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24-Diciembre-2004

 

Reciente publicación de Alvaro Inostroza
Días de fiesta

 

escribe Juan Cameron

Bajo el sello de Ediciones Documentas se entregó en octubre pasado el cuarto libro del poeta y periodista santiaguino radicado en Con-Cón. Una vuelta a la sencillez y a lo permanente, como un forma de acceder a la felicidad y la grandeza, propone el poeta Inostroza a través de una cincuentena de textos de agradable factura técnica.

Amo la gente/ que no es importante/ que bebe en los cafés/ dejando que el tiempo pase/ haciendo caso omiso, declara Alvaro Inostroza Bidart en su más reciente poemario, Días de Fiesta, editado por Documentas. No se preocupa mucho el poeta por el gran espectáculo de las artes, ese que ocurre afuera de la realidad y marcha de la mano de la farándula.

La fiesta ocurre en la sencillez. Es la celebración de la existencia, de la fraternidad, de la casa misma; es el canto a lo cotidiano y a la búsqueda de la felicidad en lo inmediato. Este gesto de bondad propone un regreso a lo permanente, al sentido exacto del carpe diem y a la mágica regla que nos indica dividir ese tiempo para crecer.

La imagen de la portada, una conocida fotografía de Henri Cartier-Bresson (Rue Mouffetara, 1954), retrata esta actitud de gozo. Un niño de pantalones cortos sonríe alegremente a la cámara con una botella en cada brazo. Tras él, dos pequeñas observan al fotógrafo. No hay grandeza ni tragedia en ese encuadre; la sonrisa del muchacho es todo cuanto acontece y transmite alegría al espectador. La propuesta de Inostroza se ubica dentro de esos mismos límites.

Minimalista, acaso, su estética se hace evidente es estos gestos: la exacta manera/ de celebrar un año/ en el vecindario// peleando con la vecina/ de enfrente. Motivo que será superado después -intramuros- con música de Milton Nascimento y textos de Julio Cortázar. Este diálogo interior, en el que a veces la amada interviene, se aproxima a la escritura de Claudio Bertoni; pero se diferencia de aquella en cuanto Inostroza no busca epatar en lo nombrado, sino más bien en lo subversivo que un texto puede esconder al delatar la situación más común: la noche nos pertenece/ sin importar/ a qué hora debamos levantarnos/ los dolores/ ni el cansancio acumulado. Otras veces la observación apunta con mayor simpleza contra los esquemas: no existe/ paraíso/ ni infierno/ pagamos todo/ en esta vida.

La Comedia del Arte, decíamos, lo tiene sin cuidado. Seguro de cuanto realiza, en el silencio de su hogar, robando horas al trabajo, esta resulta una mera cuestión de forma: ver fotografías/ vistas/ con anterioridad/ estornudar/ prender la radio/ tarde de verano// lo mismo dicho de una manera distinta.

Porque todos los motivos ya han sido ocupados por la literatura; y no hay más. Similar proposición se traduce de su poema Vuelo, su entrelineada Arte Poética dedicada a quien sepa leer: cada vez controlo mejor/ el vuelo/ ya no me enredo/ en los cables eléctricos/ no reboto en el cielo/ no despierto sudando. El poeta se declara conforme consigo mismo. Desafiante también -quizás en respuesta a algún crítico ocasional- Inostroza toma posesión del territorio con un heme aquí definitivo: fallaron todas las predicciones/ aquí estoy como otras veces/ enfrentando al blanco de la página/ al maravilloso crecimiento de Monserrat/ a la nostalgia del tiempo que se va.

Ese lugar no es otro, sino Con-Cón. Es el enclave costero donde se radicó con su familia allá por 1988 para integrarse a la comunidad y a sus pares. La casa, el centro de su mundo, se ubica en su entorno como sobre una piedra. Es lógico entonces que el habitarla sea la cuna de la alegría y el inicio de la fiesta que habrá de compartir, con fraternal resolución, con quienes ama y admira. No es mucho cuanto el poeta requiere; la lista puede ser incluso elemental: no sé si es Mister Taumborine de Bob Dylan/ los libros que no encuentro/ los de siempre/ los poemas de Vallejo/ los cuentos de Dinesen el Tao/ los mensajes que me llegan del presente/ el último libro de Alejandro Pérez/ regalos que me hacen despertar/ que me dan fuerza.

Originario de la capital, Alvaro Inostroza es periodista y crítico de cine. En la actualidad se desempeña en el Departamento de Cultura de la Municipalidad de Viña del Mar y participa activamente en el medio literario de la zona. En este campo ha contribuido a la difusión de los autores locales, tanto en la implementación de los seminarios organizados por el Instituto de Arte de la Universidad Católica, a cargo de Sergio Madrid, cuanto en el programa Poetas en la Ciudad ideado por su colega porteño Arturo Morales.
Alvaro Inostroza Bidart nació en Santiago, en 1960. Con anterioridad ha publicado Patio de luz (1985), Tendido (en) público (1996) y Señales de vida (1998). Figura en la antología de poetas jóvenes Uno x Uno (1979) y en Recital Poetas en la Ciudad (2003).



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