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17-Diciembre-2004

 

Nace la Comunidad Sudamericana de Naciones
Sudamérica avanza en la integración

 

Doce gobiernos latinoamericanos acordaron crear la Comunidad Sudamericana de Naciones en la Cumbre presidencial de Cusco, la pasada semana, en un intento por fortalecer la región a través de una coordinación económica y política. La Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) nació el mismo día en que se conmemoró el 180 aniversario de la batalla de Ayacucho, que terminó de expulsar a los españoles de América Latina, y de la convocatoria por Simón Bolívar del Congreso Anfictiónico de Panamá.

Los países firmantes del acuerdo fueron Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Guyana y Surinam, mientras que México y Panamá adhirieron con carácter de observadores.

La Comunidad, impulsada fundamentalmente por el presidente de Brasil, Luis Inacio Lula Da Silva, y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha sido respaldada con muy escaso entusiasmo por los presidente de Chile, Colombia y Uruguay, que ante la alternativa de la integración regional, prefieren un acuerdo bilateral con Estados Unidos.

Este nuevo poceso se concreta en una región de enormes desequilibrios. Entre todos los Estados sudamericanos suman 220 millones de pobres. Según el último informe de la FAO, 53 millones de personas están subalimentadas en América Latina y El Caribe, pese a que su número disminuyó entre un 10 y un 14% en los últimos años. El informe abarca el período 2000-2002 y por lo tanto no mide las consecuencias de las crisis en Argentina y Uruguay.

Por otro lado, después de superadas las dictaduras militares, los pueblos de la región comienzan a cambiar a los gobiernos neoliberales, apostando por candidatos y partidos populistas, lo que facilita los procesos de integración regional, enfrentados de alguna manera a la propuesta norteamericana de un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

La Declaración de Cusco

En la ceremonia de clausura del evento, el presidente de Brasil destacó el momento histórico del hecho. Lula señaló que la unión de las naciones sudamericanas fue una aspiración que data de las luchas libertadoras independentistas. "Al firmar la Declaración del Cusco que instaura este ambicioso proyecto, hemos concretado un sueño y ahora tenemos la responsabilidad de consolidarlo", sentenció Lula.

Por su parte, el presidente peruano Alejandro Toledo destacó que se ha trabajado en todo este proceso con madurez, convicción y emoción, combinado con buena dosis de realismo. "Después de 180 años regresamos en paz para cumplir el sueño y pagar las deudas de nuestros héroes y próceres que iniciaron la emancipación americana", expresó Toledo.

"Han quedado claras nuestras aspiraciones con la creación de la CSN", precisó Toledo pero consideró que todo sería insuficiente si no hay una definida integración incluyente. "Nuestros pueblos nos están mirando y esperan los resultados", expresó.

Toledo dijo, refiriéndose a la batalla de Ayacucho y la gesta libertadora, que "fue aquel un proceso inconcluso, una gesta más política que social, que reivindicaba la historia pero no la economía, que recuperó territorios pero no a sus hombres y mujeres".

Afirmó que con la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) queda saldada esa deuda, después de recorrer en las últimas décadas un camino contrario a los enfrentamientos de épocas anteriores en las que se derramó sangre entre hermanos.

Hoy -insistió- venimos a sentar las bases de la unidad continental que incorpora en su diversidad a una pluralidad del pueblos y culturas que ha consolidado una identidad propia basada en la democracia, la justicia y la institucionalidad.

Argumentó que el nuevo organismo se asentará en las experiencias institucionales de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y Chile, a lo que se suman Surinam y Guyana.

Ello -abundó- permitirá concretar potencialidades aún no aprovechadas y fortalecer la capacidad de negociación de esta región y mayor acceso a los mercados internacionales.

Pero también la CSN debe servir para hacer frente a los desafíos de la globalización, lograr una distribución más equitativa del ingreso, amplio acceso a la educación, mayor cohesión e inclusión social, la preservación del medio ambiente y el desarrollo sustentable de las naciones, afirmó.

Nos unimos -dijo- para que los beneficios de la globalización comiencen a tener un rostro humano.
El presidente de Bolivia, Carlos Mesa, destacó la necesidad en este nuevo proyecto integrador de trabajar a favor de reducir las asimetrías existentes entre los países del área y actuar en ese sentido con voluntad política. Mesa resaltó que la CSN debe contribuir también a la integración de América Latina y destacó la presencia en la cumbre como invitados del presidente de Panamá, Martín Torrijos, y representantes del gobierno de México.

Debemos hacer que la idea de los modelos de unidad existentes hasta ahora se conviertan en un hecho objetivo y tangible, con los pies bien afincados en la tierra y la cabeza con los ambiciosos propósitos de una integración definitiva, destacó.

Mencionó el extraordinario patrimonio que aporta como punto de partida a la nueva entidad la experiencia del CAN y del MERCOSUR, lo que consideró de una base institucional que permitirá trabajar sin grandes burocracias.

El imperativo de la integración nos está conduciendo por el camino correcto, el único posible para América del Sur, primero, y América Latina, después, sentenció.

Me parece tan importante que por fin damos un paso en la dirección correcta, que es la unión de Latinoamérica... el sueño de Bolívar, el sueño de los libertadores hacia una comunidad de naciones, sostuvo Chávez.

El ministro argentino de Relaciones Exteriores, Rafael Bielsa, afirmó que el nacimiento de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) se insinúa como el único porvenir común posible para América Latina, y descartó que la ausencia del presidente Néstor Kirchner a la cumbre signifique una falta de respaldo y compromiso de Argentina con el proceso de integración.

"Se ha escrito que la globalización no nos ha acercado, sino que nos ha hacinado. Si es así, entonces es doblemente necesario separar lo que nos es entrañable de lo que no es amigable, y persistir en lo primero", precisó Bielsa en un artículo de opinión.

La conquista y la colonización ibéricas fueron, a su dolorosa manera, otras formas de mantener unificada la América del Sur, aún bajo la dependencia de las metrópolis peninsulares, opinó Bielsa.

Sin embargo, esa situación no evitó que cuando nuestros pueblos se sintieron maduros para la vida independiente, la consagraran a sangre y fuego, subrayó el titular del Exterior de Argentina.

Bielsa sostuvo que el ideal bolivariano de la nación de repúblicas pareció perderse entre los espejismos que nos hicieron creer que nuestros países podrían tener destinos separados, pese a las señales de alerta dadas por las mejores voces latinoamericanas.

A juicio del diplomático, el surgimiento de la Comunidad Andina (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) y del MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), son los antecedentes necesarios.

Bielsa destacó que el clima de entendimiento en el subcontinente es hoy inmejorable, no sólo porque se sustenta en la paz y democracia impuestas como normas de convivencia, sino porque el Cono Sur enfrenta el común desafío de supervivencia.

360 millones de habitantes

El surgimiento de este conglomerado hará de Sudamérica el tercer bloque en importancia mundial después de la Unión Europea y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte que conforman México, Estados Unidos y Canadá.

Será un territorio superior a los 17 millones de kilómetros cuadrados, un mercado de más de 360 millones de consumidores y con un Producto Interno Bruto por encima de los 800 mil millones de dólares anuales, reservas de gas y petróleo para 100 años y recursos naturales invalorables.

Sin embargo, el proyecto de integración encontró en las últimas semanas algunas reticencias de varios países que expresaron sus temores acerca de que este representara mayor financiamiento para la burocracia. Los tres gobiernos que cuestionaban estos acuerdos, Chile, Colombia y Uruguay no ocultaron sus temores porque el compromiso con esta nueva unión arruine sus propios acuerdos bilaterales con los Estados Unidos. Y en ese tren, preferirían limitarse a acuerdos aduaneros y comerciales.

Las ausencias de los presidentes de Argentina, Uruguay, Paraguay y Ecuador, provocaron algunas críticas indirectas de los otros mandatarios, que consideron que estas ausencias era una falta de compromiso con el proceso de integración.

Sin embargo, la Comunidad nace sin crear nuevas instituciones, y se plantea un largo camino para concretar la unidad en muchos campos, aunque ya se firmó un proyecto de integración vial para fomentar el comercio regional. En los planes futuros está conformar un parlamento regional, un mercado y moneda única y un ejecutivo común. Más a corto plazo se prevé la creación de un banco regional para el desarrollo.

La Declaración de Cusco que dio nacimiento a la Unión Sudamericana de Naciones, tiene entre sus prioridades la conformación de un bloque regional integrado físicamente a través de obras de infraestructura básicas, el desarrollo y explotación de los recursos naturales, energéticos y las comunicaciones.

Así lo establecen los 31 acuerdos marco firmados por los representantes de los gobiernos sudamericanos con una inversión estimada en algo más de 17.000 millones de dólares en los próximos años, de los cuáles 5.000 millones serán gastados en los próximos cinco años.

El capítulo del documento al que más relevancia le dieron los mandatarios sudamericanos es el que impulsa la "Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA)".

"En el actual contexto de globalización, el desafío principal para la primera década de este milenio es lograr un más elevado ritmo de crecimiento sostenido, que se derive de procesos productivos basados en la tecnología y el conocimiento, y cada vez menos en la dependencia de la explotación de recursos naturales".

En este acuerdo, los gobiernos sudamericanos plantean "un ordenamiento y desarrollo real del espacio sudamericano" y dividen a la región en "10 ejes territoriales" en los cuales se llevarán a cabo los proyectos de desarrollo conjuntos en materia de transportes, energía, telecomunicaciones y marcos regulatorios para el comercio internacional e interregional.

Dichos ejes son los siguientes:

-Eje Andino

-Eje Andino del Sur (Del norte al sur de Argentina y Chile)

-Eje del Amazonas (Colombia-Ecuador-Perú-Brasil); Eje de Capricornio (Antofagasta/Chile-Jujuy/Argentina-Asunción/Paraguay-Porto Alegre/Brasil)

-Eje del Escudo Guayanés (Venezuela-Brasil-Surinam-Guyana)

-Eje de la Hidrovía Paraguay-Paraná; Eje Interoceánico Central (Brasil-Bolivia-Paraguay-Perú-Chile); Eje MERCOSUR-Chile

-Eje Perú-Brasil-Bolivia; y Eje del Sur (Talcahuano-Concepción/Chile-Neuquén-Bahía Blanca/Argentina)

De esta manera, la Declaración de Cuzco es el primer paso para avanzar en estos acuerdos que contemplan una planificación del desarrollo para los próximos 20 años y tienen por horizonte, una región sudamericana desarrollada, con descenso de los índices de pobreza e indigencia y que pueda competir de igual a igual con los mercados desarrollados.

"Esta dinámica -señala el documento IIRSA-, facilitará el acceso a zonas de alto potencial productivo que se encuentran actualmente relativamente aisladas o subutilizadas debido a la deficiente provisión de servicios básicos de infraestructura".

Allí se explica que "IIRSA es una iniciativa multinacional que involucra por primera vez a los doce países soberanos de América del Sur" y "su fin no se limita a instaurar corredores eficientes para facilitar la producción y el comercio de bienes, sino en ser vehículos para el desarrollo integral de las regiones y de las personas que las habitan".

Los representantes de los gobiernos regionales han destacado que los acuerdos de infraestructura para la explotación conjunta de recursos energéticos y la ampliación de corredores viales y navales y telecomunicaciones, para los próximos cinco años representan inversiones por unos 17 mil millones de dólares.

Así, el vicepresidente argentino, Daniel Scioli destacó que su país se beneficiará en los próximos cinco años, con obras por 4316 millones de dólares que contemplan en una primer etapa el ensanchamiento de la ruta 14 que une el MERCOSUR por 270 millones; el Puente Salvador Maza -Yacuiba por unos 10 millones, el gasoducto del Noroeste por 1000 millones, el ferrocarril trasandino en el cruce internacional Cristo Redentor y el paso fronterizo con Aguas Negras, en San Juan por otros 225 millones de dólares.

Dudas en el Mercosur

En los medios empresariales del Mercosur hay muchas dudas sobre el futuro regional. En Buenos Aires y en San Pablo, los industriales afirman que los países de la Comunidad Andina se llevan la mejor parte.

Deslizan, por ejemplo, que estas naciones -Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia y Venezuela- mantendrán largo tiempo en sus mercados barreras contra los productos agrícolas argentinos y brasileños, en los que los productores del Mercosur son altamente competitivos. El quinteto andino decidió que no liberará la importación de soja, trigo, arroz, maíz y derivados lácteos, además de carne de pollo y cerdo. En cambio, podrá dar luz verde para el tabaco, el algodón y alcohol.

Argentina y Brasil tendrán también un trato diferente de los cinco países andinos en materia de reglas de origen, donde se establece la nacionalidad de la mercadería. Así, los dos grandes del Mercosur sólo podrán exportar con destino a Colombia, Venezuela y Perú, bienes que contenga como máximo 40% de insumos importados. En cambio, la Comunidad Andina tendrá la posibilidad de vender en el Mercosur productos con 50% de componentes importados.

Los negociadores argentinos y brasileños, que pertenecen a las dos mayores economías regionales, juzgaron que había que tener flexibilidad para cerrar el acuerdo con los andinos, porque el tratado de libre comercio regional llevaba ya ocho años de arrastre.

Néstor Kirchner y Lula da Silva, en una reunión que mantuvieron en marzo, decidieron que a pesar de las desventajas iniciales había que seguir adelante con el plan. En ambos presidentes pesó el factor político: la unidad de los 12 países sudamericanos -hay que sumar Guyana y Surinam- podía garantizar una fuerte voz regional en foros internacionales. Se habló, especialmente, de la necesidad de enfrentar las negociaciones por el ALCA que deberán recomenzar en 2005.

Lula rescató aquello que une al Mercosur en esta iniciativa: "La importancia de la integración sudamericana reside en que le dará más competitividad para enfrentar un escenario económico globalizado".

Brasil y Argentina enfrentados

Pese al proceso de integración en marcha, los dos mayores países de la región, Brasil y Argentina mantienen un fuerte enfrentamiento en torno a barreras arancelarias de este último a la importación de determinados productos industriales brasileros, desde licuadoras a automóviles.

La falta de sintonía entre Buenos Aires y Brasilia se profundiza, pese a que diplomáticos de ambos países formalmente se muestren contemporizadores. El Gobierno argentino insistió, en la necesidad de contar con medidas para "proteger" la reindustrialización. En Brasil, la principal entidad patronal dijo que ejercerá la máxima presión sobre el presidente Lula da Silva para evitar que cedan a las pretensiones argentinas.

En una entrevista con corresponsales extranjeros, Paulo Skaf, titular de la Federación de Industriales de San Pablo (FIESP) -que reúne el 35% del PBI brasileño- declaró: "Exigimos al gobierno de Lula que no acepte el pedido de salvaguardias de Argentina. Nuestro objetivo es fortalecer el Mercosur y para eso es necesario respetar las reglas del bloque, que no permiten restricciones al comercio entre socios".

Dirigentes de la FIESP habían expresado, dos semanas atrás, que el Mercosur debería dar un paso atrás, hacia una etapa menos ambiciosa que la actual. Así, en vez de un mercado común (o unión aduanera) se debería ir para una zona de libre comercio. En cambio, Skaf, un líder empresarial que responde al gobierno de Lula da Silva, se mostró partidario de "profundizar" y "fortalecer" el Mercosur, pero sin contemplar los matices que impone la situación de Argentina.

En Buenos Aires, a través de su portavoz, Roberto Lavagna indicó que no piensa ceder en sus planteos a Brasil. Hace un mes, el ministro entregó en Brasilia un proyecto de resolución, que debería ser aprobado en la cumbre del Mercosur en Belo Horizonte.

El documento contenía una batería de medidas para evitar las consecuencias sobre sectores industriales de eventuales avalanchas de importaciones desde territorio brasileño.

Lo que está en juego para Argentina es cómo se "gastará" el mayor consumo doméstico: ¿irá a fomentar las inversiones e industrias nacionales, o servirá para alimentar la plataforma industrial brasileña? En la visión del ministro, según reveló su vocero, "sólo un desarrollo conjunto y la ampliación del comercio entre las industrias de los dos países le darán un sentido económico al Mercosur".



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