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Jaime Sarusky, |
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escribe Pepe Viñoles Una noticia emitida por la agencia Prensa Latina anunció que el narrador, ensayista y periodista cubano Jaime Sarusky mereció el Premio Nacional de Literatura 2004 por sus constantes aportes al mundo de las letras en la isla. El cable de PL decía que el jurado -que presidió el escritor Reynaldo González, ganador de ese lauro el pasado año-, reconoció por unanimidad su sostenida contribución a la novela, al periodismo cultural y a la difusión de aspectos poco explorados de la cultura local. Hijo de padre polaco y madre bielorrusa, emigrados a Cuba en la década del 20 del pasado siglo, Sarusky (1931) es autor de entrevistas a personalidades como el cineasta brasileño Glauber Rocha y el trovador Silvio Rodríguez. En junio pasado estuve con Jaime Sarusky en su casa de La Habana junto también al poeta Norberto Codina director de La Gaceta de Cuba. Con Jaime me une una larga amistad, de aquella extensa charla que entonces mantuvimos surgió una entrevista que publicó Liberación en julio de este año. Entre muchas de las cosas que le pregunté estuvo lo referido a las dificultades cotidianas que viven los cubanos y a la posibilidad que con el paso de los años llegue el cansancio y la apatía. Por ser Sarusky un buen testigo no sólo del devenir de Cuba desde el triunfo de la revolución hasta hoy, sino también del mundo copio aquí una de las respuestas que me dio referida a cómo él vivió estos complejos años en su país: -Desde un punto de vista estrictamente personal y profesional no me puedo quejar, porque he publicado en los 7 u 8 últimos años casi tantos libros como los que publiqué en 30 años. Pero debo considerar mi situación también a partir del hecho de que vivo en Cuba, un país asediado, que no vive una situación normal como otros países. Vivimos en un estado de sitio, porque qué otra cosa es eso de que el gobierno de Bush tome nota de en qué bancos del mundo está el dinero de Cuba, para ver de que manera lo pueden secuestrar. En ese sentido Cuba no puede considerarse de que viva una situación normal. Y desde un punto de vista personal, (no sé si la gente en épocas de crisis intensa crea más o menos), yo en los últimos años he escrito y publicado más de lo que hice entre los 60 y 70, y entre los 80 y 90& No sé si será el hecho de sentirme de alguna manera gratificado al haber sido publicado en esta mi vejez, que no me sienta para nada deprimido. Y en todo caso si tengo alguna depresión, puede ser estrictamente personal y no intelectual o profesional. Lo que sí uno tiene, son momentos a veces de sentirse molesto e irritado por estupideces, cosas idiotas de algún funcionario o burócrata, o por medidas que se toman que tú no compartes. Pero de otro punto de vista, sería un canalla si te dijera que hoy no tengo toda una serie de cosas que antes no tuve. Quizá, porque entonces no existían. Por ejemplo hoy tengo acceso mucho más información que antes; tengo más posibilidades materiales para mi creación que antes. Existe una mucho mayor apertura en la vida intelectual y cultural. Y ésto te lo puede decir cualquiera que haya vivido todos estos cuarenta años aquí. Sobre todo desde los diez últimos años para decir una fecha, antes de cuando se cometieron serios errores, donde se habla del quinquenio gris de los 70, o negro o como le quieran llamar; o antes en los 60 cuando también hubo serios problemas como se sabe, como el caso de mengano o de zutano. Y eso te lo puede decir un editor, porque paradójicamente se ha publicado mucho más después de los 90 que en otras épocas. Cuando nos despedíamos Jaime me regaló su novela Un hombre providencial con la que obtuviera el prestigioso premio Alejo Carpentier 2001, con la promesa de que cuando la leyera le hiciera saber mi parecer. La novela es una sabia mezcla de historia y ficción en torno a las incursiones en Centroamérica del filibustero norteamericano William Walker (1824-1860), quien se autoeligió presidente en México primero, y después también de Nicaragua y de Honduras. La historia trata de cuando Walker desembarcó un día en Nicaragua sumida entonces en una guerra civil con el pretexto de ayudar a los liberales, pero no tardó en adueñarse del poder e imponer la esclavitud. Dos años después, en 1857, fue derrocado. Regresó en 1860 y lo fusilaron en Honduras. La obra de Jaime es una reflexión, sobre todo en torno a nuestras tierras, sus gentes y personajes que como Walker pueden con su actuación, como los actuales invasores de la Mesopotamia, lanzarse por momentos contra la historia con fuerza bárbara. Una obra que reconstruye una época con rigor histórico e imagina escenarios donde se mueven personajes de carne y hueso cuyas existencias son la sal de la obra. Antes Sarusky había publicado las novelas, La Búsqueda (1961) y Rebelión en la octava casa (1967). Y como resultado de largas y acuciosas investigaciones periodísticas sobre la presencia casi perdida de los inmigrantes que contribuyeron a crear la nacionalidad cubana nacieron los libros, Los fantasmas de Omaja y La aventura de los suecos en Cuba (1999). Este último, sólo aparecido en español y lamentablemente aun inédito en sueco, por culpa del desinterés mostrado por las instituciones y editoriales de este país nórdico, que a fines del siglo XIX perdió un millón de habitantes, que se vieron obligados emigrar huyendo de la pobreza y del hambre, diseminándose por América toda, teniendo también presencia en Cuba sus laboriosos representantes. Como destacó el jurado este merecido premio que Sarusky recibe no sólo valora su obra de ficción, sino también la sobresaliente calidad literaria de su prolífica tarea periodística ejercida sin descanso en el terreno cultural a lo largo de muchos años. También para esta ocasión diversas instituciones culturales cubanas vinculadas con la cultura y editoriales propusieron para el premio a 19 relevantes escritores, entre ellos el poeta Luis Marré, el narrador Daniel Chavarría y la escritora para niños Nersys Felipe. El Premio Nacional de Literatura se entregó por primera vez en 1983 al poeta nacional Nicolás Guillén, y desde entonces lo han recibido destacadas figuras como Dulce María Loynaz, Fina García Marrúz, Cintio Vitier, Abelardo Estorino, Eliseo Diego, Lisandro Otero, Nancy Morejón, Pablo Armando Fernández, Antón Arrufat. |
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