpa. En todo caso es solo una forma de hacerse el leso como dicen en su país de origen. En verdad, Rojas fue consecuente en lo que le dijo a Metro porque es lo que piensa en esencia y manifiesta desde hace tiempo. Y a estas alturas, a nadie tendrían que llamarle la atención sus opiniones de ultraderecha, si se ha seguido un poco su vertiginosa y constante trayectoria de trasvestismo político hasta llegar a ser en la actualidad el experto en inmigrantes por excelencia de la derecha sueca. Desde el momento que escribió el primer libro sobre el tema, que tan bien impresionó al ideólogo de entonces del conservadurismo, Carl Bildt, y que le permitió al actual parlamentario y hombre de empresa obtener su primer puesto de militancia en filas pro capitalistas, elaborando programas para cazar votos entre algunos de inmigrantes acomodados económicamente y amnésicos de su origen. Junto también a sus conocidas ideas sobre los éxitos económicos de la dictadura chilena y de la crítica a la falta de tenacidad neoliberal de los gobiernos argentinos de Menem y De la Rúa y la proverbial «haraganería de los argentinos» que hizo fracasar un futuro luminoso para el capital financiero internacional en ese país. Desmemorias de un ex-izquierdista En relación a Chile es evidente que Rojas ha hecho una revisión profunda. Y no sólo en el terreno teórico de los modelos económicos: el que Allende intentó impulsar y el otro que a tiro limpio impuso a partir de 1973 la dictadura de Pinochet a pedido y en favor de los intereses de Estados Unidos y de la oligarquía chilena, sino también en la justificación misma del golpe y sus consecuencias en materia de derechos humanos. A este respecto vale recordar una lanza que Rojas quebró públicamente por Pinochet, cuando el dictador fue detenido en Londres. El pastor Ingemar Simonsson publicó por esos días una nota en un diario de Malmö, donde sostenía que Pinochet debía ser juzgado por sus crímenes que desde el punto de vista cristiano no tenían atenuantes. Al día siguiente Rojas, en su calidad de exizquierdista y conocedor del tema, escribió en el mismo periódico criticándole a Simonsson de haberse olvidado de poner en la balanza también los delitos cometidos por la izquierda chilena durante el mandato de Allende que, según él, habrían propiciado el golpe militar y la dictadura. Lo que a su vez fue rebatido por un sociólogo chileno residente en Suecia que le preguntaba a Mauricio Rojas entre otras consideraciones históricas, cuándo y dónde durante ese período democrático se había torturado, desaparecido, asesinado o detenido a algún chileno de la derecha subversiva. Porque para Rojas hoy, los intereses de la economía de mercado están por encima de los derechos democráticos tal como ha pensado siempre la ultraderecha en todo el mundo. Al punto de llegar a afirmar como algo realmente admirable, de que durante la dictadura se desarrolló una economía que ha mostrado ser muy fuerte y de largo aliento. Chile es hoy económica, social y políticamente estable, una excepción en América Latina. Por eso es que Mauricio Rojas y sus socios de Timbro también sostienen que el capitalismo neoliberal en el mundo de hoy ha creado mucho más bienestar para millones de personas, como nunca antes en la historia, al dar a conocer años atrás un manifiesto contra ATTAC. Algo que los izquierdistas de Naciones Unidas, la FAO, OMS etc. e incluso los ultras del Banco Mundial, tergiversan en sus pesimistas y manipuladas estadísticas. Rojas es constante en sus ideas sobre el tema de los inmigrantes. Y esa obsesión es lo que lo ha hecho único en Suecia, porque le ha dado a la derecha algo que ella no tenía: un pensador inmigrante que desde esa condición defiende lo que siempre ésta sostuvo sin que nadie le llevara el apunte. La vieja historia de la flojera de los pobres que, en el caso sueco adormecidos por las ayudas sociales, prefieren vivir en los barrios perisféricos sin trabajar, gozando y abusando de los impuestos públicos, sin ambición y sin aprovechar las supuestas oportunidades de encumbrarse que les ofrece el libre mercado. Como bien le recuerda posteriormente un lector de Metro, en Suecia viven más de 1 millón de personas de origen extranjero las cuales no todas compran carne halal o se pasan viendo televisión por cable. Entre los latinoamericanos por ejemplo, existen académicos, parlamentarios, altos funcionarios públicos, educadores, personalidades culturales y deportivas, miles de trabajadores fabriles y de servicios y un gran número de pequeños empresarios como recomienda Mauricio Rojas. Pero también como dice el lector de Metro, la cifra más alta del mundo de limpiadores con estudios académicos. Tanto para Rojas como para la derecha, la culpa del problema de los inmigrantes y su marginación la tiene el socialismo sueco y no el capitalismo al que defienden a capa y espada. Porque los capitalistas en Suecia no pierden el sueño pensando en como reducir las tasa de desempleo que es el factor principal de que los inmigrantes (en mayor proporción entre los llegados en los últimos años) dependan de ayudas sociales y además que no puedan acceder a mejores viviendas en barrios de suecos. Para Luciano Astudillo, parlamentario socialdemócrata también de origen chileno, las opiniones de su colega Rojas intentan pescar en aguas revueltas y se pregunta si Rojas no está pretendiendo con esta provocativa entrevista cazar votos entre los grupos neonazis. Es algo difícil de saber. Las trayectorias políticas de algunos hombres son impredecibles y Suecia no tiene por qué ser una excepción. En Italia, Mussolini provenía de la izquierda y Berlusconi hoy también cuenta con algunos seguidores de similar origen. En todo caso, líbrenos Dios de integrarnos en Suecia como nos propone Rojas. |
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