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24-Diciembre-2004

 

La crisis de la democracia sin pueblo

 

escribe Cándido

Lo había comprobado una investigación de las Naciones Unidas en países de América Latina: 25 años después de clausurado el ciclo de dictaduras militares inspiradas y alimentadas por Estados Unidos, el descrédito de las democracias que las sustituyeron fue el dato más relevante. Es más la mitad de los ciudadanos consultados, representantes de millones de voluntades, manifestaron que preferían gobiernos autoritarios si estos les solucionaban sus principales derechos humanos, es decir, la salud, que incluye la ausencia de hambre o desnutrición y una vivienda modesta pero saludable y la educación. La explicación de esta actitud es muy clara.

Las democracias electoralistas, que utilizan el poder de los medios de comunicación cada cuatro o cinco años para llamar al pueblo a las urnas y luego se olvidan de las promesas formuladas, han entrado en una crisis irreversible. No solamente los gobernantes "demócratas" respaldados por Estados Unidos y la Unión Europea, defraudaron las expectativas depositadas en ellos, sino que acentuaron hasta límites criminales, la situación de miseria con la aplicación de políticas neoliberales. Paralelamente una corrupción insolente estimulada desde esos mismos centros, cuyas trasnacionales compraban "a precios de liquidación", cuantiosas coimas mediante, todo lo que fuera vendible y rentable en cada uno de los países.
En suma, que el componente imprescindible de una verdadera democracia, que son los pueblos, fue totalmente ignorado por sus gobernantes. Las reacciones no se hicieron esperar y en algunos casos, Argentina, Bolivia, las movilizaciones populares en la calle terminaron forzando la renuncias de sus corruptos gobernantes, con un trágico saldo de varios muertos del campo popular. Después las urnas validaron en esos países y en otros como Venezuela y Uruguay, la auténtica voluntad popular. Los viejos partidos oligárquicos que constituían en los hechos un solo partido, el de los ricos y privilegiados, fueron barridos, en muchos casos para siempre, del escenario político. En algunos casos como en Venezuela, han pretendido retomar el poder mediante golpes de Estado y prácticas terroristas, financiadas por Estados Unidos y toleradas cuando no apoyadas como fue el caso del expresidente español José M. Aznar con el golpe en Venezuela. Y en todos los casos con el apoyo de sucias campañas de propaganda de los medios de comunicación contra Cuba y Venezuela. Cuba es el único país, que en medio del bloqueo, atentados terroristas, y guerra informativa permanente, cumple con los requisitos esenciales de la democracia, a los que aludo al comienzo: la protección de la salud y la educación de su pueblo. La Venezuela de Chávez ha iniciado ese camino, con menos dificultades en el orden económico porque dispone de su riqueza petrolera, que por primera vez en la historia del país ha dejado de ser una fuente de incalculables remesas de dólares hacia el exterior en cuentas de la oligarquía, para utilizarse en beneficio de los pobres que son nada menos que el 80% de la población.

Pero afrontando en lo político, planes terroristas de desestabilización contando, como en Cuba, con la colaboración de algunos mercenarios al servicio del imperio. No sólo los índices macroeconómicos, que suelen transitar caminos divergentes con las necesidades de los ciudadanos, mejoran en Latinoamérica. Una nueva forma de democracia participativa, ha llegado para quedarse.



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